Oscar García

En el momento más crítico de su cuadro de , cuando su salud solo empeoraba a cada hora que pasaba, los doctores de la UCI se acercaron a Silvana Castagnola (42) con un teléfono: “Tu pronóstico es malo. Te vamos a poner en coma. Puedes hacer dos llamadas rápidas”. En esa parte de su relato, Silvana se quiebra siempre. Recuerda que llamó a alguien cercano y le encomendó a sus hijos. Luego llamó a los chicos, uno de 18, la otra de 7. Les dijo que mami iba a volver pronto a casa, aunque no lo sabía. Fue como despedirse.

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Unas semanas antes de entrar a emergencia, Silvana creía que la enfermedad no la iba a tocar. Ella, que era deportista, que un fin de semana manejaba en bicicleta desde Jesús María hasta el malecón de Chorrillos, ida y vuelta, que tenía buenos pulmones, pensó que el coronavirus era solo para personas mayores o con comorbilidades. Pero había algo más: Silvana no creía en las vacunas. Tenía miedo de los posibles efectos secundarios. Pensaba que era mejor esperar y ver qué pasaba. No la quería ni para ella ni para su familia. Se dio cuenta tarde de su error.

CUANDO LOS ANTIVACUNAS SE ARREPIENTEN

Antivacunas arrepentidos: "las vacunas salvan vidas"
El conmovedor testimonio de Silvana Castagnola, que no creía en las vacunas y casi muere de Covid. Lo peor, cuenta, fue tener que despedirse de sus hijos por teléfono.

El año pasado conocimos el caso de Indira Jáuregui, de 49 años, que estuvo 18 días en cuidados intensivos por su rechazo a ponerse la vacuna contra el COVID-19, que ahora recomienda con convicción. Su resistencia no era tanto por un tema de teorías de conspiración, sino porque creía que, como terapeuta alternativa, los métodos naturales de sanación eran suficientes para protegerla. La cercanía de la muerte le hizo cambiar de opinión. “Pensé en lo que no hice y en lo que debí hacer. Me puse a pensar en mi familia, en el tiempo que no pasé con ellos por estar trabajando. Pensé en los abrazos que no di, en las llamadas que no hice”, le contó a la BBC este mes.

Indira Jáuregui se arrepintió de no haberse vacunado. Casi pudo morir. Dio a conocer su caso el año pasado. (Foto: Andina).
Indira Jáuregui se arrepintió de no haberse vacunado. Casi pudo morir. Dio a conocer su caso el año pasado. (Foto: Andina).

Desde la primera ola, muchos peruanos han sido víctimas de un tsunami de desinformación contra las vacunas, que no ha parado. Por ejemplo, se sospechaba mucho de la prisa con que estas habían salido al mercado. Además, estaban los bulos de que estas supuestamente modificaban el ADN o que con ellas te iban a implantar un chip para rastrearte en un plan globalista de control. De hecho no ayudó mucho el escándalo del ‘Vacunagate’, que llegó hasta el mismo Palacio de Gobierno, ni las afirmaciones sin fundamento de quienes señalaban en televisión que la primera vacuna que llegaba al Perú era solo “agua destilada” o que “daba más covid”.

Lizzie Camones con su hijo y su esposo. Sostienen en manos fotos del día que le dieron de alta y de su rehabilitación, a cargo de Essalud. (Foto: Essalud).
Lizzie Camones con su hijo y su esposo. Sostienen en manos fotos del día que le dieron de alta y de su rehabilitación, a cargo de Essalud. (Foto: Essalud).

La polarización política se inmiscuyó ahí donde quizá jamás debió meterse, la salud pública, y saboteó un proceso que pudo haberse llevado de manera más rápida. La desinformación hace a veces que no puedas ver lo evidente, incluso si la verdad está en tus narices. Es lo que le pasó a Lizzie Camones (38), que fue bombardeada de fake news a tal punto que minimizó la importancia de las vacunas, y eso que su madre fue una de las víctimas de COVID-19 durante la primera ola.

“Toda mi familia se vacunó. Mi hijo incluso organizó a sus amigos para vacunarse, pero yo no quise”, le cuenta a Somos, con la voz rasposa de quien se recupera de los estragos que deja esta enfermedad respiratoria.

Lizzie Camones desconfiaba de las vacunas por la información que le llegaba de las redes sociales. Hoy dice que es mejor informarse por medios serios. (Foto: Essalud)
Lizzie Camones desconfiaba de las vacunas por la información que le llegaba de las redes sociales. Hoy dice que es mejor informarse por medios serios. (Foto: Essalud)

La primera vez que Camones consideró en serio vacunarse no fue tanto por motivos médicos, sino para poder asistir a “la noche crema”, el gran evento del equipo de fútbol de sus amores, Universitario de Deportes. Lizzie, como Silvana, creyó que la enfermedad nunca le iba a dar, y fue en UCI que se arrepintió. “Pensaba en el dolor que les estaba causando a mis familiares en ese momento. En mis hijos, que podían necesitar mi ayuda”.

A Silvana Castagnola el covid le dejó secuelas. Perdió pelo, no podía caminar por su cuenta. Bajó 17 kilos y luego tuvo un efecto de rebote que ya está controlando. Está segura de que lo que la salvó fue la motivación. Antes de entrar en coma, tuvo la visión de su hijo casándose y su hija en un baile de quince años. Se dijo que tenía que vivir para poder ver todo eso.

Silvana Castagnola rezaba mientras estaba en UCI para poder abrazar de nuevo a su hija Rafaella, de siete años. En la foto, con ella y su perrita “Fresita”. (Foto: Omar Lucas).
Silvana Castagnola rezaba mientras estaba en UCI para poder abrazar de nuevo a su hija Rafaella, de siete años. En la foto, con ella y su perrita “Fresita”. (Foto: Omar Lucas).
/ Omar Lucas

A Camones la despertaron no hace mucho, el 31 de diciembre. Había estado dormida tres semanas. Abrió los ojos y encontró a un grupo de médicos a su alrededor, esperando para saludarla por haber vencido a la enfermedad. Era una fecha especial y hubo lágrimas. El amor que recibió en esa UCI del Hospital Sabogal fue fundamental para recuperarse. Incluso recuerda con cariño a la señora de la limpieza, quien en las mañanas le acariciaba la cabeza y le decía en voz baja: “Vas a salir de esta”. Ahora, Lizzie es una cerrada defensora de las vacunas. “Si no lo haces por ti, hazlo por tu familia. No pierdes nada vacunándote; más bien puedes ganarlo todo”

La opinión

Luis López, Médico intensivista del Hospital Sabogal - Essalud

La mayor cantidad de pacientes que ingresan a la UCI del Hospital Sabogal - Essalud son no vacunados. A ellos la enfermedad les agarra de una forma bastante sistémica y fuerte. Llegan con cuadros respiratorios graves. Son, lamentablemente, los pacientes que nos traen más carga, en todo sentido, los que más demandan equipos o atención. En nuestra UCI, el 70% de ingresos el mes pasado fueron de no vacunados, y el otro 30% era de vacunados pero con comorbilidades. Los pacientes no vacunados nos han contado que no lo hicieron porque tenían miedo de posibles efectos secundarios. Incluso, de manera anecdótica, puedo contar que hubo un paciente que no se vacunó porque tenía mucho miedo a las agujas y al hincón. Las redes sociales y los medios de comunicación poco serios han influido en que la gente tome muchas veces decisiones equivocadas”.

ANTIVACUNAS: Una desconfianza con historia

La primera resistencia a las vacunas se rastrea desde el siglo XIX, cuando se dieron leyes en Gran Bretaña para volver obligatoria la vacuna contra la viruela, que había matado a millones en Europa .Esta fue la primera vacuna que se creó en la historia y desde entonces ha salvado a millones de vidas. Según un informe de la BBC, a fines del siglo XIX, decenas de miles de personas protestaron contras las vacunas y su obligatoriedad. Los argumentos eran siempre morales y religiosos, nunca científicos. Algunos sintieron que el método (el virus de la viruela bovina) era insalubre y poco cristiano.

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