Desde pequeños aprendemos a sentir ternura, cercanía por toda clase de animales. Decoramos los cuartos de bebés con ositos, conejos y hasta jirafas, y los vemos desde que tenemos uso de razón representados en simpáticos peluches y otros juguetes. En la niñez, los animales se vuelven los divertidos protagonistas de dibujos animados y películas. Se convierten en nuestros amigos.
Sin embargo, la primera lección que debemos transmitirle a nuestros hijos cuando se trata del mundo de los animales (y la naturaleza en general) no es otra que el respeto. Los seres humanos los hemos clasificado en tres categorías según la cotidianeidad que tengamos con ellos, o el hábitat del que provengan: mascotas, exóticos y silvestres.
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Las mascotas son animales de compañía que han sido domesticados, como los perros y gatos. Este grupo se acostumbró desde hace miles de años a vivir con nosotros. A cambio, las personas contamos con lo necesario para satisfacer sus necesidades. Por ejemplo: alimentación, espacio y medicamentos.
El grupo de los exóticos está formado por aquellas especies oriundas que pueden vivir en un ambiente diferente al de su país de origen. Estas especies pueden llegar a ser de compañía, como los periquitos australianos, hámsters o peces ornamentales.
El último grupo, el de los animales silvestres, son especies nativas cuya vida se desarrolla en su ambiente natural, dentro de su país de origen y que no están adaptadas a vivir en cautiverio. Bajo ninguna regla se debe promover la venta de estas especies para tenerlas en casa como mascotas.
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Compromiso y responsabilidad
Si un animal silvestre es retirado de su medio ambiente sufrirá mucho estrés y estará expuesto a una larga lista de enfermedades. Estas especies no están preparadas para vivir con el ser humano, ni nosotros con ellos. Desconocemos o no contamos con lo necesario para cubrir sus requerimientos alimenticios o etológicos, ni tampoco sabemos tratar sus enfermedades, entre otros factores.
Otro aspecto que debe tomarse en cuenta es que los animales silvestres forman parte de un ecosistema determinando. La naturaleza es sabia y busca siempre el equilibrio. Si son retirados de ella, esto ocasionará desbalances. Además, pueden ser portadores de microorganismos patógenos que podrían causar enfermedades.
Por el respeto a estas especies, es imprescindible rechazar y denunciar el contrabando de animales silvestres.
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