El Gran Mercado Mayorista de Lima, ubicado en el distrito de Santa Anita, tiene 1.200 puestos, es visitado por 7 millones de personas al año y, a diario, recibe a unos 700 camiones cargados de todo tipo de frutas y verduras frescas.
Allí, en el principal centro de abastos de la ciudad, el día tiene otro curso y cada hora se afronta con una rapidez imparable, y eso lo saben los 15 voluntarios que van de lunes a sábado a recolectar víveres para ayudar a organizaciones benéficas a través del Banco de Alimentos del Perú.
Al que madruga...
Hace un año y medio que Rolando Fasabi, un joven Administrador de Empresas natural de Yurimaguas, Loreto, está a cargo del grupo, que con dedicación y paciencia, obtiene diariamente entre 4 y 5 toneladas de alimentos que sirven para hacer los almuerzos, ensaladas, mazamorras y demás platillos para comedores populares, albergues, asentamientos humanos y otros grupos.
"Antes de empezar les doy una charla motivacional de 15 minutos. Todo eso es para que salgamos con ganas y podamos convencer a los comerciantes de que sus productos, antes de que terminen en un contenedor de basura, pueden donarlos para un bien social", acota Fasabi de 25 años.
La jornada empieza desde las 8 de la mañana y se prolonga por unas cuatro o cinco horas ya que después de la recolección, el grupo también selecciona y distribuye los productos de forma equitativa entre los beneficiarios. "Recibimos frutas, verduras, hortalizas, tubérculos, de todo un poco. Desde una unidad hasta lo que nos puedan dar", señala Rolando.
... Dios lo ayuda
En el año y tres meses que lleva el proyecto en el Gran Mercado de Santa Anita el reto ha sido y seguirá siendo llegar a los comerciantes y hacer que ellos entiendan el uso que realmente se le dan a estos alimentos. “Nos tomamos el trabajo de sensibilizar y concientizar. En todo el tiempo que estamos acá, el 30% de los comerciantes ya dona. Ha sido una tarea difícil, pero nuestra meta es que todos nos apoyen y confíen en lo que hacemos”, explica Fasabi.
Y la comunicación ha sido tan efectiva, que en muchos puestos se separan los alimentos con anticipación para entregarlos a los voluntarios. Mientras que algunos comerciantes, como Junior Carlos Narváez, además de las donaciones diarias, hacen entregas ocasionales de alimentos en gran cantidad. “A veces hay un excedente y se produce el doble o el triple. Nosotros aprovechamos en donar eso. Mi familia se siente contenta porque sabemos que va a las personas que realmente lo necesitan”, dice Narváez.
Rolando también cuenta que otros comerciantes pueden llegar a donar hasta una tonelada de granadillas, caiguas, pimientos, etc, y que ellos mismos se ponen en contacto para canalizar la entrega de los alimentos.
Para Victoria Sende, otra de los comerciantes del Gran Mercado de Santa Anita, esta es una oportunidad para darle un buen uso a los alimentos y para que ellos puedan apoyar cada vez a más personas. “Ahorita estamos pasando por momentos muy difíciles, necesitamos unirnos todos”, explica la mujer.
Jornada gratificante
Todo lo logrado en Santa Anita es también gracias al trabajo colaborativo entre los voluntarios de las organizaciones benéficas que son aliadas del Banco de Alimentos. Una de ellas es Fedra Vanessa Lozada, que representa a la iglesia cristiana Calvary Chapell de Pachacútec, en Ventanilla, en donde unas 350 familias se benefician a diario con lo recolectado.
“Yo me siento muy feliz. Sabemos que lo que vamos a llevar a casa es para personas que necesitan y que se pueden hacer una ensalada con las lechugas y tomates, que pueden hacer una sopa con algunas verduras, o algo para comer. Siempre he dado todo de mi, he podido ser guiada siempre por el Señor y a pesar de este gran virus, no siento miedo. Yo creo que es el Señor, el que siempre me ha guiado y que nos está protegiendo a todos para seguir con esta labor”, explica Fedra.
Así como Calvary Chapell, a la fecha, el Banco cuenta con 230 organizaciones establecidas en las zonas periféricas y vulnerables de Lima. José Luis Quispe Guevara vive desde hace dos años en el AA.HH Hijos de Miyashiro, en el distrito de Chorrillos y al igual que Fedra, da cuenta de la gran ayuda que es recibir estos alimentos. “Nosotros hacemos una olla común para poder comer. Cada quien va donando algunas cosas, pero con esto ya tenemos asegurado el plato de comida, aunque sea para los niños”, dice el hombre.
Quispe Guevara ha empezado a ir hasta Santa Anita para apoyar a su comunidad. Los días que le toca hacer la recolección él y los demás miembros de Hijos de Miyashiro se suben al carro de uno de los vecinos y trabajan arduamente para recolectar las frutas y verduras. El motivo de José Luis es poder llenar el estómago de sus dos hijos ya que con la pandemia por la COVID-19, su trabajo como mototaxista se ha visto paralizado.
Además de su apoyo en Lima, la organización, fundada en el 2014, se encarga de entregar donaciones a 13 regiones del país haciendo de intermediario entre empresas privadas y estos grupos, con la finalidad de entregar alimentos en óptimas condiciones y cumplir con su objetivos, que son reducir el hambre, el desperdicio de alimentos, las tasas de anemia y los índices de desnutrición.
Sepa más
- El Mercado Mayorista de Lima genera 60 toneladas de deshechos diarios, de los cuales se estima que el 80% son residuos orgánicos.
- Esta labor se da gracias al apoyo de la Empresa Municipal de Mercados de Lima (EMMSA) y a los comerciantes del centro de abastos.
- Con este proyecto se benefician alrededor de 15 mil personas, entre niños, niñas, adultos mayores, etc. que se encuentran en situación de vulnerabilidad.
- Durante el Estado de Emergencia, (desde el 16 de marzo hasta el 30 de junio), el Banco de Alimentos ha recaudado 286.5 toneladas de alimentos.
- Si estás interesado o interesada en sumarte a la labor de esta organización puedes buscarlos en sus redes sociales de Facebook, Instagram o en www.bancodealimentosperu.org