Rafaella León

“Nosotros SOMOS la revista que nace para entretenerlos, canalizar sus voces y quién sabe… hacer algo por sus sueños”. Editorial del primer número de Somos, publicado el 13 de diciembre de 1986.

Hay personas inclasificables, o mejor dicho, que han hecho tanto, de todo, y con igual pasión, que es difícil encasillarlos o definirlos con pocas palabras. Quizá lo primero que habría que decir sobre (Lima, 1944-2022) es que era un espíritu inquieto. En buena cuenta, era un soñador –el soñador que todos quisiéramos ser–, solo que él era además realista y práctico. Por eso los sueños (palabra que cierra el editorial con el que inauguró Somos, hace 35 años) fueron el origen de todos sus proyectos. Y esa es quizá la gran característica de quienes creen y crean sin parar.

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Lo conocí verdaderamente a fines del 2021, mientras trataba de reunir recuerdos de los años en que se fundó la revista Somos, pues se acercaba su aniversario número 35. No trabajé directamente con él, pero cuando asomaba por la redacción de la revista, en el enorme local del Centro de Lima, nos hacía un saludo afectuoso: se había convertido ya en el gran divulgador de la gastronomía peruana, una de sus más reconocidas pasiones. Siempre mantuvo intacto el cariño y un interés por todo lo que fuera sucediéndole a la revista que él soñó a mediados de los 80 y que, a punta de constancia, logró sacar adelante. Así que en octubre o noviembre le escribí un WhatsApp con una propuesta: sentarnos a charlar de los viejos y los nuevos tiempos. Un encuentro de épocas entre el primer editor y la actual editora. “Compré por entero tu idea… Me has alegrado el día y ya empiezo a pensar en los detalles”, fue su respuesta inmediata, pese a encontrarse fuera del Perú.

“No me prendas sin amor, no me apagues sin sazón”, te nía escrito Bernardo en la pared de su coci na. Una frase con todo su sello, que usaba con frecuencia.
“No me prendas sin amor, no me apagues sin sazón”, te nía escrito Bernardo en la pared de su coci na. Una frase con todo su sello, que usaba con frecuencia.
/ ELIAS ALFAGEME

Así era Bernardo: un hombre que no temía ‘lanzarse a la piscina’ y experimentar ideas nuevas, propuestas inesperadas. A todo le iba poniendo su estilo y mejoraba la iniciativa hasta convertirla en un producto mejor.

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Dos semanas después me abrió la puerta de su departamento en el malecón Armendáriz, con ventanales que miran hacia el mar. Todo el tiempo nos acompañó un chihuahua educadísimo que respondía graciosamente a cada una de sus órdenes e indicaciones. Nos sentamos en su terraza sin dejar de hablar, aunque él me pedía que le recordara algunos nombres y fechas, porque de pronto los había olvidado. Esa tarde le pregunté cómo así nació la idea de crear Somos.

Bernardo Roca Rey, presidente de APEGA, en su viñedo El Milagro. El cuál está ubicado en pleno desierto de Paracas.
Bernardo Roca Rey, presidente de APEGA, en su viñedo El Milagro. El cuál está ubicado en pleno desierto de Paracas.
/ Omar Lucas

A mediados de los años 80, él regresó al Perú después de vivir en Europa durante 15 años. En Suiza estudió Física y Química, pero pronto se interesó por la bioquímica, la biología y la genética molecular (se graduó y trabajó en la Facultad de Ciencias Biológicas de la Universidad de Sevilla). De vuelta en Lima, le propuso a los directores de El Comercio escribir una página científica. En cambio, le pidieron que escribiera sobre gastronomía. Empezó publicando todos los viernes una página. Mientras tanto, daba clases en la Escuela Militar de Chorrillos y en la Universidad Villarreal. Dos lugares con una carga simbólica fuerte para él: el primero representaba a los militares que habían expropiado el Diario de su familia, unos años antes; y el segundo era la casa de estudios de los apristas, que recordaba amargos episodios protagonizados por aquel partido político, también contra el Decano.

Impetuoso, un día les dijo a sus tíos Miró Quesada: “Hace falta una revista para El Comercio”. En Francia había trabajado para Le Figaro, que era un mensuario. “Yo quería hacer algo así, pero una vez por semana, y con papel cuché”, me explicó sobre esos inicios. En El Comercio no estaban tan convencidos de la idea, pero de todas formas aceptaron y le dieron un plazo de tres meses para que demostrara que el suyo podía ser un producto exitoso entre los lectores.

Bernardo nunca perdía la oportunidad de dar rienda suelta a su talento culinario. En la foto, valiéndose de un soplete, les da el toque final a unas empanadas de conchas de Paracas.
Bernardo nunca perdía la oportunidad de dar rienda suelta a su talento culinario. En la foto, valiéndose de un soplete, les da el toque final a unas empanadas de conchas de Paracas.
/ Omar Lucas

Al inicio, él y un pequeño equipo hacían de todo. Sus vecinos y amigos –entre ellos, Fernando Ampuero, Sandra Mulanovich– caían en su casa para armar desde cero las páginas: unos redactaban, otros diseñaban, con programas sofisticados que en esa época el Diario no utilizaba. Mientras tanto, logró que en la rotativa se consiguiera una plancha para impresión en formato A4. Pero en ese entonces (1986) solo se imprimía con un papel tipo bulky. Bernardo buscó la manera de llevar la carátula a otro lugar, y que se hiciera en fino cuché.

“Yo mismo iba a las comisiones, a las sesiones de fotos, poníamos las luces. Me movía para buscar avisaje... Casi todos los textos de los primeros números son escritos por mí”, recordaba riendo. Gastronomía, patrimonio, ciencia y movida cultural fueron los grandes ejes temáticos, además del personaje de portada cada sábado. “Era importante que en la semana hubiera un día para descansar de los problemas y que ese día fuera el sábado”, me dijo. “Al tercer mes, Somos logró funcionar”, recordaba.

Tras hacer que la revista marchara sola, pasó a ser director de Publicaciones y Multimedios del Grupo El Comercio, área en la que se diseñaron y editaron finos libros de gastronomía, además de enciclopedias y tomos de lujo, varios de ellos premiados en el mundo. Nunca dejó el periodismo, al contrario. Encaminó el diseño y salida al mercado de los diarios Trome, Perú21 y Gestión, y en 1997 empezó a soñar con un canal de televisión de señal ininterrumpida de noticias, una aventura 100 por ciento digital que vio concretarse dos años después, y que llamó Canal N. Por la labor periodística en defensa de la democracia, en el 2003 Roca Rey fue distinguido en Palacio de Gobierno con la Orden del Sol del Perú en el grado de Gran Cruz.

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Aquella conversación en su departamento iluminado, en noviembre del año pasado, se cerró con un almuerzo especial que él mandó preparar. En la cocina lo ayudaba un joven cocinero cajamarquino que traía a la mesa implementos extraños: una piedra grande y caliente, una olla de barro, un soplete de cocina. No era raro: Bernardo siempre tuvo discípulos que aprendieron de sus secretos en la preparación de insumos peruanos y que él bautizó como ‘cocina novoandina’. Varias generaciones de chefs se nutrieron de sus consejos y secretos. Como en una ceremonia de despedida, colocó langostinos frescos sobre la piedra humeante, echó ají cortado, hierbas, pisco y jugo de limón. Todo se fue cociendo en su punto. El postre fue un espectáculo: el helado de frutilla acentuaba sus sabores bajo una gran tapa de vidrio, con una niebla blanca que ahumaba en frío. No teníamos nada que celebrar, no era un día especial, sino un jueves cualquiera en que un hombre disfrutaba del momento al máximo, como si fuese el último. //

Así lo recuerdan sus familiares y ex colaboradores

Hirka Roca Rey (editora gastronómica)

“Tengo muchos recuerdos de cuando mi papá comenzó con Somos. Él compartió conmigo cada detalle (como lo hizo siempre con sus cosas). Propuso hacer un magazine ilustrado que tuviera entretenimiento, cultura, con buenos columnistas y una mirada visual, gráfica, e impresa con otro tipo de papel (que en ese momento no se usaba). Él nos demostró a todos que el mundo del periodismo avanzaba hacia eso: la segmentación de contenidos. Recuerdo el día que escribió en un papelito el nombre palíndromo (que se lee en ambos sentidos) que imaginaba para este magazine. Le daba vueltas hasta que me dijo: “¡ Este queda!, ¿te parece? Es inclusivo… SOMOS todos”.

Rosa María Palacios (abogada y periodista)

“Tienes que meterte a los teléfonos. ¿ Sabes cuántos Androids se importaron el año pasado? Las noticias se van a ver en los celulares. Ese es el futuro”. Hoy parece obvio. No lo era cuando Bernardo me lo dijo en el 2013, en la última aventura que corrimos juntos. Siempre fue un visionario, con una imaginación que no entendían todos los que le ponían freno para volar. Se resistió a vivir en la realidad, se estrelló algunas veces y levantó altísimo vuelo muchas más. Ya te extraño, Bernardo”.

Luis Miró Quesada Villarán (miembro del directorio del Grupo El Comercio)

“Su personalidad era única, de muy buenos modales, labia fluida y cultura afilada, la cual contrastaba con su entrañable humor de niño pícaro. Bernardo fue en esencia un motivador e innovador nato que vivió insatisfecho con el statu quo, una combinación creativa perfecta que le permitió revolucionar y revitalizar la cocina peruana, impulsar el primer canal de noticias por cable en el Perú, posicionar su propia marca de vino peruano en el extranjero y, conmigo, liderar un portal digital de noticias y una agencia de contenidos multimedia. Fue mi socio, mi tío y gran amigo y en el tiempo tuvimos tantos acuerdos como desacuerdos, pero nunca dejó de inspirarme un gran respeto y admiración”.

Eduardo Lavado (ex editor de Somos)

“Bernardo Roca Rey fue un emprendedor acostumbrado a mirar fuera de la caja alrededor de las grandes pasiones que tuvo en su vida: el periodismo y la gastronomía. Fue él quien dio forma a ese laboratorio creativo llamado Servicios Especiales de Edición, desde donde se creó uno de sus hijos predilectos, Somo s, en 1986. Pero no era de los que se dormían en sus laureles. Inquieto e inconforme, dio vida luego a TV+ y otros productos de nicho ( Rueda s y Tue rca s, P C W o rld, Maniquí y V ist o Bueno) cuando en los 90 nadie hablaba de influencers, bloggers o geeks”.

Cucho La rosa (cocinero)

“Converso con mis hijos, Daniela y Bernardo, y siempre nos detenemos en aquel momento, a comienzos de los 80, cuando Bernardo y su amada Sandrita me abrieron las puertas de su hogar y me premiaron con dos hermanitas, Hirka y Cinthia. Poco antes de eso y ya seducido por su estrella, nos permitió a quienes lo rodeamos, aprender, entender, razonar y tomar decisiones; es decir, a trabajar creando arte y haciendo patria. En su casa, en su oficina, en su biblioteca, Bernardo dictaba cátedra y mostraba el camino de lo que sería la cocina peruana en el futuro cercano. La investigación y el presente le dieron la razón: la cocina novoandina despertaría por siempre la intensidad y el afecto por la historia del Perú de todas las épocas. Su propuesta era cultura infinita, aventura y sazón. El universo de anécdotas es inmenso, no siempre alrededor de lo culinario, aunque sí, porque debido a su insistencia fui a apoyar a un restaurante, al cual yo no quería ir. Pero el destino, la buena estrella y su consejo me hacen conocer allí a Carmencita, con quien me casé a los 40 días de conocernos, una locura que Sandra y Bernardo apoyaron con la energía del amor”

Fernando Ampuero (escritor y periodista)

Bernardo Roca Rey fue un hombre honesto y un ejemplo de calidad humana. Su espíritu emprendedor y creativo corría parejo a su temperamento afectuoso. Si tenías la suerte de que te considerara un amigo, podías dar por seguro de que esa amistad sería noble y formidable. Individuo visionario y tenaz, defensor del periodismo libre, cocinero eximio y navegante apasionado, y, ni qué decir tengo, empresario de mil proyectos que incluían no solo exitosos diarios, revistas y canales televisivos, sino también la edición de libros y la encomiable avidez de producir sus propios piscos y vinos. Con Bernardo, mi vecino oceánico en Miraflores y Punta Hermosa, compartí toda suerte de anécdotas, ya fuera en nuestros agitados días de trabajo como en los divertidos viajes y, sobre todo, en sus bien servidas y conversadas tardes playeras de verano; tales experiencias de vida cimentaron nuestra amistad. Termino esta nota mencionando a Álvaro, su querido hermano, de quien recibí la triste noticia. Mi aturdimiento fue tan aplastante que ni siquiera alcancé a expresar cuán profundo es ahora el vacío que ocasiona esta ausencia. Le conté que en enero hablé con Bernardo y me dijo que estaba gravemente enfermo, pero que pensaba seguir viviendo como si no supiera nada, trabajando en sus nuevos proyectos. Me despedí de Álvaro, imaginándome algo que muchos ya se estarán diciendo a sí mismos: que en la vida siempre hay que felicitarnos de haber conocido a gente como Bernardo.

Cecilia Durand (Directora Editorial de Rayo Verde)

Bernardo siempre estaba lleno de ideas, nos ponía retos a cada momento y la valla alta. Hicimos un superequipo editorial en la Dirección de Publicaciones y Multimedios, con muchas publicaciones celebradas y premiadas, gracias a la confianza que nos tenía. Era un hombre positivo, siempre decía: “Todo cae por su propio peso, princesa: tranquila y espera”. Finalmente, todo se acomodaba y seguíamos adelante.

Raúl Castro (Decano de Comunicación de la U. Científica del Sur)

“Lo que haremos serán periódicos mentales”, me dijo riendo la primera vez que nos reunimos. Fue el siglo pasado, pero lo tenía claro antes del mundo 2.0. Y sí, sonaba a ciencia ficción, pero el placer de trabajar con él era que siempre, con una sonrisa, hacía realidad lo ilusorio. El primer guion del Lugar del Memoria, por ejemplo. Solo su integridad fue equivalente a su creatividad, por eso a él llegaron los vladivideos y con eso empezó el fin de una era de corrupción.

Claudia Burga Cisneros (Editora gráfica)

Bernardo me dio la oportunidad de desarrollar todo mi potencial y creatividad. Empezamos en 1985 un hermoso proyecto. Recuerdo esa noche en su casa viendo qué nombre pondríamos a la nueva revista que hacíamos: “Ya está aprobado el nombre”, nos dijo. Así nació Somos. Luego siguieron años de increíbles proyectos llenos de creatividad, ideas audaces y desafíos guiados con sabiduría y alegría.

María Elena Pease (asesora pedagógica de Aprende en Casa)

Lúcido e inspirador, Bernardo era un director que daba las claves para las rutas a seguir, pero nos dejaba resolver para retarnos, daba espacio para explorar nuestras posibilidades de llegar más lejos. Así lo re- cuerdo, con el agradecimiento de haber tenido la oportunidad de verlo impulsar hermosos proyectos, sin mostrarse perfecto ni esperar que lo seas.

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Bernardo Roca Rey

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