Dieciséis años después, Alonso Correa (26) se emociona al ver las primeras fotos que hizo para este Diario, cuando era un niño que se debatía entre el surf y el skate. “Me gusta correr tabla porque estás en el agua y eso es… más peligroso”, dijo Alonso en aquella entrevista, con apenas nueve años. Durante los Juegos Olímpicos de París, todo el Perú descubrió ese carácter impetuoso, cada vez que se deslizaba por un tubo del mar de Teahupo’o. “Una vez que empezaba el ‘hit’ y me tiraba al agua, todo era full adrenalina. No tenía mucho tiempo para pensar. Había que darlo todo”, cuenta mientras caminamos por la playa Señoritas, en Punta Hermosa, el balneario del sur donde vive junto con su novia. Una niña lo reconoce, se le acerca corriendo a pedir un ‘selfie’ y el deportista olímpico accede complacido. “Al principio, me parecía un poco raro que la gente me reconociera en las calles. Yo lo tomo con humildad y agradecimiento. Es bonito sentir que te apoyan e hinchan por ti”, comenta el surfista.
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