A la gente le gusta escuchar lo que Ernesto Pimentel opina. Ha sido así por años. Y en tiempos tan complicados como los que viene atravesando el Perú, resulta interesante lo que tiene que decir al respecto. Además, claro, de lo que han sido para él estos casi dos años de criar a Gael, el pequeño que lo hace querer vivir intensamente todos los días. El que lo ha hecho pararse en los días más difíciles de la pandemia. Recuperado ya del COVID-19 del que se contagió hace poco, esto le contó a Somos.
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–El país está partido por la mitad. ¿Qué nos corresponde hacer como ciudadanos en los meses que se vienen?
Siento que tenemos que dejar de invisibilizar el valor del otro. Que el pan de nuestras mesas no nos haga olvidar el hambre de otros. Cuando viajo a Ojón, una comunidad en Ayacucho, y veo que sobre la casa de María, una niña quechuahablante a la que fui a visitar, pasaba un cable de luz, pero que ella no tenía luz, eso me duele. Somos un país que se ha negado a escuchar y eso debe dolernos a todos. Somos minorías dentro de las minorías y hay que estar pendientes de todos. Y nuestro país, que tiene una riqueza en su diversidad... bueno, esa diversidad no está conectada. No entender que el Cerro de los Siete Colores es hermoso porque tiene ese cielo azul, las otras montañas... Es hermoso porque está todo junto. Nosotros vemos nuestro mundito y nos olvidamos del otro.
–Ninguno de los candidatos priorizó en sus planes la atención a los derechos de la comunidad LGTB+, por ejemplo...
En estos cinco años de legislación que se vienen, la comunidad LGTBQ no va a existir y va a seguir siendo dejada de lado. Así de doloroso es. Pero creo que detrás de las voces que impulsan a Castillo hay un reclamo, hay una sociedad que nos interpela. Y detrás de las que respaldan a Keiko hay una sociedad que dice: necesitamos seguir en el misma ruta. Pero, ojo, no podemos seguir en una carretera sin saber que hay gente que necesita que hagamos stops. Hay que darles una respuesta.
–Como ha evidenciado eso la pandemia.
A todos nos da escalofríos escuchar la cifra de 180 mil muertos, pero detrás de ellos cuántas familias, y detrás de ellos, cuántos muertos por tuberculosis, por no tener vacunas o tratamientos oncológicos. Es un país que duele, que se convierte en un enigma doloroso. Yo, más allá de cumplir con mis facturas, no me siento alejado de la marginalidad en la que vivimos muchos. Porque puedes tener dinero, educación, pero esos te tienen que hacer mirar al otro como igual. Me duele lo que estamos viviendo, me asusta que no se escuche. Que no hablemos el mismo idioma. Ese Perú me duele. Ni Castillo ni Keiko en sí mismos son la solución. Solo el diálogo de ambos lo será.
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–¿Y cuál es el Perú que amas?
El Perú simple, el que se levanta todos los días, al que no le importa quién lo está gobernando, sino que está preocupado por llevar el agua a su casa, el pan. El Perú que está esperándonos a todos [...]. Los peruanos somos ricos en muchos aspectos: a nivel histórico, de tradición, de familia. No podemos ser indolentes y tampoco entender nuestras vidas sin en ellas ser la posibilidad de ser puente hacia el otro.
–En temas más felices, ¿qué es lo que has descubierto sobre ti junto a Gael en este tiempo?
Él tiene un año y 10 meses… He descubierto mi fragilidad, el tener el corazón en la mano, la incertidumbre. Yo pensé que tenía máster en supervivencia, pero me he dado cuenta de que tengo estudios generales. No quiero que le duela la vida, eso es un desafío permanente para mí, pero que él haga su propia historia y la cuente. Siento que Gael ha llegado en un momento para pegarme a mí más a la vida. Ha venido para ser un punto de referencia de mis mejores afectos o deseos, para renovar mi capacidad de sorprenderme. Yo pensé que ser padre era un acto de amor, devoción y fe, pero es también un acto de recibir. En muchos momentos de esta pandemia él ha sido una razón para levantarme.
–Miluska Jácome es mamá de Gael, tu gran amiga y productora. Ambos tenían el deseo de ser padres y lo concretaron. ¿Cómo sientes que está funcionando esto para todos?
Miluska vive conmigo hace muchos años. Ella tiene también su propia historia, sus sueños. Compartimos a Gael, el cariño hacia él. Esta es una forma diversa de ser familia. Un chico que creció solo como yo, huérfano desde los 11 años, sin una presencia paterna en mi vida, lo que quiere es dotar a su hijo de todos los afectos que le sean factibles. Del lado de mi familia yo tengo tías mayores, primos; pero del lado de Miluska, Gael tiene un tío, su abuelita.
–La familia es lo mejor que has podido darle...
En mi caso, sí, y Miluska es la mejor mamá que he podido darle. Ojo que tenemos mil problemas como cualquiera que convive con alguien en medio de una pandemia, pero cada vez que pasa algo, Gael es quien no hace ponernos más fuertes. Quiero ser claro en decir que no nací para que la gente entienda mis decisiones y trato de que estas no dañen a nadie. En todo este tiempo siempre he pensado que una mamá con un hijo es una familia, que una mujer sin hijos es una familia. No quiero que utilicen mi experiencia para validar un concepto con el que no estoy de acuerdo. Pero también el reconocerme como una persona de la comunidad LGTB me obliga a ser honesto. A decir que cada paso es válido, que no tenemos que seguir el molde de nada ni nadie. Yo comparto mi historia no para que los demás la tomen como referencia, sino porque me pemite ver mi fragilidad, mis fortalezas. Miluska llegó a mi vida cuando yo empezaba mi carrera, nuestra relacion es una de amor fraterno y de respeto de espacios.
–¿Cómo ha menguado la falta de figura paterna en tu propia experiencia?
No tengo referente. No hay una correlación de mis decisiones junto a Gael. Estoy viviendo lo que me toca vivir y estoy aprendiendo a no tener miedo, a entender que cada niño tiene sus tiempos.
–¿Desde cuándo has querido ser papá?
Hace 10 años yo estuve en los Estados Unidos porque me dieron un premio que se llama Hero [en reconocimiento a su labor por crear conciencia sobre el VIH y el sida], de la organización Aid for Aids. El presidente de esta asociación me presentó a su hijo y es ahí que empiezo a ver una persona que, con un diagnóstico de VIH, podía tener un hijo sano, los riesgos. Luego apareció la oportunidad de que esto sea através de un vientre subrogado, que es algo que está normado en Estados Unidos y otros lugares. Y mi evaluación personal: soy muy temeroso, a pesar de mi seguridad. Ya hacía mucho que Miluska me acompañaba en mis sueños. La primera vez que se lo comenté se hizo la loca, pero ella me conoce. Y yo la conozco. De pronto un día me dice: ¿y si lo intentamos? Y eso hicimos. Yo trato de no hablar de mi paternidad porque detrás de ello está el cuestionamiento a mi propia sexualidad y mi concepto de la vida, pero no me moleta compartir el hecho de que debemos hacer todo lo que está a nuestro alcance para ser felices.
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–Hace poco tiempo tuviste COVID-19. Entiendo que te contagiaste trabajando.
Lo que pasa es que no me he expuesto a otra cosa. Independientemente de ello, trabajo en América, donde hay protocolos fuertes. Pero pasó. La situación real es que el COVID llegó a una persona que se sabía vulnerable y que no sabía cuánto podía afectarla [...]. Hice cuarentena en mi cuarto. Ahora, yo no voy a sumarme a ese grupo de personas que dice que con los asintomáticos no pasa nada, no. Pasa mucho.
–El miedo..
Sí. Se sienten muchas cosas. Y deja huella. Esa huella me hermana a más de un millón de personas en el Perú. Y esta situación nos tiene que juntar a la dolorosa cifra de 180 mil personas que han perdido la batalla y de ahí es de donde viene esta urgente necesidad de compartir vida en medio de una pandemia tan dolorosa. //
TRABAJO Y SALUD
- Se viene el circo. Pimentel cuenta que el año pasado transmitió vía streaming la versión digital de su popular circo. Este año piensa ponerlo de manera presencial con todos los protocolos de bioseguridad del caso.
- Solo la cadera. Superado el COVID-19, el conductor comenta que se encuentra hoy bien de salud. Solo deberá operarse la cadera a fin de año por un problema que a veces lo obliga a usar bastón o no poder cargar como quisiera a su hijo Gael. Su tratamiento por portar el virus de VIH continúa, como hace años, de manera estable.
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