ÉPICA TRÁGICA. ‘Día de resurrección’ es el título con el que puede encontrarse en la web especializada IMDb. A pesar de ser una producción japonesa, aparecen varios actores de Hollywood, como Glenn Ford o George Kennedy, y tiene escenas filmadas en los Andes peruanos.
ÉPICA TRÁGICA. ‘Día de resurrección’ es el título con el que puede encontrarse en la web especializada IMDb. A pesar de ser una producción japonesa, aparecen varios actores de Hollywood, como Glenn Ford o George Kennedy, y tiene escenas filmadas en los Andes peruanos.

"863 personas no fueron tan afortunadas... sobrevivieron”.

Un letal y contagioso virus se expande por varios países, causando colapso social y económico entre las naciones más poderosas, primero, para luego extenderse a todo el planeta. Tan pronto como está en Japón, pasa a Brasil, Alemania y Estados Unidos. Se le llama “gripe italiana”. Los hospitales de todo el mundo comienzan a desbordarse y a superar su capacidad. Médicos y policías se enferman, intentando contener el avance del mal. Los líderes de las naciones más desarrolladas pierden horas en inocuas reuniones sin saber qué hacer. Algunos gobernantes traman letales conspiraciones tras bambalinas. Otros mienten con descaro. Los animales también empiezan a contagiarse. No hay vacuna.

No estamos hablando de la pandemia causada por el COVID-19, sino del MM88, el virus ficticio que aterra al mundo en Exterminio (Kinji Fukasaku, 1980), la película japonesa más cara de su tiempo. Basada en la novela Fukkatsu no hi (Día de resurrección), publicada en 1964 por Sakyo Komatsu, pareció anticipar, con terroríficas coincidencias, las consecuencias de una pandemia como la que hoy pone al mundo en cuarentena. En tiempos de guerra fría y más allá del entretenimiento comercial que para Japón significaba Gojira –Godzilla–, Komatsu reveló un temor que ya se empezaba a hacer latente: la propagación de enfermedades globales podría ser más letal que muchas armas nucleares. Komatsu nació en Osaka, a poco más de 300 kilómetros de Hiroshima. Tenía solo 14 años cuando sintió de cerca la devastación de la bomba atómica lanzada allí en 1945. Si intuía que algo podía ser peor que eso, había que tomarlo en serio.

Estrenada en 1980, contó con estrellas del Hollywood clásico como Glenn Ford o George Kennedy.
Estrenada en 1980, contó con estrellas del Hollywood clásico como Glenn Ford o George Kennedy.

Si bien algunos libros suyos ya habían alcanzado altas ventas, fue Día de Resurrección el que empezó a consolidar su fama de maestro en la concepción de fantasías futuristas (algunas lamentablemente no tan fantásticas). A fines de los 70, el reconocido productor japonés Haruki Kadokawa adquirió los derechos y, con un presupuesto de 16 millones de dólares, la llevó a cabo. Conocido por sus extravagancias, Kadokawa apostó fuerte por un filme cuya visión en estos días se hace indispensable.

Si bien un cierto masoquismo ha llevado a posicionar entre las más vistas de las últimas semanas películas como la coreana Virus (Kim Sung-soo, 2013) o Contagio (Steven Soderberg, 2011), que contó con un elenco de estrellas –Kate Winslet, Matt Damon o Laurence Fishburne entre ellas–, probablemente Exterminio sea lo más parecido a la realidad que vivimos hoy.

GRIPE ITALIANA

Todo comienza con un virus de alto riesgo que es robado del laboratorio donde se estudia en secreto. Un accidente aéreo no permite que llegue a su destinatario pero, por el contrario, deja que se esparza por la atmósfera terrestre. Los noticieros llevan las peores imágenes al mundo desde Italia. Los Gobiernos se dejan vencer por el caos y no hay esperanza de encontrar una pronta vacuna. La historia, con un ritmo trepidante a pesar de sus 2 horas y 30 minutos de duración, se cuenta desde la perspectiva de un sismólogo japonés, el doctor Shûzô Yoshizumi (Masao Kuzakari), recientemente destacado para hacer estudios en la Antártida. Junto a cerca de 800 personas, pertenecientes a misiones científicas de distintos países afincadas allí, se va enterando, día a día, del terrible final que acecha al mundo, tal como ellos lo conocían.

Glenn Ford (Gilda, Los sobornados, Semilla de maldad) interpreta al presidente norteamericano y George Kennedy (ganador del Óscar por Cool Hand Luke y recordado por la saga Aeropuerto) es el almirante Conway, responsable de organizar a las naciones en la nueva realidad de la Antártida. Los acompañan otros nombres destacados como Robert Vaughn, Chuck Connors, Edward James Olmos, Olivia Hussey o Henry Silva, además de dos favoritos de Tarantino: Bo Svenson y Sonny Chiba. Por su parte, Kinji Fukasaku, director del filme, es reconocido también por haber dirigido las partes japonesas del clásico bélico Tora! Tora! Tora! (1970) y la polémica Battle Royale (2000).

El filme deja numerosas imágenes sobrecogedoras, capaces de superar con creces a la mayoría de películas del género “catástrofe” que estuviera tan en boga en Estados Unidos durante los 70: un niño trasmite por radio su suicidio; los enfermeros se aglomeran, moribundos, en las salas y pasillos de los hospitales; científicos se abandonan en la nieve para no seguir viviendo; el presidente norteamericano va quedándose solo y cada vez más enfermo en el salón oval de la Casa Blanca; un sobreviviente habla con un Cristo caído en una iglesia en escombros; militares psicópatas planean una guerra nuclear. En pocos meses, todos los que corren, gritan, tosen o estornudan no son más que esqueletos entre las ruinas de las ciudades. “863 personas no fueron tan afortunadas... sobrevivieron”. Esa fue la cantidad de supervivientes que empezaron a hacer su vida en la Antártida, pues allí, a tan bajas temperaturas, el virus no subsistía. Sin embargo, los nuevos retos de una sociedad no pintaban un futuro muy optimista para su supervivencia. En medio de las escenas apocalípticas en diversas partes del mundo, destacan las que trajeron al equipo de producción de Exterminio –y a su protagonista– al Perú: una sombra recorre la Cordillera de los Andes y Machu Picchu, como silenciosa evocación de otras civilizaciones extintas.

Lamentablemente para sus inversionistas, una pésima distribución y una cruel edición para adecuarla al mercado norteamericano terminaron arruinando los ingresos y la fama de un filme que, de otro modo, pudo haberse convertido en un clásico. //

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