Cuando el joven estudiante de sociología de la Universidad de Yonsei –una de las más antiguas de su país- dejaba de lado los libros del curso, allá por mediados de los 80, para encerrarse en largos maratones con Taxi driver, Toro salvaje y otras de las grandes películas de Scorsese no hubiera imaginado, ni en el más cinematográfico de sus sueños, que alguna vez podría fotografiarse o conversar con él. Cuando en los 90, el ahora estudiante de cine, disfrutaba Reservoir dogs o Pulp fiction, hubiera dado cualquier cosa por comerse una royal with cheese con Quentin Tarantino. Después de todo, aunque se haría miembro de clubes de cine mientras se preparaba para ser sociólogo y estudiaría después en la Academia Coreana de Artes Fílmicas, no dirigiría un largometraje hasta el año 2000.
Veinte años y 7 películas después, el último domingo 9 de febrero, Parasite, filme de aquel sociólogo metido a cineasta, se convirtió en el primero de habla no inglesa en ganar el Oscar a Mejor Película. Antes, en la categoría de Mejor Director, ese cinéfilo alumno de Yonsei con cabello rebelde y rostro bonachón, venció a dos de sus referentes cinematográficos, a quienes dedicó cariñosas y agradecidas palabras ese día. Scorsese y Tarantino aprobaron y aplaudieron a Bong Joon-Ho, principal responsable de que el cine surcoreano esté a puertas de una internacionalización hasta hace poco insospechada por la mayoría, a pesar de que ya hace dos décadas se hable de la “Ola Hallyu” u “Ola coreana”, en referencia a la expansión cultural y artística que están teniendo en el mundo.
La industria cinematográfica coreana -que cuenta con apoyo estatal gracias a una ley de fines de los 90- está en permanente crecimiento. Sin embargo, muchos se siguen preguntando ¿Cómo así sucedió esto? La respuesta parece una metáfora de Parasite: siempre estuvieron ahí, pero nunca antes se les vio tan de cerca.
-¿Asia dónde van?-
“Los periodistas en la sala de prensa estaban emocionadísimos con Parasite, y escuché a varios de los más jóvenes diciendo que estaban felices por su triunfo, hasta el punto que parecía tratarse de una moda, de algo que ha conectado a un nivel inesperado, pero que también tiene que ver con que ahora es súper ‘cool’ apoyar un cine ‘tan extranjero’ pero tan accesible.”, nos cuenta Sergio Burstein, periodista peruano acreditado por Los Angeles Times en el Dolby Theatre para la cobertura del Oscar, que pudo ver al director tras su abrumadora victoria -que incluyó, además de Director y Película, los premios al Mejor Guión y a Mejor Película Extranjera-. Aunque Bong Joon-Ho no dejaba de sonreír, la prensa parecía más entusiasmada que él mismo y ese entusiasmo pareció contagiarse entre sus colegas de la Academia de Cine de Hollywood.
Directores, actores o guionistas aplaudieron eufóricos apenas la legendaria Jane Fonda terminó de leer al destinatario del premio más importante de la noche del Oscar. Esto parecía un desafío a la tradicional resistencia del público estadounidense a ver películas subtituladas, tema que mereció palabras del mismo Bong Joon-Ho tras ganar el Globo de oro hace unas semanas: “Una vez superada la barrera de los subtítulos, descubrirán películas maravillosas”. Eso ha sucedido con Parasite, que podría resumirse como la historia de una familia pobre que termina trabajando en la casa de una familia rica, con la crítica social respectiva, pero que podría explicarse mejor como el diagnóstico crudo de las relaciones entre clases sociales en el contexto de una sociedad fríamente capitalista, con una posibilidad de lecturas tan amplia que ha conseguido la identificación de públicos diversos, en lugares del mundo que ahora parecen menos distantes. La pregunta se hace necesaria: ¿Podría esto convertirse en un fenómeno que beneficie a otras películas, actores o directores coreanos?
“La verdad es que tengo dudas de que esto vaya a abrir más puertas para el cine coreano en general, pero habrá que ver”, nos dice un escéptico Burstein, no por lo visto en la ceremonia, sino por su conocimiento del público norteamericano. Claudio Cordero, crítico de cine y fundador de la revista Godard, que ya hace varios años pusiera a Bong Joon-Ho en portada, coincide con él en algunas ideas. “Parasite gana porque es una excelente película comercial como Hollywood ya casi no produce; es una cinta que juega con varios géneros cinematográficos que Hollywood dominó antaño, pero que ahora han sido relegados por las franquicias de Marvel y compañía.”, asegura. Esto, para él, significa que han reconocido en Parasite un producto comercial y artístico que ellos ya no están más en capacidad de hacer. “Los coreanos los han superado en su propio juego y lo han hecho con gran originalidad y filo crítico.”, acota Cordero.
Por su parte, el crítico Ricardo Bedoya, destaca el hecho de que este cine, a partir de los años 90, ha ido ganando un relieve muy grande tanto comercialmente como en la consideración de festivales que aprecian más el valor artístico de las películas. “La apuesta del cine coreano –subraya Bedoya- ha sido desarrollar películas de género orientadas a un público masivo. En consecuencia, el cine coreano hace filmes de acción, thrillers, terror, cine de monstruos, de todo, pero, al mismo tiempo, también trabaja apoyando a autores importantes como Hong Sang-soo, un director prolífico con una obra muy personal” Además, para Bedoya, la explicación de su victoria en el Oscar puede estar en la incorporación de nuevos votantes a la Academia. “Hay gente muy diversa, cineastas de países distintos y generalmente más jóvenes. Esto puede ser el inicio de una apertura, una atención mayor al otro cine, al que se hace en el mundo, que es muy distinto a lo que se hace en Hollywood”.
Al mismo tiempo, el crítico resalta un aspecto fundamental: el apoyo decidido del Estado. “El cine coreano tiene una cuota de pantalla. Tienen privilegio de exhibición y el público coreano hace que sus películas sean grandes éxitos de taquilla, por encima incluso de las norteamericanas. Eso ha hecho que el cine coreano tenga un despegue formidable. No existe un cine en el mundo que tenga un perfil propio y que no cuente con una forma de apoyo estatal.” Aló, ¿Ministerio de Cultura? //