El multitasking es una actividad que Aldo Miyashiro domina bien. En diciembre, mientras cerraba un 2020 desbordado de trabajo en su programa de TV a partir de la organización de obras sociales en beneficio de poblaciones vulnerables damnificadas por la pandemia, también dirigía una obra de teatro. “Nuestras mujeres” (de Erick Assous), protagonizada por Leonardo Torres Vilar, Bruno Odar y Julián Legaspi, fue grabada entonces en el Julieta, de Miraflores, cuando aún no reventaba la segunda ola. La pieza podrá verse a través del streaming por Joinnus desde el 6 de marzo.
Todas las ganancias destinadas a la producción serán donadas para comprar alimentos y oxígeno. Esa fue la idea desde el principio. Y eso, liderar iniciativas solidarias, es a lo que más se ha dedicado este último año. Conversamos con él sobre el origen de esa vocación de servicio, pero también sobre su experiencia al superar recientemente el COVID-19 que enfermó a su familia. Del oro y el moro que le ofreció más de una agrupación política por integrar sus huestes y, como no, de la U de sus amores.
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- Dos premisas se han repetido el último año. “La pandemia ha sacado lo mejor de los peruanos” y “la pandemia ha sacado lo peor de los peruanos”. ¿Cuál se te hace más certera?
Las dos juegan. He conocido gente muy valiosa que no tenía nada y ha entregado una bolsa de arroz. Por otro lado, vemos, tristemente, que hay quienes esconden concentradores de oxígeno que costaban S/ 2 mil para venderlos a S/ 16 mil. Las dos juegan.
- Tu twitter es un solo de pedidos de ayuda para otros. Buena parte de tu programa La banda del chino también se destina a colaborar. ¿Cómo nace esta vocación solidaria?
La heredé de mis padres, sin duda. Mi papá [Alejandro, ingeniero químico, murió cuando él tenía 13] me sorprendía con lo que hacía por los demás dando a veces más de lo que podía. Yo lo he visto más de una vez sacarse de encima ropa buena para donarla. Y mi mamá [doña Mery] ha sido profesora. He crecido viéndola entregar horas que no le sobraban para dar talleres gratuitos. Cuando tuve mi programa de TV, pensé que era el medio idóneo para ayudar a mucha gente. La TV nunca fue un sueño. No crecí pensando ser conductor de TV. Como no es un fin, sino un medio, a la par de entretener puede ser una herramienta para colaborar. En 13 años haciendo programas en vivo lo he intentado hacer siempre.
Muchas gracias, se logró conseguir
— AldoMiyashiro (@ElMiyashiro) February 17, 2021
el balón de oxígeno para Allanis, una madre mototaxista que pelea por la vida de su padre.
Si quieres ayudarla su número es
982263532. https://t.co/gSES2tniFH
- ¿Cómo surge “La cocina del pueblo”?
El programa gestó una fuerza con otra gente del canal que se llamaba la Banda Solidaria. Cuando recorríamos la ciudad haciendo notas, ya iniciada la pandemia, vimos que había mucha gente que no tenía qué comer. Llevamos víveres y nos dimos cuenta de que en algunos lugares no podían cocinarlos, para que entiendas el nivel de pobreza… En ese momento dispusimos de un restaurante y empezamos a preparar comida. Llevábamos almuerzo a dos asentamientos humanos y la ayuda de todos los socios que habíamos conseguido en el camino. Entregábamos como 2.500 almuerzos diarios hasta diciembre. Paramos porque no podíamos renovar el contrato del restaurante y porque creímos que el 2021 sería mejor. Hace pocos días la hemos reactivado.
- Tus hijos te han acompañado en esta labor. ¿Qué han aprendido en todo este tiempo?
Siempre hablo con ellos. Les digo que son muy afortunados. Que tienen la oportunidad de comer tres veces al día, de bañarse con agua caliente, de tener techo. Y he procurado involucrarlos en hacer canastas de víveres o que me acompañen. Mi hija mayor, Camila (25), es muy noble, hace mucho voluntariado. El segundo, Adrián (21), es un chico muy preocupado por derechos humanos. Espero que los menores sigan ese camino.
- El 9 de febrero cumpliste 45 años. ¿Dirías que el COVID-19 que acabas de librar fue la experiencia más dura de tu vida?
El COVID-19 me agarró leve. Es decir, fueron días insoportables en cama, pero no fue de gravedad.
- ¿Cuáles fueron tus síntomas?
Mucha fiebre, un dolor espeluznante en el cuerpo. Me faltaba un poco el aire cuando caminaba. Estuve mal del estómago, no quería comer. Fue bravo, como una gripe multiplicada por 30, durante días. Felizmente no llegó a mayores.
- ¿Temías empeorar?
Tenía mucho miedo. Ponía el dedo en el oxímetro como siete veces al día, mirando siempre con el susto de que no marque 91 para ir a buscar oxígeno.
- Te contagiaste en Miami, tu familia también.
Sí. Y era como irónico porque todo el año pasado nos la pasamos yendo a lugares en los que estuvimos en contacto con mucha gente y no nos pasó nada. Este año planificamos ir a visitar a la familia, de vacaciones, y pasó. Donde menos lo esperábamos.
- Tu esposa [Érika Villalobos] asumió el liderazgo en la enfermedad.
Sí. Los dos menores fueron asintomáticos. Camila, Érika y yo nos sentíamos mal, pero quien controló todo, la fuerza ahí era Érika. El soporte era ella. Manejó de la mejor manera la recuperación; a los 10 días estábamos fuera.
- Ahora que están sanos todos y que tienen como mínimo, según los expertos, 90 días de inmunidad. ¿Te sientes más tranquilo?
No. Nada. La misma enfermedad me ha dado una lección: en el momento de estar más tranquilos, nos contagiamos. Pudo ser en el aeropuerto, en la casa… No me siento confiado porque mañana sale un científico alemán y dice: “La variante tal…”. Cada día es un aprender de nuevo a cómo comportarnos con el virus.
- ¿Te vas a vacunar?
Lo haría mañana mismo. Pero antes le cedería el puesto a mi madre.
- Hace poco quisiste hacer una parodia del ‘Vacunagate’ en tu programa. ¿Por qué en el humor no todo funciona?
Nos equivocamos. Buscamos a Manolo Rojas. Nosotros, base 4, y nuestro público hemos crecido con ese humor. Pero los tiempos han cambiado y el humor también. Tengo que aceptarlo y voy a tratar siempre de mejorar. Mis hijos me lo hacen ver seguido y me corregiré. No hubo mala intención. Por eso pedí disculpas. Me va a costar, pero trabajaremos sobre eso.
- Tu próximo proyecto es la obra teatral “Nuestras mujeres”, que se ofrecerá al público por streaming. Vas a donar los fondos para alimentos y oxígeno…
Sí, iba a empezar a ser difícil que la gente donara porque eran muchos meses de crisis. Los que integramos mi productora pensamos que los proyectos que ya teníamos hechos podrían recabar recursos. Hemos puesto películas en Movistar Play. Todo lo que se recaudó fue lo que sostuvo “La cocina del pueblo”. Entonces pensamos hacer una obra de teatro, que les diera trabajo a actores y técnicos, y que a su vez nos permita ayudar a la gente. Nuestras mujeres se estrena el 6 de marzo por la plataforma Joinnus y ya se pueden comprar las entradas a 25 soles. Todas las ganancias para la dirección y producción serán donadas a “La cocina”.
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- ¿Cuán duro está siendo ayudar hoy?
Mucho. Ahorita, con el programa, estamos llevando a alguien un balón de oxígeno por día. Quisiéramos llegar a tres o cinco personas. Es horrible porque no podemos ayudar a todos. Nos escriben 100 casos por día y tenemos que escoger y validarlos porque hay una mafia atrás que quiere conseguirlos gratis para venderlos a 3.500 soles. Es doloroso, duro, desgastante... Yo me había prometido a mí mismo nunca llorar en el programa. Lo cumplí. A fin de año, sin embargo, después de grabar el último programa, llegué a casa, me metí a bañar y no paré de llorar. No quería que mis hijos me escuchen para no preocuparlos… No me puedo imaginar cómo es morirse de hambre y hay tanta gente que lo hace... Ahora, yo no me considero la Madre Teresa de Calcuta, ni el más bacán. Soy un ser humano con un ‘huevo’ de defectos, como cualquiera, pero sí creo en la solidaridad.
- ¿Cómo recargas energía?
Con los resultados de esta misma chamba. En agosto veíamos niños delgaditos, desnutridos. Les llevamos comida, nutricionistas. Los hemos vuelto a ver en diciembre y ¡han crecido fuertes!
- ¿Te ha llamado algún partido político para tentarte?
El año pasado, sí. Tres o cuatro. Me ofrecieron todo para postular. Te voy a ser honesto, llegas a tu casa, miras el techo y la piensas. El ego te comienza a traicionar. Pero después reflexionas: toda esa gente que yo he ayudado va a pensar que lo hacía por esto. Y ni hablar. Igual, menos mal que dije que no.
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- ¿Lo pensarías para el futuro?
Creo que desde el lugar en el que estoy puedo hacer más que en el Congreso. Con el programa, mis amigos, los aliados que he conocido, creo que podemos hacer más. Si algún día pasa, no será pronto.
- ¿Ya sabes por quién vas a votar?
Sé por quiénes no voy a votar, pero aún no he elegido a nadie. Veo entrevistas de todos, propuestas; es difícil creerle a alguien. Ojalá que algún día votemos con alegría y esperanza. Por ahora está difícil.
LA “U” ES LA “U”
- ¿Es la U hoy un sueño, un problema o un caso sin resolver?
La U siempre será una de las partes más importantes de mi vida. Si algo debo poner en mi cartilla de migraciones al ir al aeropuerto o cuando me preguntan mi ocupación, es ser hincha crema. Es algo que me define. Espero que sus problemas algún día tengan solución. El club tiene una administración que hace que cada vez se deba más plata y se sufra más. Ojalá aparezca el mecanismo para que sea manejado por gente que lo quiere de verdad.
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- Tenías esta iniciativa de recaudar fondos y saldar la deuda. ¿Por qué se detuvo?
Porque los acreedores no querían cobrar. Deben de ser los primeros del mundo que no quieren cobrar. Si yo voy y te digo “déjame hacer una rifas para ayudarte, no tienes plata”, tú me dirías “ya”. Ellos dijeron que no.
- ¿Quisieras ser presidente del club en el futuro?
No. Yo estaba dispuesto a hacer la campaña y si se juntaba el dinero, dar luego un paso al costado. A mí me interesa ir al estadio como hincha, emocionarme, gritar un gol. Eso y ya.//
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