El día que el hombre perdió ante la inteligencia artificial está registrado en la historia, pero muchos lo han olvidado, salvo los científicos de la computación y algunos veteranos aficionados al ajedrez. Ocurrió en 1996, un 10 de febrero, cuando el gran maestro Garry Kasparov se sentó frente a la computadora Deep Blue de IBM y perdió una de las varias partidas que sostuvo. Aquella fue una batalla desigual, lo que agiganta más la figura del genio ruso: el ordenador de IBM era capaz de examinar más de doscientas millones de posibles jugadas en un segundo, una cifra inhumana. Sin embargo, algo se rompió ese día. Quedó demostrado que las máquinas podían vencer a sus creadores en algo tan caro, tan nuestro, como la actividad de pensar. Al año siguiente, Deep Blue tuvo su revancha y venció a Kasparov, quien regaló la reacción más humana ante esa victoria de fríos algoritmos: se picó.
LEE TAMBIÉN: Hollywood y el Perú: las películas y grandes estrellas de la época dorada del cine que llegaron al país
El miedo del hombre contemporáneo a ser reemplazado por máquinas solo es comparable al que habrán sentido nuestros antepasados ante la posibilidad de ser devorados por bestias. El temor, identificable desde las épocas de la Revolución Industrial que causó una ola de desempleo, ha resucitado en estos días gracias a la popularización de servicios gratuitos de inteligencia artificial (IA) como el novedoso ChatGPT de la compañía OpenAI. Este chatbot puede conversar con uno a través de texto, además de escribir cartas, poemas, letras de canciones y hasta artículos periodísticos, con un nulo discernimiento entre lo que es un hecho, una opinión y un dato falso, una confusión que se creía exclusiva de los humanos.
Otras aplicaciones de inteligencia artificial, como Dalle-2 (también de OpenAI) o Midjourney, pueden generar imágenes únicas de cualquier tipo y en el estilo que queramos: impresionista, abstracto, ‘art déco’, gracias a algoritmos que funcionan en cuestión de segundos. Esto ha abierto un debate ético en la comunidad artística sobre qué es arte en sí mismo. En Estados Unidos, una obra creada por el programa de inteligencia artificial Midjourney ganó un concurso en una feria estatal en Colorado. Su “creador”, un desarrollador de videojuegos, colocó unos parámetros en el programa generador de imágenes, apretó “enter” y listo. Se llevó 300 dólares a casa, dejando a varios ilustradores enojados. También en la música, se recuerda mucho la vez que Google creó un ‘doodle’ sobre Bach que permitía a cualquier mortal, incluso al más desafinado, generar una pieza única y armonizada en el estilo del compositor alemán.
En Google se muestran optimistas con las posibilidades que la IA traerá a las vidas de las personas. “La inteligencia artificial es el desarrollo tecnológico más profundo en el que la empresa está trabajando en la actualidad, por su carácter transformador que ofrece beneficios como predecir crisis climáticas, monitorear la salud de los bebés o ayudar a personas con habla no estándar a conectar y ser entendidas”, responden a Somos a través de un cuestionario.
Hace pocas semanas, esta empresa presentó Bard, su inteligencia artificial “conversacional y experimental”, con la que probablemente buscará competir contra el ya posicionado ChatGPT. Con Bard, se podría hacer que la IA le explique a un niño de 8 años conocimientos científicos complejos en un lenguaje que sea entendible para ellos.
Hasta aquí no hemos desarrollado aún el concepto de IA porque sus productos hablan por sí solos. Baste anotar, a manera de introducción, que se trata de un conjunto de sistemas diseñados para emular la función intelectual de los seres humanos: su capacidad de reconocer patrones, establecer lógicas causales, expresarse y, sobre todo, aprender y crear. “Pareciera, por lo que se comenta estos días, que la IA ha llegado recién, pero está hace tiempo entre nosotros, en nuestros smartphones, en la forma en que Netflix te recomienda qué ver con base en tus gustos, cuando Spotify te crea un ‘playlist’ personalizado, cuando Siri o Alexa (asistentes de voz virtuales) aprenden tus rutinas, cuando Facebook etiqueta tus fotos”, dice Carlos Luna, CEO de Generación TEC, un espacio dedicado desde hace diez años a impulsar el desarrollo computacional entre niños y adolescentes.
Luna recuerda que su padre estuvo en el equipo que instaló los primeros cajeros automáticos en el país, así que el interés por la IA le viene por mandato de sangre. Y también por la ciencia ficción. “Los chatbots tampoco son algo tan nuevo. Está el caso de Tay, que sacó Microsoft en el 2016. La idea era que fuera un sistema que aprendiera a comunicarse a través de la interacción continua con humanos, pero lo único que aprendió fue a ser racista y misógino. Ahí están los pantallazos que lo prueban. Microsoft tuvo que desactivarlo. Por eso, a ChatGPT, los de OpenAI, le han colocado algunos filtros para evitar este tipo de situaciones”, cuenta.
La inteligencia artificial asusta a algunos, prosigue Luna, porque cada vez entra más en terrenos que se creían sacrosantos para los humanos, el último bastión de la especie. Esto es, la capacidad de comunicar y crear. Una cosa era que las máquinas nos reemplazaran en tareas repetitivas como colocar pernos o imprimir papel, y otra muy distinta es que ya puedan escribir poesía, aunque el resultado arrojado diste mucho de César Vallejo y se acerque más a Arjona o a una composición infantil.
"El avance de la tecnología en la Revolución Industrial permitió a muchas personas escapar de la rutina de hacer tareas repetitivas. La IA de modelos generativos será una oportunidad”
¿Cuál es el futuro de las tareas escolares ahora que los chicos y chicas pueden entrar a un programa y darle orden a la computadora para que se las haga de principio a fin? El plagio ahora más que nunca será casi imposible de detectar. Estamos en un momentos de transición, y como dice el experto, se asemeja a cuando llegó el Internet a la escuela y se pensaba que sería el fin de muchas cosas. “El reto para los educadores será dejar de mandar hacer resúmenes a los alumnos, que ya no tienen mucho sentido, y encontrar formas más creativas de evaluación”.
El investigador en inteligencia artificial, PhD Omar Flórez, no duda de que la IA cambiará la forma en que las cosas se venían haciendo, incluso en campos como el arte y el entretenimiento; pero enfatiza que no hay que temerle cuando se dice, catastróficamente, que llegará a reemplazar trabajos humanos. “Si se lo ve de un modo, el avance de la tecnología en la Revolución Industrial permitió a muchas personas escapar de la rutina de hacer tareas repetitivas. Pienso que la IA de modelos generativos será una oportunidad”.
En el Perú, la inteligencia artificial se utiliza en el día a día. Rodrigo Villanueva, director de transformación digital de Mapfre, recuerda que su empresa de seguros cuenta con una plataforma que incluye un “autoevaluador de salud” impulsado por la IA, que permite elaborar diagnósticos iniciales y luego pueden ser derivados a la atención médica adecuada. “Durante el 2022, hemos gestionado hasta siete mil atenciones con el evaluador”, asegura.
También está el caso de Guillermo Bastián, un joven inventor peruano creador de un visor inteligente, The Smart Interpreter, que permite traducir el lenguaje de señas de personas con discapacidad auditiva. Para esto tuvo que “entrenar” a un algoritmo de inteligencia artificial que funciona como diccionario. En Arequipa, un grupo de estudiantes explora con IA para hacer un programa llamado Mindpower, que prevenga el ‘bullying’ en las escuelas, sobre la base del estudio y aprendizaje de videos en el patio escolar.
La inteligencia artificial también puede ser usada para prevenir desastres naturales, algo que resuena mucho ahora que el país padece los estragos de las lluvias. El Instituto Geofísico del Perú cuenta con el Sistema de Alerta Sísmica, que monitorea de forma automatizada la actividad sísmica en la costa peruana. Y esta semana, el Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología (Senamhi) expuso ante el Congreso el rol de la IA en algunos de sus modelos predictivos, como los de clasificación de nubes y predicción de tormentas. Apenas vemos los primeros pasos de una revolución que no tiene vuelta atrás. Estemos alerta a los cambios. //