Luis Miranda

Muchos de ellos están entre nosotros. Son amigos o compañeros de trabajo o hijos de vecino. Pero, en las circunstancias de mayor peligro, se convierten en héroes. Estamos hablando de losdel Perú y —especialmente— de los miembros de una de las compañías más reconocidas y queridas del país: la Garibaldi 7.

La valentía de estos jóvenes se hizo legendaria desde los tiempos en que su cuartel estaba en el corazón del Callao. Los más humildes hijos de pescadores o estibadores se enrolaban para sorprender con su valor y coraje. Con la modernidad, ese arrojo se ha convertido en una estricta preparación para enfrentar no solo incendios, sino cualquier situación que demande salvar vidas. De hecho, Garibaldi 7 se distingue por haber fundado en 1964 el servicio de rescate de los bomberos en el Perú, una actividad de riesgo que no estaba normada ni organizada como especialidad.

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Actualmente, tienen un arsenal de herramientas diseñadas para abrir —por ejemplo— carros aplastados en un choque o cortar metales. Ellos fueron los que estuvieron más cerca de rescatar a los jóvenes encerrados en un contenedor en el tristemente recordado incendio del edificio Nicolini del 2017, en Las Malvinas, pero tuvieron que retirarse ante el inminente colapso del inmueble.

El bombero experto en seguridad Víctor Jara y su compañero Juan Carlos Bazalar contemplan una reliquia guardada en Garibaldi 7: una carreta cisterna que debía bombearse por fuerza humana.
El bombero experto en seguridad Víctor Jara y su compañero Juan Carlos Bazalar contemplan una reliquia guardada en Garibaldi 7: una carreta cisterna que debía bombearse por fuerza humana.

Estos inquietos bomberos dieron otro paso adelante en 1982 y fundaron la brigada de rescate en el mar, y es que a ellos nadie les ganaba dominando las olas de la mar brava del Callao. Fueron los primeros y únicos bomberos-salvavidas de la historia peruana.

Lewis Mejía Prada, periodista y miembro de esa institución desde sus 13 años, destaca que, de las cuatro compañías formadas en el siglo XIX por los inmigrantes italianos, la Garibaldi del Callao es la “más joven”, y fue fundada el 25 de enero de 1873 a partir de un club de amigos formado por comerciantes y bomberos.

“Ser garibaldino del Callao es motivo de gran orgullo. Nos sentimos dueños de un raro privilegio. Herederos del carácter fuerte de la gente del puerto, trabajadores, francos, valientes, fraternos. Además, nuestro número de orden es el siete, el de la perfección”, dice Lewis con su infaltable picardía.

Bomberos de Garibaldi 7 reunidos en su local de av. De La Marina, en La Perla, con su comandante Luis Peter (tercero de la segunda línea), la segunda jefa Flor de María Moya (a su lado) y un grupo humano conformado por gente del pueblo chalaco con las más diversas ocupaciones.
Bomberos de Garibaldi 7 reunidos en su local de av. De La Marina, en La Perla, con su comandante Luis Peter (tercero de la segunda línea), la segunda jefa Flor de María Moya (a su lado) y un grupo humano conformado por gente del pueblo chalaco con las más diversas ocupaciones.

Hace un par de meses una joven llegó en un auto a la puerta del cuartel en plena avenida de la Marina a pedir ayuda. Sentía que no llegaba al hospital. Estaba en plena labor de parto. Los bomberos que hacían turno decidieron atenderla allí mismo. Así, una niña nació en perfecto estado de salud atendida por los hombres y mujeres de Garibaldi 7. La presencia femenina en la bomba Garibaldi ha evolucionado a tal punto que hoy son varias las mujeres que ocupan cargos de liderazgo, como la comandante Flor de María Moya Bustíos, actual segunda jefa de la unidad de bomberos chalaca. Su joven hijo también es bombero.

Uno de los rescates más sonados de esta compañía ocurrió en el 2021, en Ventanilla. Tres obreros parecían muertos dentro de la enorme cisterna de un camión de combustible que entraron a limpiar, sin prever que podrían intoxicarse. Otros bomberos y policías habían intentado rescatarlos, pero ante la ausencia de señales de vida se dieron por vencidos. Solo se esperaba la llegada del juez para recoger los cadáveres.

La capitana Katherine Villarreal y el retrato de Nicolás Santa Gadea, el joven bombero de 21 años que perdió la vida luego de realizar varias acciones heroicas.
La capitana Katherine Villarreal y el retrato de Nicolás Santa Gadea, el joven bombero de 21 años que perdió la vida luego de realizar varias acciones heroicas.

De pronto se escucharon unos leves quejidos y otra vez llamaron a los bomberos. El jefe de turno convocó a los bomberos de la Garibaldi 7. Los voluntarios Nicolás Santa Gadea y Paolo Maldonado, ambos de 21 años, se vistieron con trajes especiales y entraron a ese espacio oscuro y lleno de paredes internas. Luego de arduos esfuerzos lograron rescatar a las tres personas que, como se dice, volvieron a nacer.

Pero no todas las historias tienen final feliz. El joven Nicolás fue uno de los fallecidos en el reciente accidente del aeropuerto Jorge Chávez en noviembre pasado, cuando un avión impactó con el vehículo de rescate en un caso que aún no ha quedado del todo aclarado. Este año Nicolás Santa Gadea iba a ser condecorado por los 150 años de la institución, a la que entró con la ilusión de servir al prójimo. Su casco reposa sobre su armario y un retrato muestra su sonrisa.

Son 150 años de una compañía que sigue adelante gracias a donaciones y un apoyo estatal que no siempre es suficiente. Pero sobre todo, sigue adelante por el gran corazón de sus voluntarios. //

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