Se llama La Cachina de Tacora y es el único lugar del Perú que puede ser una mina de oro o un basural. Instalado en el cruce de las avenidas Grau y Aviación y visto desde un dron, podrían parecer dos chavetazos en el corazón de La Victoria. Eloy Jaúregui la hizo alguna vez poesía: “Es la cumbre del mercadeo de lo usado en Lima y el cachivacherismo”. El Oso Miranda escribió su protocolo de bienvenida: “De Tacora se puede salir calato, pero también bien vestido”. Una tarde alguien encontró fotos de Lima de principios de 1900. Otra vez la ropa húmeda que había tendido la noche anterior. El chileno Néstor Tejada es un coleccionista de estampitas, sobres y sellos postales, eso que la ciencia llama filatélicos, muy hincha del Colo Colo y turista enterado de la fama de Tacora, que ya traspasa fronteras. No hay más rastros de su biografía porque en este mundo, se prefiere el anonimato.
Contenido Sugerido
Contenido GEC