Un arco chino más grande y bonito que el de Capón plantado en algún lugar cercano a la cuadra 27 de la avenida Aviación. Ese era el objetivo de la comunidad peruano china para hacer de esta parte de San Borja un nuevo punto turístico de la ciudad. Las conversaciones con las autoridades municipales ya estaban en buen camino. Pero llegó la pandemia y las prioridades cambiaron.
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El alcalde que retome esta iniciativa podría darle a la ciudad un nuevo punto de interés, creen los miembros de dicha comunidad. Dicho arco todavía espera el triunfo. Nadie habla de reemplazar al pintoresco Capón, el barrio chino del centro de Lima, sino de darle otra alternativa a quienes quieran evitar el tráfico y hacer colas en los chifas siempre abarrotados de ese exitoso punto turístico de Barrios Altos.
Con arco o sin arco color rojo prosperidad, las cuadras de la avenida Aviación que van de la 25 a la 28 y amplios alrededores, incluyendo la avenida Las Artes, concentran restaurantes de comida oriental orgullosos de tener las recetas auténticas del antiguo imperio celeste. Visitar estos chifas es una oportunidad para salir del clásico arroz chaufa y sus hijos no reconocidos: el aeropuerto y el mostrito.
Hay platos que vale la pena disfrutar alrededor de un fowo o caldero donde uno mismo puede cocinar las carnes y vegetales de su elección. Este tipo de mesas con fuego propio pueden verse en restaurantes como El Jade y Hakka, donde usted debe probar un postre de mango con coco, típico del sur chino, como también una ronda de dantat, las clásicas leches asadas horneadas sobre hojaldre. La llamada torta de Belén fue llevada por los colonos portugueses y ahora los dantat son parte de la gastronomía asiática.
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“La mejor comida china en el Perú ahora está aquí”, asevera sin falsas modestias Ricardo Chuon, administrador del Hakka. Considere probar la gallina pachikai y el chancho asado del chifa Huadou o la chita al vapor con salsa de mensí del pequeño restaurante Haita. En el Wong King, como en los mencionados, disfrute de platos de Año Nuevo Chino, con un simbolismo cuya explicación verá en el recuadro a continuación.
Este domingo 22 de enero comenzará el Año Nuevo Chino, con el conejo como representación del ingenio y la rapidez mental. Aquí no vale el calzón amarillo, sino el rojo vital las familias chinas preparan banquetes repletos de simbolismo que, por suerte, también podemos disfrutar en los restaurantes de Capón y San Borja.
En la mesa de Año Nuevo siempre está presente el lechón asado, que invoca a la unión en familia; la gallina pachikay simboliza la paz y la confraternidad; el pescado 5 sabores, la riqueza; la bola de langostinos, la suerte. el cauyoc, la armonía y paz dentro de la familia. El tallarín, la larga vida. Los dantat, oro en abundancia. Los chintoy, suerte infinita. El pastel famara es otro plato que busca la unión de toda la familia
También existen peluquerías con carteles en chino donde la lengua principal no es el español. Vaya a una y salga con los pelos al estilo de Shanghai Surprise. Y, por supuesto, abunda una variedad de amplias tiendas con productos importados donde uno se siente entre Beijing y Macao. En el Hong Kong Market tienen salsa de ostión original y tung choy, es decir, rábanos secos que realzan las comidas al vapor.
Atrévase a probar fu yi: cubitos de soya fermentada que se comen cubiertos de azúcar como abrebocas. “San Borja se ha convertido en el nuevo barrio chino, desde que existe en el mundo una migración interna de los clásicos chinatowns hacia vecindarios modernos”, señala el historiador Miguel Situ. “Los primeros migrantes chinos llegaron en el siglo XIX, y a partir de los años 50 del siglo pasado empezaron a mudarse a distritos como Pueblo Libre y Jesús María, luego a Monterrico. Ahora los comercios se han ido estableciendo en San Borja”.
El alto tránsito de la vía del tren ha sido un factor importante. Es más, entre el eje de la avenida Javier Prado y la Av. Primavera no hay calle comercial que no tenga un negocio chino. Por lo pronto, ya existe una hermosa y rojiverde pagoda en el parque República Popular China, entre las avenidas San Borja Sur y San Luis. Los chinos siguen llegando. La corriente migratoria nunca se interrumpió. Primero fueron los trabajadores, después pequeños comerciantes y ahora vienen profesionales, emprendedores y grandes empresarios. Y la razón de que a muchos chinos les interese el Perú es por los lazos familiares. Siempre hay alguien en el otro lado cuando existe un proceso migratorio.
Y, como señala Miguel Situ, probablemente es más fácil para un chino originario del campo establecerse en el Perú que en cualquiera de las grandes urbes chinas, donde la competitividad es extrema. Para ellos el trabajo no es un castigo divino. Es parte de su visión de vida, donde la educación de los hijos y la conservación de sus tradiciones e instituciones está entre los objetivos principales. Ese empuje nos permite prever que el mentado arco chino pronto será una realidad en San Borja. //