Pensar que hace un año, más o menos, sentados en una de las primeras filas de preferencial en el Wanda Metropolitano, Erick Osores y yo pedíamos bendición para las manos trabajadoras de nuestros padres, que tuvieron a bien pagar nuestras carreras como inofensivos periodistas deportivos.
De todos los espectáculos posibles que permitía el fútbol antes de la pandemia del coronavirus, una final de Champions League era uno de esos rubros tipo Disney que había que cumplir.
El fútbol es un juego que no resuelve nada, solo da alegría. Pese a la crisis sanitaria mundial, la final de la Champions League entre Bayern Múnich y PSG (2 p.m. hora peruana), será sonrisa. Breve, pero sonrisa.
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¿Ha terminado la Edad de Oro de Messi en Barcelona?
Más Champion de la Champions que clubes centenarios como Manchester United (3) o Juventus (2), Lionel Messi se fue del campeonato europeo como si fuera un hombre normal. Como si algo le pesara. La cara del que, pese a ser multimillonario, no sabe cómo pagar las nuevas cuentas. Al mejor futbolista del mundo de los últimos veinte años –de lejos–, al más ganador de la historia con el Barcelona –34 títulos, repartidos entre 10 Ligas, 4 Champions, 6 Copas del Rey y otros más–, al máximo goleador de la historia del fútbol en el siglo XXI –1.116 goles–, de pronto, luego de un doloroso 8-2 ante el Bayern Múnich, le caía el castigo divino de los seres que dominan todo desde el celular.
Messi, como nunca, solo era un meme.
Los grandes futbolistas –como Di Stéfano, Cruyff, Pelé– explican el mundo a través de este juego. Sus goles, su ideología e incluso sus looks definen hacia dónde debe ir. En el 2000 todo se hizo rápido, efímero y ultracompetitivo. Allí, Messi estuvo a la altura de YouTube y su eternidad, donde se puede ver por qué ganó seis veces el Balón de Oro de la FIFA. Y cómo hizo del Barcelona, subrayado urgente en esta eliminación, la franquicia futbolística más notable del planeta. Si se jugara a la pelota en Marte, se montaría un campamento azulgrana para explotar.
Lionel Messi es el responsable de esta revolución y la debacle. La bandera lo es en la victoria o en la derrota. Desde el Barza afirman que se queda: es el pilar del proyecto de Koeman. Y, sin embargo, irse es una elección, aunque cruel hacerlo sin epopeya. Cristian Grosso, editor en jefe de Deportes en La Nación de Argentina, escribió esta semana: “Desde hace tiempo no cuenta con estrategia ni intérpretes, y también suya es parte de la responsabilidad: él ha gestionado muy mal la adversidad, en Barcelona y en la selección. Barcelona acaba de sepultarse, y Messi echó algunas paladas de tierra. ‘A Cristiano lo llevás a la guerra solo y te la gana’, razonan muchos. Mentira, pierde como todos. Pero nunca transmite desamparo. Nunca se arrastra en la derrota”.
Si Messi gritara, quizá sus odiadores sabrían que sí le duele.
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¿Neymar es hoy el mejor futbolista del mundo?
Delgadito como un espárrago, y con los pelos a lo The Cure, Neymar camina por los pasillos del Gran Hotel Tacna, en la ciudad más al sur del país, despreocupado de todo lo que dicen los medios del mundo: es el Sudamericano Sub 20 en Perú y él es el nuevo Pelé. Los diarios hacen sumas y restas y aventuran su pase en 45 millones de euros. En la puerta del Gran Hotel Tacna, junto a algunos periodistas peruanos, esa cifra activa una carcajada de Tongo, el extravagante chichero de moda del 2011. Neymar lo ha toreado varias veces, como Garrincha, pero hoy va a ser inevitable: Tongo no ha dormido dos días esperándolo en la puerta, pues ha llegado a darle un abrazo y llevarse su foto. Así se persigue a las estrellas en el fútbol.
Nueve años después, Neymar no es aún el mejor futbolista del mundo. Según los últimos premios The Best 2019 de la FIFA, es Messi el número 1. ¿Qué tendría que hacer para quedarse con ese título este 2020? Ganar la Champions. Sin Messi y Cristiano, eliminados con sus equipos, el camino es el camino.
Sobre lo que no existen dudas es de su influencia en un club que no es cualquier club: PSG es hoy el club más poderoso nacido en las calles del último campeón del mundo. Y Neymar es el capo futbolístico. No solo por su dominio local -25 de los 43 títulos que tiene los consiguió desde la asunción de la millonaria administración qatarí-, también por lo que invierte: en 2017, Neymar le costó 222 millones de euros, un año después Kylian Mbappé 135 y cinco atrás, Qatar Sports Investments, el fondo de inversión dueño del París Saint-Germain, negoció el pase de Edison Cavani con el Napoli a cambio de 64.5 millones de euros.
Neymar ya es millonario. Lo que busca ahora, si gana la primera Champions League en la historia del PSG, será fortuna.
¿Quién es el cerebro detrás de esta máquina llamada Bayern Múnich?
Se llama Kathleen Krüger y es, desde el 2013 en que asumió Pep Guardiola, la joven muchacha que supervisa todo lo que ocurre en el Bayern bajo el cargo de jefa de Equipo del Bayern Múnich, ese club al otro lado del mundo por el que los peruanos hinchaban desde que sus tribunas gritaban “Pizago, Pizago”. En su tiempo como futbolista usaba una vincha de colores celestes y se ubicaba como mediocampista, siempre en el club más campeón de Alemania. Se retiró muy pronto, a la mítica edad de 27 años, pero no se desligó el cuadro muniqués, al contrato: primero fue empleada administrativa y luego, tras sus estudios de Gestión Deportiva, se convirtió en la ‘Jefa’, como la llama también la web oficial del Múnich. Desde entonces, Kathleen ha estado en todos lo momentos de gloria del equipo: trabajó con Guardiola (1 Supercopa de Europa, 1 Mundial de Clubes, 3 Bundesligas y 2 Copas de Alemania), con Carlo Ancelotti (2 Supercopas de Alemania y una Bundesliga), nuevamente con Jupp Heynckes (1 Bundesliga) y finalmente con Niko Kovac y Hans-Dieter Flick, con quien acaba de humillar al Barcelona de Messi 8-2 y, en consecuencia, soñar con su segunda Champions League. La cuenta de Twitter Juez Central, explosiva por sus datos extravagantes y sus conclusiones, recordó hace unas horas lo que ocurrió tras ganar la última Bundesliga con Flick, el técnico con que el Bayern espera llegar a la final. “¿Cómo van a celebrar?”, le preguntó un periodista. “No lo sé, vamos a ver qué nos deja hacer Kathleen”, dijo el entrenador.
Ella manda tanto como Lewandowski.
ASÍ JUEGA EL BAYERN Y ASÍ JUEGA EL PSG
¿Cuáles son los protocolos de seguridad de esta Champions League?
Se hizo oficial el 9 de agosto en Nyon, bajo el título “Protocolo de retorno al juego”, y es un documento entregado a los clasificados a cuartos de final de la Champions para cumplimiento obigatorio. La idea en UEFA es que el fútbol europeo sea ejemplo en esta crisis por la pandemia. Lo primero fue elegir una sola sede y dos estadios: el Estadio Da Luz del Benfica y el José Alvalade del Sporting, ambos en Portugal. Luego, abordarlo todo: desde lo elemental –uso de mascarillas, toma de temperatura y distanciamiento social–, la elección de un oficial médico responsable de las PCR a todos los futbolistas antes de cada encuentro, y controlar hasta la distribución del personal en los estadios: 120 en cancha para la zona 1 (45 por cada equipo) y no más de 100 personas para la transmisión de partidos, en la llamada zona 2. Está prohibido el uso de las zonas comunes –los saunas o jacuzzis para terapia, por ejemplo– y ningún futbolista puede compartir su botella de agua o rehidratante. Cada equipo debe llegar al estadio en distintas horas y salir al campo con diez minutos de diferencia cuando menos. Hasta el cierre de esta edición, impecable.
¿Qué significa que la semifinal haya sido gobernada por clubes franceses y alemanes?
Es, sencillamente, una consecuencia. Francia es el último campeón del mundo y Alemania, el penúltimo; dos países que producen futbolistas en clubes modelo, con la inversión más poderosa del planeta y admirable trabajo atlético de sus jugadores. Parecen haber encontrado el equilibrio entre el crack con la pelota y el deportista robot. Bayern parecía un acorazado y Barcelona un botecito. Dos alemanes (Bayern y Leipzig) y dos franceses (Lyon y PSG) simbolizan este nuevo orden europeo. Tres de los cuatro semifinalistas tienen, además, un entrenador germano. Hans Dieter Flick en los bávaros, Julian Nagelsmann en Leipzig y Thomas Tuchel como jefe del París Saint Germain. ¿El cuarto? Es francés: Rudi García, del Lyon. Se llama dominio. //