Las cataratas, tanto en humanos como en mascotas, vienen a ser la opacidad del cristalino o ‘lente’ del ojo, que se encuentra detrás del iris y que se va degenerando hasta que se pierde la visión.
En la mayoría de casos, las cataratas se van presentando cuando la mascota va envejeciendo, tiene diabetes, está expuesta a ciertos fármacos, sufre de hipertensión u obesidad o está expuesta a la radiación UV. Las investigaciones también han concluido que ciertas razas tienen mayor predisposición a desarrollarlas. Entre ellas, el cócker spaniel, bichón frisé, Boston terrier, golden retriever, poodle y schnauzer.
Los avances médicos están de nuestro lado. Así que, si tu mascota presenta cataratas, hay una buena noticia: en muchos casos pueden ser operables y volverá a ver con normalidad. Al igual que en los humanos, la cirugía consiste en la extracción y/o licuefacción del cristalino enfermo. De preferencia se debe intervenir cada ojo en distintas sesiones para poder controlar mejor la recuperación de la mascota y no incomodarla.
Si sospechas que tu mascota puede estar presentando cataratas, llévala a un veterinario con especialización en oftalmología, pues no siempre la opacidad del cristalino significa que tenga cataratas. Además, si dejas que siga pasando el tiempo aumentará la densidad y comprometerá más su capacidad visual o podría ser tan severa que dificultaría la cirugía.