Hace unos años, en el 2013, un colega me avisó que había visto un perrito bulldog inglés haciendo skate en los alrededores del Faro de Miraflores. Le comenté a mi editora que me gustaría hacerle una nota. Con su inmediata aceptación empecé a hacerle seguimiento. No sabía qué días salía a practicar, ni la ubicación exacta, hasta que por Facebook contacté a sus dueños: Luciana Viale y Robert Rickards.
Quedamos un sábado en la mañana. Llegué unos minutos antes acompañada de mi hijo, Lucas. Él tenía 9 años y quería que conozca a la estrella de 4 patas. Sabía que la experiencia le iba a fascinar.
De pronto llegaron Luciana y Robert con Otto y su inseparable skate. Mientras que nos saludábamos, Otto estaba desesperado por empezar a montar. Sus dueños me contaron cómo empezó todo. “Yo quería tener un bulldog, pero Robert, mi esposo, prefería los perros grandes. Al final pude convencerlo y hoy son inseparables amigos”, me dijo entonces Luciana.
Lo curioso es que a Otto nadie le enseñó a montar skate. Robert contó que un día haciendo orden en su casa encontró una vieja patineta de los años 80, que usaba cuando tenía 15 años. En vez de botarla se la dio a Otto para que jugara, hasta que el perrito aprendió a usarla solo.
Cuando Otto salía a los parques a practicar, todos volteaban a verlo, derramaba ternura. Se volvió muy popular y hasta le pedían autógrafos, así que sus dueños llevaban un tampón para que impregne su huella. También hizo obras sociales visitando a niños y nidos de escasos recursos.
Pero Otto no solo hacía skate: también aprendió a hacer skimboard y fue el primer can en practicar sandboard en las Dunas. Ese día Luciana y Robert me comentaron que estaban pensando romper el récord Guinness. La idea era que pasara por las piernas de 30 personas en skate y así fue, ¡lo consiguieron!
Otto, como varios de nuestros deportistas, dejó el nombre del Perú bien en alto. ¡Nunca se le olvidará! Es una estrella que siempre brillará. Gracias, Luciana y Robert.