En el taller de los Quispe Flores, ubicado en el tradicional barrio de Belén, en Huamanga, más de 500 retablos y otras figuras acumulan polvo estos días. Son todas las obras que la familia y sus trabajadores prepararon en los últimos meses para poder venderlas durante la Semana Santa. Para el que vive de esto, la Semana Santa es como la temporada navideña para un centro comercial: es la principal fecha del calendario religioso y de toda su economía, en verdad. Aquella a donde se dirige su mayor atención. Ellos le metieron 15 mil soles de inversión y de esperanza este 2020 pero los buses cargados con los turistas, como ya se sabe, nunca llegaron.
MIRA: La historia del retablo ayacuchano: un arte popular que llegó hasta el cine.
“La verdad es que nos quedamos stockeados con la pandemia, eso es algo que nunca se nos hubiera ocurrido que podía pasar”, dice al teléfono, preocupado, Luis Quispe Flores, 29 años, retablista desde los 18, cuando aprendió la técnica ancestral de su hermano, Reynaldo Quispe Flores, el mayor del taller. Con la urgencia de vender y sobrevivir tuvieron una idea. Recordaron las cualidades intrínsecas del retablo, como son la de expresar la sensibilidad de un artista, dar testimonio de una realidad cotidiana e innovar. Así fue como llegaron a la idea de los retablos con temática del coronavirus.
“Nosotros vemos las noticias, como todos hoy, y todo eso nos conmueve y nos inspiramos. Por eso le dicen imaginería a esto, y es porque nace de nuestra imaginación”. De los siete retablos que tienen en mente sobre el tema, hasta el momento han culminado dos, que puede ver en este artículo. En uno de ellos se aprecia a un grupo de hombres que desafiaron la cuarentena y ahora son esqueletos que siguen tomando en la calle, sin sus mascarillas ni distancia social. Debajo de ellos se puede ver la conocida imagen de un sepelio en Ghana, convertida en meme en estos días, en la que un grupo de hombres baila con un ataúd en los hombros.
MIRA. Retablo, así se hizo la película peruana que compitió por los Independent Spirit Awards
El otro retablo retrata los esfuerzos del personal médico peruano por contener la pandemia. Ellos están al pie de una cama de hospital, mientras que arriba, en el cielo, un Jesús con corona y una banda rojiblanca, junto a sus ángeles esperan la llegada de una nueva alma.
Algo especial del arte de los retablos de Reynalo Quispe y hermanos es que puede ser ecológico y amigable con el medio ambiente. Aseguran que lo que los distingue de otros talleres es que usan para su confección maderas recicladas que rescatan de los mercados, sobre todo de cajones de frutas. "Eso nos nace de ver tantas contaminación que hay. Un día empezamos con la idea de reciclar. Claro que a las cajas les damos un acabado especial, una técnica para que se vean bien, luego les ponemos flores en altorelieve. También podemos hacer retablos con otras maderas, como pino, siempre al gusto del cliente.
Hasta el momento los Quispe Flores han recibido encargos de retablos con temática Covid-19 de lugares como Lima, Arequipa y Trujillo, con cargo a ser entregados después de la pandemia. También han tenido ofertas de otros países, pero hasta que las fronteras no se abran y el comercio vuelva a la normalidad, es dinero que no podrán ver en mucho tiempo. Se puede hacer pedido o apoyar a los hermanos Quispe en los siguientes teléfonos 986964778, 902322949 o en el fanpage de Facebook ElRey Retablos //
LA HISTORIA DEL RETABLO AYACUCHANO
La historia de los retablos ayacuchanos se remonta a la Conquista, cuando los españoles necesitaban usar figuras de santos para llevarlas a los pueblos y así convertir a los nativos al cristiano. Como las cajas en las que llevaban estos objetos eran grandes y las transportaban a lomo de bestia, las reemplazaron entonces por miniaturas. Así fue como nació el retablo, cuyo antecedente son las Cajas de San Marcos, pequeños retablos con iconografía religiosa muy respetados entre los campesinos.
La transformación de los San Marcos en objetos artísticos comenzó en los años 40 con Joaquín López Antay, un notable artesano ayacuchano que reemplazó las escenas de santos que entonces proliferaba con otro tipo de imágenes, costumbres locales como los bailes de tijeras o las cosechas. Discípulo de López Antay fue Jesús Urbano, que en los años 50 ganó notoriedad por su trabajo preciosista, hecho con figuras en masa de papa y a pulso, no con molde, como se estilaba.