Con la muerte de Kirk Douglas, fallecido ayer a sus 103 años, se apagó una estrella más, una de las poquísimas que quedan ya en ese antiguo firmamento conocido alguna vez como el Cine de Oro de Hollywood. Un espacio de la imaginación en el que alguna vez refulgieron los nombres de actores y actrices que eran vistos como dioses de un Olimpo inventado, y que hoy son figuras que languidecen en sus casas, como manda la ley natural.
De todos ellos, Kirk Douglas, fue el más longevo. Sobrevivió a contemporáneos suyos como William Holden (+1981), Rita Hayward (+1987), Gregory Peck (+2003), Gene Tierney (+1991), Yul Brynner (+1985), Ingrid Bergman (+1982), Montgomery Cliff (+1966), Robert Mitchum (+1997), Charles Bronson (+2003), Jason Robards (+2000), por mencionar a algunos que nacieron en su año (1916) o en años cercanos.
De esa promoción, la única que sobrevive hoy es la señora Olivia de Havilland, la recordada “Melanie” de Lo que el viento se llevó, ganadora de dos premios Oscar y que a sus 103 años -cumple 104 en julio- es la última representante de una era que ya no existe. Los años sesenta y setenta traerían a otro tipo de estrellas. Los divos y divas del ayer bajaron un peldaño y hasta se impuso otro estilo de actuación, acaso más cercano y menos naturalista que el Hollywood del pasado.
La lista de otros actores más longevos en actividad se completa con los nombres de Angela Lansbury (94), Dick Van Dyke (93) y Mel Brooks (93), que siguen embarcados en sus proyectos. La primera estuvo en una obra de teatro hace un par de años. Al segundo lo volvimos a ver en un pequeño papel en la secuela de Mary Poppins, del año pasado. Otros actores nonagenarios: Sidney Poitier (92) y Carl Reiner (97). La base se ancha más cuando se llega al club de la base ocho, con varios talentos, algunos retirados y otros no, como Joan Collins (86), Robert Redford (83), Jane Fonda (82), Shirley McLaine (85), Sophia Loren (85), por mencionar algunos.