Uno de los misterios que más intrigan a los entendidos en el mar peruano estuvo a punto de ser develado en marzo pasado, pero llegó la pandemia y hasta eso se encargó de arruinar. La Dorsal de Nasca, una cordillera submarina de 30 millones de años, ubicada a 4.000 metros de profundidad frente a las costas de Nasca, es una maravilla que fascina por lo poco que se sabe de ella: un universo perdido de montañas, cuevas, terrazas y cráteres que albergan una biodiversidad única. Un lugar que la ballena azul, el animal más grande de la Tierra, usa para guiarse. El problema es que no hay fotos de ella.
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