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(Foto: Movistar Series)

"Él va del bolero a la rumba, del guaguancó al aguinaldo, pero en sí hace la música que a él le gusta: ¡La música del pueblo, la música de la calle!”, dijo Luis Delgado Aparicio, ‘Saravá’, fungiendo de presentador aquella noche mágica. El ‘Rey de la Puntualidad’ empezaba a cantar su himno personal frente a las miles de personas que lo esperaban para cantar con él, mientras un coro le decía: “Tu gente quiere/ oír tu voz sonora/ nosotros solo queremos/ que llegues a la hora”.

Lentes oscuros, pantalón blanco y chompa de un intenso celeste eran el uniforme de un hombre que venía desde Puerto Rico, desde el Bronx, desde otro mundo, enarbolando su canto y sus palabras como poesía de asfalto, como filosofía callejera de barrio bravo, de calor popular, protagonizando una de la visitas más legendarias que la historia de la salsa haya concretado en el Perú. Después de todo, la calle es una selva de cemento, cómo no.

Entre el 5 y el 10 de agosto de 1986, Héctor Pérez se puso la capa y voló como un superhéroe de ritmo y saoco caribeño sobre aquel escenario de San Miguel con La fama, La murga o Periódico de ayer, mientras un flaco chiquillo de Maranga, que aún no cumplía 18 años, pugnaba por conseguir una buena ubicación para verlo bien. Sudoroso, en bividí y con una chata de ron en la mano, coreaba con euforia, al lado de la ‘mancha’ de su barrio, canciones que hasta hace pocos días atrás solo podía escuchar en noches de vinilo, hasta que los cortes de luz o el toque de queda se lo permitieran. En aquel entonces, ese muchacho seguía esperando el día de su suerte, sin imaginar que 33 años después, su ya consolidada carrera como actor se vería coronada con la oportunidad de interpretar a ese cantante que estaba frente a él, convertido en amo y señor de la multitud.

SOY AQUEL QUE LA GENTE RECLAMA
“Cuando conversé con Joanna Lombardi y me dijo que tendría a su cargo la producción de una miniserie sobre Lavoe y que quería que yo tuviera el personaje principal, me pareció increíble. Fue como el pase de Cuevita a Farfán para el gol de la clasificación ante Nueva Zelanda”, dice entre risas Lucho Cáceres, ya sin bividí ni chata de ron de por medio.

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