Los glaciares, lagunas y pastizales son el hogar de una de las poblaciones de alpacas (Lama pacos) más numerosas del país. Miles de camélidos son criados por las familias de la Comunidad de Phinaya, la Comunidad de Sallani y la Asociación Sibina-Sallma, quienes transmiten la ancestral práctica del pastoreo, de generación en generación. “La alpaca es mi vida. Gracias a ella vivimos acá. Los alimentos que compramos, la educación de nuestros hijos. Es todo”, explica Yolanda Quispe Higuera, de 40 años, comunera de Phinaya y guardaparque del ACR Ausangate.
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