Parece increíble, pero en los últimos 70 años, la tecnología de transmisión de televisión cambió muy poco respecto a la que existía cuando llegó al Perú en 1958. Hubo avances, claro, en los aparatos: los vimos transformarse de grandes muebles con pantallas verdes a pantallas planas y negras; vimos cómo crecieron hasta las 100 pulgadas, cómo se encogieron en versiones de bolsillo y cómo pasaron del blanco y negro al color. Sin embargo, la tecnología detrás de la transmisión en el Perú cambió tan poco que, en teoría, una tele de los años sesenta aún podría captar programas de señal abierta como “Esto es guerra” o “El gran chef: Famosos”.
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Todo eso está por terminar: el próximo 31 de diciembre, el gobierno ejecutará el llamado “apagón analógico”, que significará la jubilación definitiva de los televisores antiguos. “Es la primera vez que algo así ocurre. Lo que sucederá es que, finalmente, se apagarán los transmisores de señal analógica ubicados en el Morro Solar, una tecnología antigua y poco eficiente, que será reemplazada definitivamente por la televisión digital terrestre (TDT), largamente superior a lo que conocemos”, explica el Mag. David Chávez, profesor de la sección de ingeniería de telecomunicaciones de la Pontificia Universidad Católica del Perú.
La llamada caja boba está al borde de un gran cambio, además de enfrentar muchos desafíos como la irrupción de los programas de internet, pero lo que no cambiaría sería el papel de la televisión como elemento cohesivo en la familia. Si bien estamos pegados a la individualidad de nuestros teléfonos o tablets, la TV sigue siendo ese gran unificador familiar que hemos conocido. Algunos consideran que la televisión cumple las funciones de una “chimenea moderna”, en relación al espacio que durante siglos congregaba a la gente a la hora de compartir un momento y escuchar historias.
La televisión igual hace la pelea dignamente. Un estudio que abarca a todo el país de ConcorTV, publicado el año pasado, señala que el 96% de peruanos ven televisión, frente a un 85% que navega por internet. Y el promedio de horas que un peruano pasa ante una tele es de tres horas, mientras que un 52% aseguró que ve televisión diariamente.
La tele está más cerca de la gente
La historia de la TV peruana es fascinante. En ella destacan sus pioneros y sus primeras estrellas. Todo empezaría en setiembre de 1939 con las primeras transmisiones de circuito cerrado realizadas por funcionarios del régimen nazi que habían llegado al puerto del Callao con equipos enormes y una misión propagandística de su régimen. Continuaría en 1955, cuando la Unesco y la RCA realizaron transmisiones de prueba en diez puntos del país, incluido una especial en la sede de El Comercio. Pero el año fundacional es 1958, con la primera transmisión del Canal 7 desde el edificio del antiguo Ministerio de Educación, en el jirón Abancay. Eran las épocas en que en el Perú había apenas 5 mil receptores que servían para poco, pues la señal era mala y la programación ínfima o casi inexistente.
Es en esta época cuando surge la figura de los pioneros de la televisión comercial, empresarios avezados que venían del mundo de la radio y habían decidido invertir en el nuevo invento. Nicanor Gonzales fundó America TV a fines de 1958 y Genaro Delgador Brandt y Genaro Delgado Parker harían lo propio con Panamericana TV. Fueron ellos quienes crearon el primer ‘star system’ peruano, con personalidades como Humberto Martínez Morosini, Kiko Ledgard, Pepe Ludmir, Pablo de Madalengoitia, a los que se sumarían después Augusto Ferrando y Pocho Rospigliosi.
“Yo nunca pensé que podía entrar a la televisión, de hecho no estaba en mis planes. Te puedo decir que a mis padres definitivamente nos les gustaba la idea”, cuenta la recordada Camucha Negrete (80), gran personalidad de la TV peruana en sus albores, quien ingresó a la televisión con 17 años, en 1962. “Me acuerdo que las cámaras eran enormes, unos cajones pesados, y los camarógrafos necesitaban ayudantes para cargar los cables, ¡eran pesadísimos! Y hacía un calor. Pero todo era tan emocionante. La ilusión de estar en un set, de grabar… Todo se hacía con tanto entusiasmo. Grabábamos hasta el amanecer y nadie se quejaba”.
El actor Adolfo Chuiman (78) tenía 12 años cuando la televisión llegó al Perú. Por eso, recuerda claramente la época en que la radio era la principal fuente de entretenimiento para las familias peruanas, hasta que la llegada de este nuevo medio lo cambió todo, incluyendo su vida. “A mí me llevó Genaro Delgado Parker, mi amigo, pero yo era un actor serio, formado en el teatro. Me veías interpretando obras de García Lorca o Shakespeare. Después empezamos a hacer comedia y café teatro, pero te digo algo: incluso en la televisión de esa época, hacer comedia requería preparación. Había que trabajar el personaje, conversar durante horas con el director. Pienso que en esos primeros años, cuando las comedias tenían historias sólidas, logramos hacer grandes cosas”.
Producciones de exportación
Muchas producciones peruanas se volverían legendarias. La telenovela “Simplemente María”, con Ricardo Blume y Saby Kamalich, llegó a hacer hasta 80 puntos de ráting en 1970. Por lo mismo, fue vendida a varios países, donde también fue un éxito. Similar acogida tuvo “Natacha” en 1970, producción que mereció un ‘remake’ igual de popular en 1990, con Paul Martin y la venezolana Maricarmen Regueiro. Para un segmento más adolescente, la telenovela “Carmín” (1985), con guiones de Augusto Tamayo y Mario Ghibellini, fue otro fenómeno juvenil que anticipó las novelas juveniles que produciría Iguana Producciones en los años 90. La diversión infantil estuvo a cargo de estrellas como Yola Polastri y Mirtha Patiño en los años setenta y ochenta, una posta que sería tomada en los años noventa por los exitosos programas “Nubeluz” y “Karina y Timoteo”.
La tele peruana vivió años difíciles en los años 90, cuando la exacerbación de la violencia y la vulgaridad de los programas de concurso y cómicos convertirían a la caja boba en el ‘punching ball’ de sociólogos y antropólogos. Sumada a la publicidad abiertamente sexista, se lograría crear un ambiente poco favorable para la convivencia. Esta situación empezaría a moderarse en la década siguiente.
“La TV, para mi generación, significaba compañía y era el artefacto más importante de la casa. En la mía había un Panasonic, y ahí veíamos programas como ‘Bonanza’”, recuerda el actor Carlos Carlín (53) desde Londres, adonde viajó esta semana para ‘el avant-première’ de “Paddington en Perú”. El artista, que este 23 de noviembre estará en Trujillo con su obra “Rudo”, nos cuenta que su debut televisivo fue en un comercial de cerveza, aunque es más recordado por “Pataclaun”, ese fenómeno televisivo que renovó los códigos del humor en la televisión de los noventa. Ahora, reflexionando sobre los retos de la industria, añade: “La gente está buscando cada vez más calidad, algo que hoy encuentra rápidamente en plataformas y aplicaciones de contenido específico. Entonces, cuanto más definan la personalidad y la calidad del producto televisivo, más será consumido por el público que lo aprecie”. //
Entrevista: Jacques Aragonés, Gerente de Marketing de América TV
¿Cómo ha evolucionado la televisión en lo que se refiere a su función social?
En cierta forma ha evolucionado y en cierta forma sigue siendo lo mismo. Lo gracioso de la televisión es que tecnológicamente no ha cambiado. Es una tecnología que sobrevive setenta años. Recién con la llegada de la TDT se está dando esta mudanza de ancho de banda. Pero en cuanto al rol, yo creo que permanece en cierta forma igual a sus orígenes, o sea, esa función de compañía, esa función de información, esa función de convertirse en el centro de los hogares, en el centro de las conversaciones dentro del hogar y por ahí después del hogar, permanece.
¿Cuánta gente consume televisión hoy día?
La televisión sigue siendo el medio de comunicación con mayor alcance, de lejos. Tú podrías decir que todo el mundo tiene internet, claro, pero los contenidos ahí están atomizados. Sin embargo, los tres principales canales de televisión en el Perú llegan a más personas que el resto de los medios juntos, por lejos. Y el modelo, es decir, el intercambio tácito de contenido por tiempo de publicidad se mantiene, en las generaciones al menos de ‘millennial’ para arriba.
¿Cuáles son los retos para la TV en los años que vienen?
Hay una serie de transformaciones en los hábitos, quizá en la generación Z es mucho más radical y popular el tema de plataformas alternativas. Sin embargo, eso no quiere decir que la generación Z no vea tele; ve televisión, y en cantidades bastante importantes, a medida que las generaciones van creciendo. El televisor sigue siendo el aparato de consumo de contenidos más importante de todos los aparatos disponibles.
¿En qué consiste la nueva estrategia de América?
América TV es más que un canal de televisión; es una generadora de contenido, historias y cultura popular. Nuestra misión en lo digital es expandir nuestro alcance y llegar a más personas. Nuestra estrategia se basa en el streaming, plataformas digitales alternativas, “second screen”, “catch-up” y todas las oportunidades que permitan a la gente consumir nuestros contenidos. Quien quiera ver a América en otros formatos tiene, por ejemplo, América TV Go. Nuestro contenido está disponible en la mayor cantidad de plataformas posibles: desde TV Go y Roku hasta YouTube, donde lo gestionamos directamente. La idea es alcanzar a la mayor audiencia posible, estés donde estés. Parece complejo, pero no lo es: la clave de la TV está en seguir contando buenas historias y tener un buen ecosistema de distribución. Sin una buena historia, no llegaremos a nadie. //