Rafaella León

Lo primero que llama nuestra atención al ingresar a Mollendo –a 123 kilómetros de la ciudad de Arequipa- es la ancha avenida Mariscal Castilla, impecable, como si hubiese sido inaugurada ayer. Los jardines de la berma central están adornados con arcos de buganvillas, y en las veredas descansan sus banquetas de madera, dispuestas para contemplar el paisaje de sus casonas patrimoniales, más de siglo y medio en pie. Al poco rato comprobamos que Mollendo es posiblemente una de las ciudades más limpias, seguras, ordenadas y bonitas del Perú. Sus vecinos se organizan para regar y limpiar, y por allí empieza el humilde orgullo que se puede ver en los rostros de los mollendinos.

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