Amanece en Cuyocuyo, Puno, y una neblina densa abraza las montañas y sus andenes. A pesar de que el frío es intenso —el distrito se encuentra a más de 3.400 m.s.n.m.—, los adolescentes del lugar despiertan temprano para asistir al I. E. Técnico Industrial Ura Ayllu, a recibir clases de ciencias, matemática y lenguaje. Ellos sueñan con ser abogados, ingenieros, artistas y futbolistas. No hay meta muy grande o pequeña. Sin embargo, y a pesar de su corta edad, tienen claro el panorama: los accesos a una educación de calidad no son los mejores, y las oportunidades de tener recursos tecnológicos a mano —como tablets, computadoras e Internet estable— son pocas.
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Aunque sus maestros hacen esfuerzos para mejorar año tras año, sus clases en general se enfocan en aptitudes académicas, dejando de lado un punto crucial en la educación de estos días: el desarrollo socioemocional. Frente a esta realidad, la educadora peruana Macarena Arribas —fundadora de MAB Perú— creó el programa “De Tambo a Tambo”, con el objetivo de llevar esta educación que va más allá de números y letras a distintos distritos del Perú, en tambos rurales de Apurímac, Puno, Cusco y Piura, por mencionar algunos.
“La educación emocional es muy necesaria. Que los niños y adolescentes aprendan sobre valores y emociones les permite entender que, por ejemplo, el bullying está mal. Los motiva a respetar, a ser empáticos con los demás y a comunicarse asertivamente, algo que les ayudará no solo en la escuela, sino en la vida misma”, precisa Arribas. Con este proyecto, además, MAB Perú se convirtió en uno de los tres ganadores del reto Ruralia 2022, concurso que provee de asesoría técnica y financiamiento para seguir promoviendo el cambio en la educación rural del país, junto al movimiento de empresarios Es Hoy.
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BRECHAS POR CERRAR
Según Minedu, la cuarta parte de los niños en el país estudia en zonas rurales. A pesar del significativo porcentaje que representan, solo 1 de cada 6 estudiantes en el nivel primaria logra aprendizajes satisfactorios en lectura. Además, solo 8 de cada 100 hogares rurales tienen acceso a Internet, un factor que impacta en el desarrollo de competencias académicas y socioemocionales fuera del horario escolar.
Para cerrar estas brechas, y acelerar la mejora de una realidad que por años arrastran distintos sectores del país, nació Ruralia. “Siempre escuchamos sobre la importancia de la educación, pero poco se habla de la educación rural. En total, son 2 millones de niños, niñas y adolescentes que no acceden a los mismos recursos y oportunidades solo por el hecho de haber nacido en la ruralidad. Se trata de brechas históricas ante las cuales no podemos ser indiferentes”, cuenta Verónica Sifuentes, gerente general del movimiento empresarial que hoy convoca a más de 50 gerentes del país en busca de un cambio positivo para el país.
“Por eso —continúa Sifuentes—, este año, desde Es Hoy, creamos Ruralia, la primera aceleradora de la educación rural del Perú impulsada por el sector privado. Con ella, inyectamos recursos económicos y capacidades técnicas a intervenciones enfocadas en transformar la educación en zonas rurales, para que peruanos y peruanas accedan a más y mejores oportunidades”, dice.
Ruralia —la primera aceleradora de educación rural en el país— es una iniciativa liderada por el movimiento Es Hoy, que convoca a gerentes generales de empresas de distintos sectores en pro de sumar a un crecimiento más inclusivo, próspero y sostenible para el Perú. Ruralia, específicamente, busca impulsar iniciativas ya existentes a través de fondos concursables y programas de aceleración. Más información en eshoy.pe
NUNCA ES TARDE PARA CAMBIAR
Al programa de MAB Perú se unen, como ganadores del Reto Ruralia, dos iniciativas igual de loables: “Cree Rural Smartschool Móvil”, de la Central de Recursos Educativos Especializados de Espinar (CREE); y “Transformación y Trascendencia para los Centros de Educación Básica Alternativa (CEBA) de Amazonas”, de la organización Enseña Perú.
La primera desplaza a zonas alejadas de la provincia de Espinar una plataforma móvil con recursos tecnológicos para nivelar los aprendizajes de niños y adolescentes. La segunda apuesta por quienes muchas veces son dejados de lado: jóvenes y adultos que no pudieron finalizar con sus metas académicas por enfrentarse a distintas realidades en sus comunidades.
“La primera promoción se graduó en agosto. Fueron 25 adultos que terminaron su educación básica y ahora están más preparados para el mundo. Es muy esperanzador cuando te comentan que ahora sí pueden ayudar a sus hijos con las tareas, que ahora sí comprenden cosas que antes no y tienen más metas a futuro”, concluye Angélica Zevallos, directora ejecutiva de Ruralia, una iniciativa que, desde su tribuna, apuesta a ojos cerrados por la base de todo en esta sociedad: la educación. //