Nadia primero jugó en equipos daneses para luego pegar el salto a la liga estadounidense, donde fichó por el Sky Blue FC y posteriormente por el Portland Thorns FC. Sus buenas actuaciones la llevaron al PSG. (Foto: AFP)
Nadia primero jugó en equipos daneses para luego pegar el salto a la liga estadounidense, donde fichó por el Sky Blue FC y posteriormente por el Portland Thorns FC. Sus buenas actuaciones la llevaron al PSG. (Foto: AFP)
Jorge Chávez Noriega

Hay historias que nos llevan a pensar lo privilegiados que somos de nuestro lugar en el mundo. La de Nadia Nadim (, 1988) es una de ellas. Por estos días, ante la reciente reconquista del poder por parte de los , compartió un potente mensaje con sus seguidores. “Dejemos esto en claro: nadie dejaría voluntariamente su hogar -sus casas, sus amigos, sus seres queridos- para ir a algún lugar donde ni siquiera serían aceptados”, escribió la futbolista en su cuenta de Instagram.

Hoy nos estremecemos al ver cómo cientos de afganos han abarrotado el aeropuerto de Kabul para poder huir. Algo similar le tocó vivir a Nadia siendo una niña: tuvo que escapar junto a su madre y cuatro hermanas del régimen talibán que se instauró en Afganistán en 1996. Su padre, militar del ejército afgano, había sido asesinado en medio de la guerra civil y no tenía otra opción. De haberse quedado, habría sido sometida a la rígida ley islámica, la cual prohíbe a las mujeres trabajar o estudiar y las obliga a usar el burka para cubrirse de pies a cabeza.

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En una entrevista con la agencia EFE, Nadia cuenta que tuvo una infancia feliz hasta el estadillo social que ocurrió en su país. Dice que hasta ahora recuerda “el olor a los cuerpos quemados”. Para huir tuvo que hacerse de un pasaporte pakistaní falso. Su destino era Londres. Emprendió un viaje en minibús de Kabul a Pakistán y, desde allí, embarcó hacia Italia pero finalmente ancló en un campo de refugiados en Dinamarca.

“Ningún menor debería pasar por esto, pero así es la vida. En ese momento no podía hacer nada, aunque ahora me siento feliz por haber tenido una segunda oportunidad y haber superado ese trauma gracias a mi fuerza mental”, ha dicho Nadia. En ese momento no lo sabía, pero llegar al país nórdico le abriría una serie de oportunidades.

NUEVA VIDA

Luego de vivir toda esa odisea para estar a salvo, Nadia Nadim pasó por un complejo proceso de adaptación. Encontró en el fútbol su válvula de escape, tras ver a unas niñas jugar con el balón. En Afganistán ya había tenido contacto con este deporte gracias a su padre y, sin imaginarlo, el campo de refugiados donde vivía se convirtió en su centro de entrenamiento. “Junto al campo de refugiados, había un terreno de fútbol donde entrenaba un club local. Cuando las vi jugar, me dije, quiero hacer lo mismo”, cuenta.

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A los doce años ya dominaba el balón con la precisión digna de un futbolista profesional. Creció admirando a las estrellas brasileñas que se coronaron campeonas del mundo, como Ronaldo y Ronaldinho. A los 21 obtuvo la nacionalidad danesa y fue convocada a la selección femenina. A nivel de clubes, primero jugó en equipos daneses para luego pegar el salto a la liga estadounidense, donde fichó por el Sky Blue FC y posteriormente por el Portland Thorns FC. Sus buenas actuaciones las llevaron al Manchester City de Inglaterra y en el 2018 fue contratada por el PSG, donde estuvo tres temporadas. Hoy milita en Racing Louisville FC de Estados Unidos.

A la par de su carrera deportiva, Nadia asumió en el 2019 el rol de embajadora de la Unesco. “Soy una mezcla de dos culturas, de dos países, tengo a los dos en mí, lo reflejo en la manera en la que pienso. No soy 100 % afgana, ni 100 % danesa”, sostiene. De igual forma, está a punto de terminar sus estudios de medicina. En medio de la difícil situación que atraviesa Afganistán, su historia nos remite a pensar, como decía en la primera línea, lo privilegiados que somos de nuestro lugar en el mundo. //

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