Más comúnmente conocida como la dieta 'keto’ (por su nombre en inglés: Ketogenic diet), la dieta cetogénica es hoy por hoy una de las dietas de moda. Nació en 1921 como un tratamiento para el manejo de pacientes con epilepsia. El objetivo es hacer que el cuerpo cambie la fuente de energía que usa; es decir, que pase de usar glucosa a utilizar cuerpos cetónicos (de ahí viene el nombre). Para poder lograr esto se debe bajar la ingesta de carbohidratos a un 5% (20-30 g aproximadamente al día) y aumentar drásticamente el consumo de grasa con el fin de que el hígado se encargue de convertir esta grasa y ácidos grasos en cuerpos cetónicos. Cuando esto ocurre es que se dice que la persona está en cetosis, objetivo final de hacer una dieta cetogénica.
Para ponerlo en perspectiva, una persona suele consumir aproximadamente 55% de carbohidratos al día, 20% de proteína y 25% de grasa (ojo que esto es en términos generales, ya que cada persona es diferente). Con la dieta cetogénica esta distribución cambia totalmente, y entonces tenemos que la grasa es la protagonista con un 75 a 90% (dependiendo de que tan estricta sea la dieta). Las proteínas se mantienen en un 15 a 20% y los carbohidratos bajan a no más de un 5%.
Ahora, muchos creen que por ser una dieta alta en grasas se pueden consumir todo tipo de grasas, pero yo discrepo en esto. Para mí lo ideal es que la grasa que se consume (independientemente si es en la dieta keto o no) venga de fuentes ricas en nutrientes como la palta, aceitunas, semillas, aceite de oliva, así como pescado azules (atún, bonito, salmón), huevo y ciertos frutos secos. Vale recalcar que esta dieta no es una dieta alta en proteínas como muchos confunden, ya que una ingesta alta de proteína podría terminar sacándote de cetosis.
En cuanto a pros y contras desde el punto de vista nutricional, bueno aquí es donde entra el debate. Varios estudios hablan sobre el efecto antiinflamatorio que tiene este tipo de alimentación, así como el efecto positivo en reducir el estrés oxidativo. Además se ha visto que contribuye a bajar de peso mientras se está en este régimen. Sin embargo, al limitar el consumo de carbohidratos de manera tan drástica, se vuelve una dieta restrictiva y por lo tanto, bastante difícil de seguir. Muchas personas experimentan niveles alto de ansiedad y finalmente terminan rebotando una vez que reintroducen los carbohidratos en su dieta. Además existe algo conocido como el “keto flu” que son un grupo de síntomas que las personas suelen experimentar en los primeros días. Estos van desde mareos, dolores de cabeza, sensación de cansancio extremo, nauseas, hasta desmayos. Y muchas personas experimentan estreñimiento, halitosis (mal aliento) y cambios de estado de ánimo.
¿La recomiendo? Depende de la persona, su historia clínica y su estilo de vida. Definitivamente no es una dieta para todos, y desde mi punto de vista como nutricionista no es sostenible a largo plazo. En lugar de hacer algo extremo por 1 o 2 meses, yo prefiero apostar por una alimentación más inclusiva donde no existan restricciones ni extremismos. Y en todo caso, si están pensando en hacerla, por favor vayan con un nutricionista que sepa del tema y no se guíen por el internet. Una dieta mal hecha puede ser una pésima experiencia.