Nosotros, los abajo firmantes, rechazamos tajantemente la pretendida vinculación de personajes dedicados a la cuestionada política peruana con la impecable reputación de nuestro brillante colega y mejor amigo, el señor Porky Pig.
El señor Porky, como es de público conocimiento, goza de una larga trayectoria iniciada un 2 de marzo de 1935, dos años antes que un presuntuoso roedor de nombre Mickey pretendiera apropiarse de la paternidad de los dibujos animados.
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Esta dilatada carrera ubica a Porky en la categoría de adulto mayor y vulnerable, condición que naturalmente debería inspirar respeto. Lamentamos que los apetitos electorales hagan repetir conductas anteriormente demostradas por un ratón.
El señor Porky nunca se dejó amilanar por los retos que debió enfrentar, tales como un impedimento del lenguaje y la obesidad mórbida. Lejos de someterse a modelos impuestos por cánones de una sociedad frívola, Porky supo plantarle cara a estos retos y demostrar que la determinación – antes que un palo- es el más valioso apoyo de un chancho. Y lo hizo sin convertirse en un cerdo amargado y vengativo.
Desde su primera y esforzada aparición pública el señor Porky compartió con la audiencia su carácter noble e ingenuamente dubitativo, condiciones retadas por la tartamudez. Este don de gentes, irónicamente, fue el principal factor que paulatinamente lo relegó a un segundo plano.
Porky, como referente de buena fe, fue sistemáticamente aplastado por personajes antagónicos como el del Pato Lucas, quien forjó una rentable carrera a punto de avasallar a un chancho ante cámaras. Allá él con su conciencia.
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Esta bonhomía natural del señor Porky es la principal característica que lo aleja del candidato que pretende navegar sobre su eastel. Muy por el contrario a Porky, el mencionado candidato se jacta de un carácter déspota, mandón e histriónicamente hosco, presentando lo áspero y lo rudimentario como virtudes de gobierno. Al Pato Lucas ese comportamiento hostil nunca lo condujo a nada bueno.
Otro detalle que diferencia al mencionado candidato y al señor Porky es el libre ejercicio de la sexualidad. El primero ha declarado que practica el celibato hace más de cuatro décadas. Nuestro amigo Porky cultiva ese acto transparente común a casi todos los dibujos animados de no usar ropa interior ni pantalón. Sus grandezas y miserias se ventilan libérrimas.
Además, desde 1937 tiene como su pretendida a la señorita Petunia. Con dicha dama ha mantenido una larga y discreta relación. Ocho décadas juntos solo pueden sustentarse en razones de fondo y forma. Recordemos que el orgasmo del chancho dura media hora.
Precisamente a propósito de la felicidad porcina, deploraramos que la clase política peruana haya normalizado la ingesta de chicharrón de cerdo como paramétro de cumplimiento electoral. El señor Porky y sus congéneres tienen derechos superiores a lo gastronómico.
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Queda claro que haciendo gala de características contrarias a las desplegadas por los políticos - a saber, amabilidad, ternura, y andar comando por la vida - el señor Porky ha gobernado los corazones de millones de niños, hoy adultos, a través de sus intermitentes palabras de afecto y continuos actos de bien dirigidos al sano esparcimiento universal.
Es por esto por lo que ante imposturas que merecen nuestro más firme rechazo declaramos firmemente que solo el verdadero Porky será nuestro rey, favorito sin igual.
Nosotros hemos trabajado con Porky Pig. Conocemos a Porky Pig. Porky Pig es nuestro amigo. candidato Rafael López Aliaga, usted no es Porky Pig.
Firman: Bugs Bunny, Elmer Gruñón, Silvestre, Piolín, la abuelita, el Gallo Claudio, y otros. //
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