Bon Jovi regresó a Lima luego de nueve años para un concierto en el Estadio Nacional. La capital fue la última ciudad de su gira This House Is Not for Sale. (Foto: @bonjovi)
Bon Jovi regresó a Lima luego de nueve años para un concierto en el Estadio Nacional. La capital fue la última ciudad de su gira This House Is Not for Sale. (Foto: @bonjovi)
Vanessa Cruzado Alvarez

El anuncio del regreso de causó sorpresas: abría el concierto y su presentación iba a ser en el Estadio Nacional, un recinto más grande al de su primera visita a Lima. Por último –y quizás lo más importante-, la capital era la última ciudad de This House Is Not for Sale, gira promocional que lleva el mismo nombre de su decimotercer álbum de estudio. La logística en el José Díaz fue buena: cámaras en lugares estratégicos que captaban todo lo que ocurría en el escenario y después lo proyectaban en las tres pantallas gigantes. Una pasarela que daba más proximidad al público con el artista. Un buen sistema de luces y audio. Todo listo para recibir a dos bandas de lujo. ¿Qué podía salir mal?

Goo Goo Dolls tardó 15 minutos en salir a escena. John Rzeznik, el chico cuyo corte solía tapar su ojo derecho, apaciguó con una gran sonrisa. Era la primera vez que, junto a la banda, visitaba Latinoamérica y ya había escuchado que solemos ser exigentes. Fueron 14 canciones las que la banda ofreció a los asistentes, siendo Iris la más –por no decir la única- entonada. Pensé que, siendo una banda de gran trayectoria, habría mejor respuesta.

John Rzeznik y Robby Takac de las Goo Goo Dolls llegaron al Perú junto a Bon Jovi. (Foto: REUTERS)
John Rzeznik y Robby Takac de las Goo Goo Dolls llegaron al Perú junto a Bon Jovi. (Foto: REUTERS)
/ PILAR OLIVARES

Antes de seguir, debo hacer una confesión: tuve la suerte de asistir al concierto de Bon Jovi en el 2010. El nivel vocal de Jon era otro en ese entonces. Incluso, bailó en varias canciones. El público fue bastante enérgico y el cierre fue magistral: con fuegos artificiales incluidos. Para esta presentación, tenía en mente que la banda venía de Rock in Río, un festival en donde la demanda es mucho mayor. Supe que la energía no iba a ser la misma.

Los músicos originarios de Nueva Jersey salieron 9:30 p.m. y arrancaron con This House Is Not for Sale. Los asistentes, cómo no, sacaron los celulares para intentar registrar el inicio de un concierto que apuntaba a ser magistral. Intentando compensar la ausencia de nueve años, siguieron con Born to be my baby. Los asistentes siguieron el ritmo, pero notaron algo –que después se empezó a comentar entre canciones- en la voz de Jon. Eso poco importó, teníamos en frente a una banda legendaria.

El problema era que cada vez que Bon Jovi tocaba temas no tan populares, los asistentes no cantaban. Así de duro. Así de decepcionante. Quien escribe esta nota estaba en cancha 1, lateral derecho. La banda podía vernos sin problemas y nosotros a ellos. Se dieron cuenta de la frialdad de quienes estaban cerca. Personalmente, el momento más vergonzoso fue en Wanted dead or alive. Una canción que se lanzó en 1986. Año en que esta redactora ni siquiera nacía, pero había escuchado tiempo atrás. Está en el top 5 de canciones del artista en Spotify. Con ese humor que caracteriza al vocalista, incluso preguntó, tras los primeros acordes, si conocían la canción. Dejó que el público “cante” la primera estrofa. Al menos, quienes estaban alrededor y delante de mí, no corearon. Simplemente miraban.

No es una regla conocer todo el repertorio de un artista para asistir a un concierto. A veces, se suele ganar más seguidores cuando te escuchan en vivo. Si Bon Jovi estaba de gira promocionando un disco, lo mínimo que podíamos hacer era escuchar –por lo menos- un par de canciones. Es la única forma de hacerle saber a un músico que apoyamos su trabajo. En tiempos donde existe YouTube, Spotify, Apple Music y otras plataformas musicales, no hay excusa para no escuchar sus nuevos proyectos. Decir que la radio tiene la culpa por pasar las canciones de siempre –como señalan usuarios en redes sociales- no es justificación.

Es cierto que el Captain Kid ya no canta como antes. Por momentos parecía que recitaba las canciones. En varias partes del concierto se apoyaba de sus músicos, quienes hicieron un extraordinario trabajo. En canciones más populares como Livin’ on a prayer, We Weren’t Born to Follow, In these arms, It’s my life o Bad Medicine, el público sí estaba ahí –aunque pudo ser mejor. El repertorio constó de 17 canciones. Pudo ampliar el setlist y qué mejor hacerlo en el último concierto de la gira. ¿Se han preguntado por qué no lo hicieron? Tal vez tiene que ver con el cansancio físico de los músicos. Tocar 98 conciertos en 24 países no es nada fácil. Sin embargo, no descarto que el público haya influido en esa decisión. A muestra un botón:

Ese video fue publicado en su cuenta de Instagram tras una espectacular noche en Rock in Rio. La banda tocó Always en tierra carioca, una de las más pedidas al final del show en Lima y que no interpretaron. Vuelvan a reproducir el video y escuchen. Ahora pregunto, independientemente de la canción: ¿estábamos coreando así? ¿Fuimos buen público?

Que quede de lección para futuras presentaciones ya que se vienen artistas de talla como Bryan Adams, Muse, The Strokes, Franz Ferdinand, LP, entre otros. Energía, pasión y respeto. Eso es lo que hay que mostrar. Eso es lo que importa.//

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