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Alicia Maguiña
Teresina Muñoz-Najar

"Eres distinta y siempre tienes que ser tú”. Esa frase que le repetía su madre con frecuencia fue para ella una determinación. (Lima 1938) vivió su niñez (hasta sexto grado) en Ica, ciudad que la marcó definitivamente. Allí aprendió a tocar el piano, descubrió su vocación –cuando escuchó fluir por la radio la voz “diáfana, afinadísima” de Jesús Vásquez–, bailó su primera marinera y conoció el Perú a través de la presencia “imborrable” de las jóvenes migrantes quechuahablantes que llegaban a su casa desde Apurímac, Huancavelica o Ayacucho. “Sentía el murmullo de sus cantos en quechua, tan tristes… A mis escasos seis o siete años percibí, entendí la tragedia de los que hasta hoy están prisioneros en su suelo”.

Ya en Lima convenció a sus padres de que la matricularan en la Escuela de Guitarra Peruana de Óscar Avilés. “No pedí un profesor, sino ir donde Avilés. Él me estableció el orden que más adelante, sin proponérmelo, me facilitó componer”, asegura Alicia. Y es así como, en 1954, cuando apenas había cumplido los 16, nace su primera canción: Inocente amor.

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Y luego, ese mismo año, compone los huainos Perla andina y Serrana, y también Estampa limeña y Viva el Perú y sereno y Mi corazón y Horas vacías y La apañadora. Imparable, Alicia recibe la primera crítica /espaldarazo de la prensa en 1957. Entonces, Luis Felipe Angell ‘Sofocleto’, publica en El Comercio: “He tenido antenoche la gran satisfacción de escuchar las canciones y la voz de una muchacha bastante maltona… destinada a producir un despiporre musical en el país”.

Y así fue. La carrera de Alicia Maguiña y su compromiso con el Perú están reflejados en cada página de su libro, en el que, con esa impronta que le otorga su elegancia, habla también de su encuentro y conexión intelectual con José María Arguedas, de su desencuentro con Chabuca Granda –“siempre la sentí lejana y arrogante”–, de su corto pero feliz matrimonio con Eduardo Bryce (padre de sus dos hijos), de su arriesgada boda con Carlos Hayre, de la depresión que esa relación –“en la que viví situaciones muy graves”– le ocasionó, de su encanto por la moda y de cómo se debe bailar marinera. Grande, Alicia. //

Sobre Mi vida entre cantos: ​Coeditado por la Universidad San Martín de Porres y el Ministerio de Cultura, Mi vida entre cantos está prologado por Rodrigo Montoya y Rafo León. Vale rescatar esta frase de Montoya: “Tuvo Alicia Maguiña el coraje de navegar río arriba, desde que era una wawa, de vivir como quería, oyendo solo a su corazón”. Autora: Alicia Maguiña Páginas: 301.

*Esta nota fue publicada originalmente en febrero del 2019.

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