Esta es una de las aulas del nido Aventuras, ubicado en La Molina. Se encuentra casi como se le dejó en marzo, cuando empezó la emergencia sanitaria. De unos 120 niños matriculados, solo 45 han continuado la modalidad de aprendizaje virtual. (FOTO: Elías Alfageme).
Esta es una de las aulas del nido Aventuras, ubicado en La Molina. Se encuentra casi como se le dejó en marzo, cuando empezó la emergencia sanitaria. De unos 120 niños matriculados, solo 45 han continuado la modalidad de aprendizaje virtual. (FOTO: Elías Alfageme).

El Pez en la Luna, nido fundado por la terapeuta de artes expresivas Georgina Santibánez y el artista Enrique Sierra, acaba de cerrar. Ocurrió en setiembre, tras seis meses de batallar para seguir a flote sobre lo que se considera ya la crisis más grave en la historia de la educación inicial en nuestro país. Hicieron todo lo que estuvo en sus manos para capear el temporal: crearon una página web para compartir con las familias actividades para menores de seis años, se alinearon al programa estatal Aprendo en Casa y, claro, se mudaron a la modalidad de enseñanza virtual, que era, por naturaleza, contraria a su visión de la educación de niños y niñas. También se fajaron por hacer un acompañamiento sostenido a los papás y mamás. Sin embargo, nada fue suficiente. De los 65 matriculados en marzo se quedaron solo con el 30%, y este fue claudicando de a pocos por diversos motivos. El paso del tiempo no les permitió seguir pagando, entre otros gastos, el alquiler del local con el fin de conservarlo para cuando la pandemia menguara. Explica Santibáñez: “Fue duro y desgastante, una situación imposible de sostener. Hemos estado nadando en un mar abierto de noche. En un punto ya no pudimos más”.

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