Estamos empezando diciembre. Con el fin del año es inevitable que analicemos cómo nos ha ido, qué hemos aprendido, qué quisiéramos cambiar y qué nos llevamos al 2020. Evaluando mi 2019 he rescatado muchas cosas: este ha sido un año de muchos cambios y aprendizajes y una de las cosas más valiosas que he aprendido – o vuelto a aprender, consolidado en realidad – es lo importante que es valorar a la gente que tenemos alrededor, especialmente a las mujeres con las que nos relacionamos día a día.
Dicen que la más grande enemiga de una mujer es otra mujer. Hemos sido criadas con la idea de que debemos competir entre nosotras, que el éxito de una significa la pérdida de otras y que somos nosotras mismas las que nos “ponemos cabe” y no dejamos que otras triunfen. Esto no podría estar más lejos de la verdad. En mi experiencia, las mujeres tenemos muchas ganas de apoyarnos y ayudar a otras a ser exitosas y mejores personas.
En tiempos como el que estamos viviendo, de revolución, cambio y búsqueda de igualdad, es importante que seamos conscientes de qué pasa en las relaciones entre mujeres. Estoy rodeada de mujeres maravillosas: mi mamá, tías, primas y amigas; que son madres, estudiantes, profesionales, emprendedoras, luchadoras y todas dignas de admiración. A algunas las conozco de toda la vida, a otras hace poquito, pero me sorprendo siempre con lo dispuestas que están a apoyar y ayudar a otras a crecer.
El concepto de sororidad fue incluido el año pasado (2018) en el diccionario de la RAE, y se refiere a la amistad o afecto entre mujeres, y a la relación de solidaridad entre mujeres, especialmente en la lucha por su empoderamiento. Mucho antes de que fuera oficializado el uso de la palabra en el idioma castellano, ya había mujeres que lo utilizaban para referirse a la relación de apoyo y reconocimiento entre mujeres.
De acuerdo con Marcela Lagarde – antropóloga e investigadora mexicana que acuñó el término de sororidad – la sororidad está basada en una relación de amistad, pues es en las amigas (y yo agrego a otras mujeres con las que nos relacionamos) que encontramos a personas de las cuales aprendemos y a las cuales también podemos enseñar. Entre nosotras hallamos compañía, admiración y respeto.
Estamos en un momento importante de transformación, en el que debemos cambiar la forma de pensar y adueñarnos del concepto de sororidad. De la idea de que las mujeres somos las animadoras de otras mujeres, somos nosotras las que más incentivamos y promovemos nuestro empoderamiento y estamos aprendiendo lo importante que es crear una relación de alianza, confianza, fidelidad y apoyo.
Me gusta terminar el año agradecida por algo que he vivido durante él, y este año quiero agradecer por las relaciones increíbles que he consolidado con mujeres maravillosas que están a mi alrededor; y deseo que el próximo año y los que siguen sigamos aprendiendo y apoyándonos entre nosotras y que cada vez más mujeres entiendan que juntas podemos hacer mucho más.