Igual que con los seres vivos y ciertas vocaciones, los dólares tienen un tiempo de vida de acuerdo a la existencia que llevaron. Son finitos. Llegan al mundo fuertes y relucientes en su constitución (75% de algodón, 25% lino) y son apreciados en su juventud aunque terminen sus días descartados por la sociedad, entre manchas y cicatrices propias de la fricción humana que los vuelve indeseables.
LEE TAMBIÉN: ¿Qué hubo detrás de la misteriosa desaparición de los billetes de 500 y 1000 dólares?
Su tiempo es corto, decíamos. Según el Banco de Reserva Federal de St. Louis (EE.UU), un billete de 1 dólar dura 5.8 años, aproximadamente, y uno de 20 dólares, casi ocho. El más longevo es el de Benjamin Franklin ($100), acaso porque es el menos manoseado por el común de gentes, para pesar de estos. Su expectativa de vida es de 15 años antes de que empiecen a ser retirados por la autoridad federal del gigante del norte.
LA VIDA DE UN DÓLAR
Sobra decir que esos pronósticos de longevidad se aplican solo a sociedades con flujo continuo de verdes y no aplica para ese “dólar de la suerte” que se hace polvo en algún lugar de la billetera. Antaño, cuando el jirón Ocoña empezaba a hacer sentir su peso en la economía nacional como el gran mercado paralelo, empezó a hacerse común la estampa de tipos en su calle con carteles en mano que decían “dólares rotos”.
Es una tradición que se mantuvo fuerte en los años ochenta, progresó en el cataclismo aprista y su dólar MUC, y sigue hasta ahora. “El problema con los bancos en el Perú que no aceptan dólares deteriorados es que después no tienen cómo cambiarlos. No es como con el sol, que puede estar roto o pintado pero van al BCR y te dan uno nuevo. Acá no tenemos un banco central de dólares”, apunta Jorge Carrillo Acosta, experto en finanzas y profesor de Pacífico Business School.
En otras latitudes los billetes con experiencia pueden probar su valía. “Aquí en EE.UU., los bancos cambian billetes deteriorados, manchados, rotos, siempre y cuando el 60% del billete esté en buen estado y que sus números de serie estén completos. A esos se les llama unfitted”; dice Wilfredo Oliveros, relacionista y embajador bancario de Capital One Bank en Maryland. “Si el billete está destruido o mutilado, entonces es el ciudadano quien debe remitirlo a la reserva federal para que lo examinen”.
En Perú, que tiene el dudoso de titulo de tener el mejor dólar falsificado del mundo, según el Washington Post, el mercado de dólares rotos es bullente. Te los compran en Ocoña a un cambio irrisorio, eso sí. Entre S/. 1 y S/3 según el nivel de deterioro. “El cambista se la juega porque qué va a hacer con ese billete. De repente se lo dan a alguien que va a Ecuador, donde el dólar es la moneda circulante y es posible que te acepten un billete viejo o deteriorado”, dice Carrillo Acosta.
La otra posibilidad, dice el experto, es que un cambista vivo lo quiera meter en en un fajo, camuflado. Para evitar esos contratiempos recomienda en principio revisar bien los billetes que se reciben. Considerar pedir un cambio cuando nos entregan uno que esté muy viejo. “Lo mejor en estos tiempos es hacer las compras por transferencia. Es mejor que llevar sacar plata y exponerse a que le den un billete roto o falso”.
Al final de la batalla y muertos en su función, los dólares rasgados, sucios y mutilados que son pasados al retiro por el sistema federal de Estados Unidos son llevados a una gran trituradora que los reduce a su mínima expresión. Una parte será reciclada para hacer nuevos billetes. Otra se colocará en bolsas y se venderá como souvenirs de pica pica (los llamado fed shreds). Y otra parte se unirá en la tierra, como dice la canción, a manera compost, completando así el ciclo de la vida. //
VIDEO RECOMENDADO
Contenido Sugerido
Contenido GEC