Antes de convertirse en una estrella del TikTok, la vida de Máximo Tejada, 77 años, era distinta. Giraba en torno a su barrio de San Antonio, en la soleada Huarochirí, muy cerca de sus amigos, con los que pasaba el tiempo conversando, haciendo bromas, inclinando el vaso y con los que tenía una banda de música, Los Viejitos pero Calientes, que amenizaba cualquier lugar que se atreviera a concederles el ingreso. Ahí también era reconocido por su oficio de carpintero. Nada de ese mundo quedó igual tras el año y dos meses de pandemia.
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En este tiempo le tocó despedir a tres amigos que, como él mismo dice, “sacaron su valija y se fueron para La Habana”. El COVID-19 pudo más y a don Max, que solía ser tan sociable, tan ‘pata de perro’, le tocó el castigo de estar en casa y tener que mirar la calle desde la ventana. Entonces llegó la depresión.
Así anduvo, cargando una melancolía indefinible, hasta que recibió un empuje de su nieto Arián, de 20 años, un futuro comunicador al que el señor Tejada llama “mi productor”, con respeto profesional. Para sacar a su abuelo de la tristeza, el joven le presentó el mundo de los videos cortos de TikTok. El veterano no entendió al inicio. Compartió algunos videos con sus mascotas, dos perritos con los que jugaba y a los que hacía dormir. La acogida fue tibia. Luego empezó a cantar, a bailar, y la mecha en las redes empezó a prender mientras más se deschavaba. Había nacido una estrella: “El Abuelito Max”.
“Soy de la época de la carroza. Lo de la tecnología no me es fácil, en verdad, pero dame unos 20 años más y me pongo al día”, dice Max, que para hacer y subir sus videos cuenta con la asistencia en cámara, luces y edición de su nieto. Lo que más le gusta, narra, es recibir el cariño de sus nietos virtuales, a los que llama “mis fancitos”, porque muchos de ellos son criaturas que le escriben en los comentarios. También tiene otros seguidores, sus “fanzotes”, como llama a los adolescentes que entran a YouTube solo para verlo en su faceta de abuelo gamer, matando gente en el popular videojuego Free Fire . Le celebran cada kill que hace o cuando lanza su frase famosa: “Te voy a dar CHI-CHA-RRÓN”, otra forma de decir que acabará con ellos.
YO QUIERO TENER UN MILLÓN DE NIETOS
Tejada no es el primer adulto mayor peruano que en el otoño de sus días encuentra un espacio inédito de desarrollo en las redes sociales. Ese lugar le correspondería a doña Norma Caballero Vda. de Peña (85), mejor conocida en el mundo de las redes como “La Abuela Norma”. La señora, famosa por sus salidas humorísticas de florido lenguaje, recibió el año pasado una placa de YouTube por pasar la valla de los 100 mil seguidores (hoy tiene 154 mil). Sus cifras en otras redes son mejores aún: en Instagram bordea los 200 mil followers y en Facebook son más de 750 mil.
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En su papel de influencer de la tercera edad, ha sido llamada por el Ministerio de Salud, hace un mes, para hacer campaña por la vacunación. “La historia con mi abuela y las redes comenzó en el 2014, como jugando”, relata Zully Peña, la nieta de Norma y quien graba y sube sus videos. “Me habían sacado de la universidad, estaba en casa todo el día y mi abuela era mi mejor amiga. Pasábamos tanto tiempo juntas que se me ocurrió que podía compartir esos ratos únicos con las personas”.
A la gente le encantó de inmediato la química de la dupla y pronto se volvieron una sensación por las ocurrencias y el aparente mal humor de la venerable. “Todos los videos son naturales, no es que haya un guion detrás, y la química es real. Mi abuela con la única que se comporta así es conmigo; ella en verdad es supereducada con todos, pero conmigo es así. Yo ya sé cómo sacarle la reacción”, cuenta Zully.
Doña Norma nació y se crio en el Callao y durante años administró una licorería en la zona de Chacaritas, con la que sacó adelante a su familia. “Para que un adulto mayor no se deprima en pandemia, lo importante no es solo que cuente con acceso a redes, sino que esté rodeado de familia que lo apoya. Eso es lo que pasa con Norma. Ella mantiene esa alegría que se ve en los videos porque nos tiene a nosotros que la apoyamos, a su perrita que es su felicidad”, cuenta su nieta sobre el secreto para que su canal haya pegado tanto en sus casi siete años.
INCLUSIÓN DIGITAL EN LA TERCERA EDAD
Cuando la pandemia llegó a nuestras vidas, sin permiso ni preguntas, hubo que reaprender muchas cosas que dábamos por sentadas y derribar algunas verdades asumidas. La interacción social con amigos y extraños, aquello que nos distingue como especie, se volcó de pronto a la virtualidad de las videollamadas y los mensajes de WhatsApp. Los peor parados nuevamente fueron los adultos mayores, menos proclives a familiarizarse con tecnologías que no existían cuando se hicieron una idea del mundo.
En más de un año de coronavirus hemos visto que sí es posible para ellos encontrar un lugar especial en la red, con paciencia y mejor humor. Está el caso de Ramón Amador Terán, de 78 años, que en su juventud trabajó como sonidista de radio, teatro y televisión y ya en pandemia se volcó a las redes sociales para promocionar su emprendimiento de alfajores de maicena, hechos con una receta secreta que ha afinado en 40 años.
En octubre del año pasado, Ramón lanzó –con ayuda de su nieta Liliana Ramos– la cuenta de Instagram @alfajoresdonramón y compartió un video enseñando las bondades de su producto, que se volvió viral y fue compartido por varias personalidades, como la periodista Mónica Delta y la cantante Susan Prieto, su más rendida fan.
En la inclusión digital de las personas de la tercera edad, los nietos parecen jugar un papel muy importante, como se ha visto ya. Es lo que sucede con Jorge Díaz, pediatra de 95 años, natural de Huamachuco (La Libertad) y convertido en una estrella del TikTok gracias a la dedicación de su nieta Melissa Díaz. Fue ella quien empezó a grabarlo para tener una videoteca con su ser querido y atesorarlo en el futuro. Al compartirlo en TikTok, la cosa se disparó.
“Mi abuelo es una persona realmente sabia, es una enciclopedia andante y si no sabe algo, va y lo aprende. Él solito maneja su tablet, su iPhone, es muy activo en Facebook, en donde escribe crónicas sobre política”, dice Melissa. Los videos que realiza con su abuelo desde marzo de este año pueden ser muy diversos: hay reflexiones, bailes, momentos de ternura especial, como cuando él la peina. En todo momento se le ve muy elegante, con esa distinción y cuidado personal de otros tiempos.
Los videos suyos que más han pegado recientemente son aquellos donde lee pasajes de su autobiografía, Memorias de un médico, tres volúmenes que escribió como tarea para una clase en un centro del adulto mayor al cumplir la edad de 80 años. Abuelo y nieta no esperaban para nada el aluvión de reacciones positivas que sus videos iban a generar.
Hay ocasiones en que sus videos en live pueden tener hasta 5 mil seguidores conectados. El señor Díaz suele leer todos los comentarios y se emociona porque, en sus palabras, los corazones de “sus nietos”, como llama a sus seguidores, le dan una energía especial que lo aleja de la depresión.
UNA ABUELA YOUTUBER DE COCINA ANDINA
El señor Jorge Díaz no es el único huamachuquino que ha conseguido notoriedad en las redes sociales a una edad avanzada. Antes que él, conocimos el año pasado el caso de Lucinda Tacanga, de 75 años, convertida en una celebridad de YouTube por sus videos de recetas de platos andinos como el cuy frito, sopa de papa seca y más, que prepara al aire libre, rodeada de sus gallinas y de forma tradicional, a la leña. Lucinda se hizo conocida gracias a su sobrino, Marcial Campos, fundador de la señal TVNAY, que elabora contenido propio sobre Huamachuco y lo difunde a través de Facebook y YouTube.
Un día Marcial le preguntó a su tía Lucinda si la podía filmar mientras preparaba la comida del día. Esperaba que la dama, que lo crio como una madre, le dijera que no, pero su respuesta lo sorprendió y reenfocó el proyecto. En poco tiempo la gente pediría más y más videos con recetas de Lucinda y ella se convertiría así en la joya del canal.
En sus videos, una Lucinda vestida a la usanza de las señoras de la sierra es consciente de su popularidad en aumento, y suele agradecer con cariño “a todos los que me están viendo en este momento”, con la profusión de diminutivos habitual en el Ande.
Y como toda influencer que se precie, doña Lucinda agradece a las marcas que eventualmente la apoyan. Hace poco hasta hizo un unboxing de un set de ollas que una importante y avispada empresa le obsequió, consciente de la popularidad que Lucinda viene ganando. Una popularidad que no imaginó ni en el más feliz de sus sueños. //
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