Esta columna fue publicada el sábado 26 de octubre del 2019.
Un día como hoy, hace exactamente 54 años, los Beatles recibieron uno de los premios más prestigiosos del Reino Unido: la Membresía al Imperio Británico (MBE). El Imperio Británico honra así, a través de la reina u otro miembro de la familia real, a ciudadanos británicos “por sus increíbles logros o servicio al país”. Los candidatos son escogidos y evaluados por un comité para luego pasar a manos del primer ministro y finalmente ser aprobados por la misma reina.
Existe una anécdota que es particularmente mi favorita de toda la historia del rock. No es sobre suicidios, encarcelamientos, asesinatos o sobredosis, temas recurrentemente explotados en el marketing del rock n’ roll.
Para ponernos en contexto, empecemos la historia con un comentario: “Aunque no creíamos en la familia real, no puedes evitar sentirte impresionado cuando estás en el palacio. Cuando sabes que estás parado frente a la reina. Fue como un sueño. Fue hermoso. Fue histórico. Era como estar en un museo”, dijo John Lennon.
Cuando Brian Epstein, mánager de los Beatles, les contó la gran noticia por primera vez, Ringo y Paul quedaron consternados por la emoción. Sin embargo, John se mantuvo indiferente. Ellos ya, un par de años atrás, tocaron en vivo frente a la realeza temas como From Me To You y She Loves You, y John dijo sarcásticamente: “El público puede aplaudir y los de los balcones pueden hacer ruido con sus joyas”.
La única razón por la que Lennon finalmente aceptó ir fue porque es delito rechazar la medalla en público. Antes de ser conmemorado se hace llegar una carta donde se consulta si el afortunado desea aceptar la distinción. Y sí existen casos en los que fue rechazada, pero por la regla impuesta de confidencialidad, el berrinche de John quedó abortado.
Así, en la mañana del 26 de octubre de 1965 llegó el cuarteto de Liverpool al domicilio de la familia real. Incluso arribaron al palacio de Buckingham en el lujoso Rolls-Royce de Lennon. Una hora tarde, por supuesto. Los encargados de la ceremonia ensayaron con los Beatles algunas pautas de comportamiento frente a la reina: no darle la espalda, dar una determinada cantidad de pasos, inclinarse correctamente, etc.
Los muchachos solo se echaban a reír. ¿La razón? John contó posteriormente que, antes de ser condecorados, los cuatro se metieron al baño a fumar marihuana. “Sonreíamos como tontos porque acabábamos de fumarnos un porro en los lavabos del palacio de Buckingham; estábamos nerviosísimos. No sabíamos qué decir. La reina estaba sentada en una cosa muy grande. Dijo algo así como: ‘Oh, ah, bla, bla’, no lo acabamos de entender”, cuenta John.
George luego contó que efectivamente se metieron al baño a fumar antes de la ceremonia, pero no un ‘troncho’, sino un cigarro normal. Tendría sentido que John inventase la historia para fastidiar, como siempre. Pero también la moralidad e inocencia de George podrían estar ocultando la verdad para evitar el escándalo.
Como era de esperarse, John devolvió su MBE en 1969, con una carta directa a la reina explicando que su rechazo se debía al involucramiento del Reino Unido en la guerra civil de Nigeria, el apoyo a las fuerzas estadounidenses en la guerra de Vietnam y por prohibir su canción Cold Turkey en las radios. Siempre marketero John. En cambio, Ringo y Paul se portaron mejor y lograron ser nombrados ‘sir’ años después. //