Los días de cuarentena decretada por el gobierno sirvieron para desempolvar en muchos su faceta más creativa. ¿Qué tienen en común una pareja de comunicadores, una arquitecta, una administradora y un ingeniero industrial? Pues la decisión de sacarle la vuelta a la crisis generada por la emergencia sanitaria del coronavirus y poner su propio negocio en plena pandemia.
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Pese a que suena arriesgado, estas cuatro historias nos muestran que de las situaciones más complicadas pueden resultar las decisiones más importantes.
Francesca Camere y Diego Blume mantienen una relación desde hace cuatro años. Ella, comunicadora de oficina con gusto por el deporte; él, audiovisual de buen diente, haciéndole bromas a la vida.
Nut bar, su emprendimiento de galletas 'crunchy', nació hace poco menos de un mes entre pruebas en su cocina y comentarios alentadores de familiares y amigos. Dos sabores bastaron para hacer realidad lo que ahora es su pequeña fuente de inspiración.
"Nos ha llenado emocionalmente a los dos y como pareja. Antes de ser enamorados éramos muy amigos. Haciendo este negocio nos dimos cuenta de que funciona", nos cuenta Francesca.
A su carta le han agregado un nuevo sabor y el secreto, según Diego, es preparar las galletas con una buena salsa de fondo. "Un tip para que nos salgan bien las galletas es poner buena música y divertirnos mientras cocinamos. Yo solamente escucho salsa o reguetón, la música nos ayuda a aliviar la tensión", comenta.
La historia de Alessandra Malnati -arquitecta y entrenadora deportiva- y Bake Home, su emprendimiento de antojos saludables, también tuvo lugar en los días de cuarentena. La ansiedad por trabajar en una oficina improvisada en su cocina, la llevó a experimentar con insumos saludables. Su primer producto resultó de un error, su intención era preparar alfajores, pero terminó haciendo algo aún mejor.
"Quería hacer alfajores y salieron galletas. Las rellené con mantequilla de chocomaní y se me ocurrió bañarlas en chocolate. Así nacieron las choco cookies", detalla.
La característica de sus galletas más solicitadas es su forma de corazón que, a decir verdad, nació de la falta de moldes en casa. Ahora, todos los que las piden las conocen como "los corazones bañados en chocolate".
La aceptación que ha tenido su carta de cuatro productos ha llevado a Alessandra a pensar en Bake Home como un proyecto a largo plazo.
"Si nació en cuarentena fue porque tenía que ser así. No se había dado el momento antes y ha sido un éxito [...] Bake Home es compartir con los demás lo que a mí me hace bien y lo que me gusta", dice.
Así como muchos decidieron explorar y sacar provecho de sus dotes culinarios, otros pusieron en práctica aquellas habilidades que reconocían solo como hobbies. Eso fue lo que le pasó a Paola Contreras.
Antes del coronavirus sus días transcurrían como administradora de un negocio familiar. Por el estado de emergencia las actividades de la empresa quedaron detenidas, es así como, conversando con Karina, su hermana, nace Nani Borda - bordados.
"A nosotras siempre nos ha gustado bordar, pero bordábamos para la casa, para mí, para la familia. Un día nos juntamos, comenzamos a bordar y a subir fotos a Instagram. A nuestros amigos les gustó un montón y nos comenzaron a hacer pedidos. Lo que hacíamos normalmente de aburridas, lo comenzamos a hacer, pero ganando dinero", nos comenta.
Paola y Karina han explorado en los cuadros decorativos bordados 100% a mano y hasta en la personalización de prendas de vestir. Basta con que les digas qué idea tienes en mente para que ellas elaboren un diseño y -entre punzadas- lo plasmen en el material de tu preferencia: desde yute en bastidores de madera o plástico hasta prendas de jean o algodón.
El proceso de elaboración les puede tomar un día para un diseño sencillo en un cuadrito decorativo o tres en uno más sofisticado en una prenda de vestir. ¿El pedido más extraño? Un astronauta acompañado de su mascota en el espacio.
Hace cuatro años, cuando aprendió a bordar, Paola no se imaginó que descubriría en esta actividad una opción de negocio con proyección en el mercado. Hoy, está segura que Nani Borda tiene un camino largo por recorrer.
Matías Alonso, un argentino de 30 años que vive en el Perú hace seis, ingeniero industrial de profesión, fue otro que decidió sacarle la vuelta a la crisis y apostó por su idea de negocio: Ay-res, un delivery de carnes premium.
Durante los primeros meses del año, Matías y Eduardo, su socio, desarrollaron un proyecto para poner una tienda en donde los amantes de las carnes pudieran encontrar todo lo necesario para hacer parrillas en casa.
"Nuestra idea era armar una tienda física. En febrero comenzamos a ver locales, llegó marzo y con el tema de la pandemia se paró todo. Ahí fue cuando dijimos: 'empecemos con delivery por ahora y cuando se regularice la situación, abrimos la tienda que teníamos pensada'", detalla.
Su conocimiento en carnes y parrillas, así como el gusto de ambos por la gastronomía, los ha llevado a ofrecer a sus clientes productos con precios por debajo de los supermercados.
"Todos los productos que vendemos son congelados y envasados al vacío. Tenemos precios muy competitivos, productos muy buenos porque son los mismos que puedes conseguir en un supermercado, pero a un costo mucho más bajo", cuenta Matías.
Pese a que el lanzamiento de la venta por redes sociales superó sus expectativas, no dejan de lado su intención de tener una tienda más adelante, en la que gocen de mayor interacción con el público. Una meta que no ven muy lejana. //