Después de trabajar durante muchos años con luz artificial, iluminando modelos de publicidad y recreando escenas de ficción, el fotógrafo Yayo López (Lima, 1965) ahora solo necesita luz natural: el umbral de una puerta o una ventana. El trabajo más significativo de su carrera –que incluye 13 años como reportero gráfico en Somos– lo ha llevado a viajar por todo el Perú, durante años, en busca de algo que le obsesiona: la diversidad y la belleza de la mujer peruana. No la estética simétrica y aburrida, sino la que muestra un misterio que no se revela ni se resuelve: la perpetuidad de un instante.
En un mundo donde solo se enseña a ver la belleza superficial, estos retratos de mujeres peruanas conciben, junto con la belleza, un carácter. Así, podemos ver: compasión, sabiduría, orgullo, estilo, dignidad.
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Todas ellas (200 a lo largo del proyecto, expuesto en varios países del mundo) tienen algo en común: son mujeres empoderadas, ya sea por personalidad, ingenio, oportunidad o necesidad. Todas buscan algo, y si no lo han conseguido, allí están, sin rendirse.
RETRATOS DE LA MUJER PERUANA
Eliz Lenia Quispe Moreno (22)
“Quiero ser como una embajadora de la conservación”
Eliz es la única mujer del grupo de seis guardabosques en Las Piedras. Sus compañeros varones nunca le han hecho sentir que es menos fuerte o menos capaz. Ella agarra machete y maneja ahora río abajo hasta su estación de vigilancia, Eliz es una experimentada guardaparques a cargo de más de 5 mil hectáreas de bosque que una ONG extranjera gestiona para su conservación. su sueño siempre fue –sigue siendo– ser bióloga, pero nunca pudo ir a una universidad. Tampoco se rindió y estudió en un instituto la carrera corta de guía, pero con una sola idea en la cabeza, como una avecilla sobrevolando su frente: ayudar a conservar el bosque. Para este mes de marzo se ha propuesto terminar un proyecto sobre educación ambiental para los niños de las comunidades nativas Monte Salvado y Puerto Nuevo. Y pronto llegarán voluntarios extranjeros a los que ella mostrará su trabajo de guardabosque, orgullosísima.
Flor Damaris Ruiz Monteiro (26)
“Cuando te gusta tu trabajo, nada ni nadie te detiene”
Tenía ocho meses de servicio como policía de tránsito, cuando Yayo López la vio en la calle Próspero, y le preguntó si podía hacerle un retrato. “Estaba bajo la lluvia, tratando de controlar el caos de miles de mototaxis que resuenan por todo Iquitos”, nos cuenta el fotógrafo. Muchas veces tuvo que soportar la falta de respeto y agresiones de algunos conductores. En la escuela de Policía le enseñaron a forjar su carácter: jamás discutir, aunque le lancen las papeletas a la cara. “Hay irrespetuosos, te mandan piropos inadecuados. A veces lidiar con eso… es incómodo”, nos cuenta ella. Flor Damaris (26) ahora trabaja en seguridad del Estado, dando protección a las autoridades que llegan a Iquitos: ministros, presidente, congresistas. “Nada va a impedir que yo siga haciendo lo que hago, he estado enfocada en mi profesión, a mí me gusta la policía”.
Eldi Jhasmin Paredes Vásquez (21)
“Tenemos la garra para levantarnos, con todo el peso posible”
Tenía 11 años cuando empezó a entrenar en el pequeño gimnasio que improvisó un vecino deportista para los niños y jóvenes de su comunidad. Eldi destacó pronto entre quienes practicaban el levantamiento de pesas, en esa época con aparatos fabricados artesanalmente, con baldes repletos de cemento. La empresa local Kallpa Generation vio talento, sumó apoyo y apostó por ella. Hoy en día, Eldi forma parte de la Selección Nacional de Levantamiento de Pesas y entre los logros más importantes de su carrera deportiva, están el ser campeona panamericana y sudamericana Sub 17, medallista de bronce en los Juegos Bolivarianos Santa Martha, medallista mundial de plata y bronce sub 17 en Tailandia, campeona panamericana y sudamericana sub 20. En los Juegos Lima 2019 quedó noveno lugar y fue campeona y mejor deportista nacional en categoría mayores. “Muchas veces las personas se cuestionan por qué las mujeres elegimos este deporte, y mi respuesta es: porque somos mujeres de verdad, porque tenemos la fuerza y la garra para levantarnos frente a la mayor cantidad de peso posible. Espero que ver a una mujer levantando pesas ya no sea algo que sorprenda, sino que sea algo normal”
Mayly Obregón Pineda (13)
La calle principal de su pueblo es parte del Camino Inca que usa a diario entre la escuela y su casa. Por estos días asiste a clases de reforzamiento, antes de volver a las presenciales. Sueña con ser enfermera y actriz. Hace dos años hizo de “el hombre ocioso”, en un corto producido con sus compañeros del quinto grado. “Mi maestro Diego nos organizó para grabar, narrar y preparar la vestimenta. Él me ha enseñado a hablar fuerte”, nos cuenta Mayly, que es pura risa en el teléfono.
Cuando sea grande, migrará a Huacho, donde la esperan sus hermanas mayores.
El corto escolar se llama El billete y se puede ver en Facebook.
Nilda Calderón Manayay
Su primera lengua es el quechua Incahuasi-Cañaris, de la sierra lambayecana. Como muchas mujeres de su pueblo, fundado por los Manayay, se inició en el arte del tejido en telar de cintura desde muy pequeña. Nilda ya es una experta en el teñido de la lana de oveja.
Angélica Cárdenas
Angélica es una de las fundadoras de la Asociación de Turismo Rural Comunitario Flor de Café, que ofrece experiencias de turismo vivencial en la ruta del Qhapaq Ñan, entre Lucmabamba y Machu Picchu. “Todas somos vecinas muy unidas”, dice sobre su trabajo con las mujeres de su comunidad.
Anjara Rodríguez Delgado (33)
“A veces, sin decir nada, creas conciencia en las personas”
Cuando no está practicando Va´a (canoa polinesia) en las playas de Barranco, está subida en una tabla sorteando las olas. Pero su conexión con el mar y la naturaleza no acaba cuando regresa a la arena. Allí, más bien, empieza una labor aún más comprometida: ella limpia la playa voluntariamente. “Nos quedamos una hora más después de nuestra práctica deportiva, y nos organizamos para recoger basura”, cuenta Anjara, arquitecta y diseñadora de profesión (tiene su propio estudio de interiorismo), y además está incursionando en la actuación.
Con su equipo Kai Koa de 30 remeros de canoa se preparan para la siguiente limpieza, el 8 de marzo, en la playa Los pescadores. “A veces, sin decir nada, creas conciencia. Es mucho más efectivo que poner un cartel que diga “prohibido tirar basura”. En ese momento no estamos usando la playa, pero igual queremos que esté limpia. Mucha gente nos ve y se une espontáneamente; otros sienten algo de vergüenza por haber ensuciado un espacio que es de todos”.
Emily Urquía Sebastián
Nació en Miaría, una comunidad nativa yine de La Convención, Cusco. Migró de niña a Pucallpa. De su madre y su abuela aprendió el arte tradicional de su pueblo. Es maestra, pero su pasión por la artesanía la llevó a organizar a 28 mujeres y hombres artesanos de su comunidad, que trabajan con orgullo lo que sus ancestros les enseñaron. //
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