Disfrutar del encuentro del océano y la selva es algo que los peruanos no decodificamos con facilidad. Acostumbrados a tender las toallas sobre un litoral árido, resulta una explosión de emociones y sensaciones el ir a la playa y tomar una cerveza flanqueados por una copiosa vegetación que baja desde montañas hasta el nivel del mar. Así es ir a veranear a Santa Marta. Es cobijarse de verde y naturaleza, mientras se ponen los pies en el agua tibia del mar Atlántico. Una estupenda opción para planificar e ir tras las fiestas de fin de año.

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