Rafaella León

La algarabía de los canarios y un manto de antiguos rosales le dan aspecto de convento al hogar donde Gastón Garatea convive junto a otros tres sacerdotes, dentro del colegio La Recoleta, en La Molina. “Esta es la soledad absoluta, pero con la ventaja de que puedes hacer lo que te da la gana”, nos dice risueño a sus 80 años. Nunca ha sido hombre de callarse nada, y ha dejado muy atrás el ‘castigo’ (“una venganza de jefe autoritario”) que le impuso el cardenal Juan Luis Cipriani –no celebrar misas en la arquidiócesis de Lima– justamente porque “algunas veces dije que las cosas no estaban bien al interior de la Iglesia”. Pero, como él mismo dice, “la Iglesia es muy misteriosa”, y ahora Cipriani está recluido en Roma, sin ver a nadie, mientras él revisa con libertad los temas que le pedimos recordar.

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