La clásica estampa de Jaimito, el cartero, el personaje de “El Chavo del Ocho” que llevaba la correspondencia a la vecindad, es una imagen que ya no se puede repetir. En el Perú, hasta los años 80, todavía era posible ver a estos hombres casi siempre mayores y uniformados, con saco marrón, corbata y quepí, andando por las calles de Lima con sus grandes morrales colgando del brazo. Eran los carteros de a pie, figuras queridas en el barrio por ser los portadores de noticias familiares. Nada más grato que recibir una carta de un ser querido. Nada más triste que ver a un cartero alejarse sin haber tocado la puerta. Esos tiempos, así como los conocíamos, han cambiado.
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