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El último 3 de octubre –días después de que el presidente Martín Vizcarra disolvió el Congreso–, la Marina de Guerra celebró, por primera vez en su historia, una ceremonia de pase al retiro de perros de la Unidad Canina Naval.
En esta ceremonia, canes de los cinco pelotones de la unidad fueron condecorados con una medalla. Y en un acto simbólico, sus guías les retiraron los arneses que estos vistieron durante sus cinco años de servicio.
Después del retiro, los canes –la mayoría de ellos de entre 5 y 7 años– serán dados en adopción para continuar sus vidas lejos del riguroso trabajo en cuarteles, embarcaciones y patrullas.
El jefe de la Unidad Naval, Franco Piazzini, explica que para las adopciones primero publica una lista al interior de la institución para escoger a las nuevas familias de los perros.
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“Normalmente a todos se los llevan muy rápido. Se buscan voluntarios primero dentro la Marina, porque así es más fácil saber de quién se trata y, de alguna forma, te garantiza que tendrán buen cuidado”, añade.
–Binomio: perro y guía–
K–9 (k–nine, que suena muy parecido a “canino”) es una denominación internacional para los perros que cumplen labores policiales y militares.
Al promediar los seis meses de edad, los guías navales empiezan a entrenarlos con órdenes básicas. Así desarrollan en estos la disciplina, capacidad de obedecer órdenes y otras habilidades.
Después de una evaluación de competencias, los canes son distribuidos en uno de los cinco pelotones con los que cuenta la Marina de Guerra del Perú, donde reciben un adiestramiento especializado. Estos son:
-Seguridad
-Antidrogas
-Detección de explosivos
-Búsqueda y Rescate
-Exhibición
La Unidad Canina Naval fue fundada en 1973 y su principal función era dar seguridad en la isla de San Lorenzo, relata el capitán de Navío, Sergio Cobos Chavarri, jefe de la Policía Naval, a la que está adscrita la Unidad Canina.
Ahora –agrega Cobos–, la institución cuenta con más de 110 canes e incluso reciben a perros civiles para entrenamiento.
