Cuando se está allá arriba, el cielo es el único límite entre el acróbata y sus sueños. No hay toldo ni techo ni carpa que les ponga fin. Todo lo contrario: elevarse es el comienzo. Sobre todo, en los confines de un circo, reino paralelo en el que trapecistas, payasos, saltimbanquis, malabaristas, magos o acróbatas son soberanos en un mundo de sueños que desafía a la tristeza, la monotonía o la gravedad. ¿Cómo ver todo de otra manera si te acostumbraste a hacerte parte del aire desde tu infancia? ¿Cómo subsistir en este mundo si no es flotando?
Cuando a los cuatro años Ángelo Rodríguez pisó un circo, lo hizo como parte de la cuarta generación de una familia dedicada a él. Desde que su bisabuelo, titán de las acrobacias, voló por primera vez dibujando figuras en el aire, el pequeño supo que ese sería también su destino. Ángelo –un nombre que anticipaba su vínculo con las alturas– comenzó como payasito en los años 70, y fue aprendiendo luego otros actos, hasta que un día, viendo al público desde metros de altura, se dio cuenta de que se había convertido ya en otro acróbata del circo familiar conocido como el de “Las Águilas Humanas”.
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“Mi bisabuelo fue el primer acróbata de la familia. Mi papá hizo lo propio con el Circo Ringling Brothers desde los años 40″, cuenta Ángelo. Y agrega: “Las acrobacias eran parte de la vida cotidiana”. Pasó por el circo Montecarlo –donde aprendió elegancia y expresión escénica– y luego, a los 13 años, llegó al American Circus, “el que me abrió las puertas del mundo”, según nos dice. A los 16 ganó una beca para estudiar en la Escuela del Circo Ruso de Moscú. Hizo giras con ellos por países de tres continentes, hasta que el Cirque Du Soleil se fijó en él y lo convirtió, pronto, en el primer peruano en sus filas. Permaneció como parte de su elenco durante 26 años.
Artista en su elemento
“En mi primera presentación junto al Cirque Du Soleil, en Las Vegas, mientras escuchaba los aplausos, sentí como si recién me diera cuenta a dónde estaba llegando”, recuerda Ángelo. “Me tuvieron que cargar mis compañeros, porque me conmoví y lloré. Recién ahí entendí lo que me estaba pasando. Fue algo que me cambió, porque desde ahí tomé las cosas con más conciencia”. Aquella epifanía se dio durante la gira Alegría de la célebre compañía canadiense, la mayor productora circense del mundo.
Allí empezó una carrera ascendente que lo llevó a actuar junto a otros artistas de la compañía en ceremonias del Óscar, del Grammy o del Billboard, además de presentarse frente a presidentes, reyes, jeques o ante dos papas en el mismísimo Vaticano: Juan Pablo II y Benedicto XVI. También en shows privados, como el cumpleaños de Liz Taylor –en el 2002– o teniendo como público a Brad Pitt, Angelina Jolie, Michael y Janet Jackson, Lou Ferrigno o Paris Hilton. También recuerda cuando se presentó ante el elenco de la serie Six Feet Under, de la cual era fan, pero los actores fueron quienes le pidieron autógrafos a él. El momento más significativo, sin embargo, fue cuando viajó a Johannesburgo para ofrecerle un show a Nelson Mandela, en el 2013.
Hoy, con 50 años cumplidos, Ángelo Rodríguez, a pesar de sentirse tan elástico y flexible como siempre, ha considerado ya su retiro. Sin embargo, le dijo “sí” a la propuesta de volver a actuar en el Perú después de muchos años, gracias a quien considera su “padre artístico”, el empresario Ricardo Flores, promotor del American Circus. Si bien al final de esta temporada quiere viajar, descansar y disfrutar de su familia, apareció una nueva tentación: el Cirque Du Soleil lo ha vuelto a convocar. Mientras piensa si acepta o no la invitación, sigue volando por los aires tan ligero y ágil como el primer día que se vio convertido en lo que fueron su bisabuelo, su abuelo y su padre: un ángel acróbata dispuesto a desafiar la gravedad mientras alcanza el cielo. //
American Circus en Lima
Funciones: hasta el 30 de agosto.
Lugar: Explanada YOY Sur, Jockey Club.
Entradas: Teleticket y en boletería.