Durante años, por lo menos 20 años, Universitario reconstruyó sus cimientos en torno a un futbolista más que a un fútbol. Diría también que los actualizó, porque Eduardo Astengo, José Fernández o Fernando Cuéllar habían ya puesto algunas piedras: en la 'U' se tenía que defender, eso primero que todo, por encima de todo. Esos 20 años correspondieron a la vigencia de José Luis Carranza, un flaco volante de la 'U' que había nacido en el peligroso Rímac, oyendo como el río divide las oportunidades y es imán para lo muy malo o lo muy bueno. Fue él quien entendió que el puesto del campo que más se aplaude en este equipo es el medio, lugar de tránsito, donde correrse la cancha es, en verdad, comérsela.
No sale en las fotos de tapa ni es la camiseta más vendida, pero hay que ver cómo se aplaude en el Monumental a un señor que hace eso hoy, por ejemplo, Armando Alfageme.
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Con la cabeza pelada y los chimpunes que se heredan de los más viejos, Alfageme cruza Campo Mar U con la grave noticia que ni siquiera es tan grave: se va del club. Es diciembre del 2009 y aunque forma parte del plantel campeón, incluso debutó contra Melgar en diciembre, no tiene continuidad -ese de Juan Reynoso era un grupo muy pesado- y a los 19 años, los muchachos quieren jugar. Se va Garcilaso, que acababa de ascender. De todos los mensajes de aliento que recibe -es usual que los jugadores de la cantera busquen una chance en otro club, se vayan prestados-, es uno de alguien muy influyente en el comando técnico de ese año con el que se queda, una arenga:
-Solo depende de ti volver.
Luego se fue nomás, como muchos otros.
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Siete años después de la última vez que se puso su camiseta -regresó a la 'U' en 2011, ese caótico año de la 'U'-, Armando Alfageme firmó un contrato de 2 años con la 'U'. Posó junto a Nelinho Quina y Gary Correa en un hotel de San Isidro, ante una breve concurrencia de periodistas, más ocupados en los play off y en las fiestas de Navidad. Ese clima de paz, esa calma expectativa le cayó buenísimo pues aunque ya era un todocampista de 28 años, con destaque en Municipal y con presencia en la selección, en esta 'U' de urgencias no se espera. Hace ruido atroz la caída de un alfiler. La primera patada debe ser un gol, la primera carretilla debe asegurar un campeonato. En esa simpleza, hay pocos futbolistas que dan la talla.
Entonces, 37 partidos con la camiseta de la 'U' después, Armando Alfageme es hoy un emblema de su equipo. Tiene una gran deuda, sí: el gol. Es su carencia. Pero ha sabido disfrazar esa necesidad. Desde el trajín que se nota desde la tribuna y se aplaude con el gps -corre 10 kilómetros promedio por partido-, hasta la paciencia para saber que quizá otros compañeros deben lucir más y él encenderles mejor la luz.
Cruzado en los 70, Samuel en los 80, Carranza en los 90. Todos ellos -y muchos más- fundaron una idea sobre la 'U' que aplaudía todo lo que resume la palabra defender. El juego viene después, no antes. Armando Alfageme, el muchacho del Claretiano, ese que todavía se va a comer una pizza con sus patas, el profesional que se mete al gimnasio media hora antes de entrenar, sabe que eso es lo único que los hinchas de la 'U' premian. Los últimos equipos que salieron campeones aquí tenían siempre un futbolista que se podía pasar 3 días corriendo, por todos.
Lo que se llama, con orgullo, solidaridad.