Lizzo consiguió tres premios Grammy el último domingo 27 de enero, cosecha de ocho años de esfuerzos. Foto: EFE
0051773513
Vanessa Romo

Lizzo nació hace 31 años, pero lo volvió a hacer en el 2019. Antes de eso, muchas veces había querido escapar, de su cuerpo, de su carrera musical, de la presión para encajar. En las decenas de entrevistas que da ahora ha confesado que sigue trabajando en combatir el ‘síndrome del impostor’, que hace creer que uno no merece el éxito, aunque se haya trabajado inagotablemente para lograrlo.

Para entender el fenómeno Lizzo que ha revuelto Estados Unidos y otras partes del globo, hay que entender quién es y en qué contexto aparece. Melissa Viviane Jefferson nació en Detroit, casi con una flauta bajo el brazo. Su inclinación musical era evidente y la llevó hace ocho años a empezar a componer canciones de pop y rap, aunque tuviera que regalar entradas a sus conciertos ya que nadie las compraba.

Este año comenzó con el pie derecho. El prestigioso fotógrafo David LaChapelle fue el encargado de retratarla para la portada de la revista Rolling Stone.
Este año comenzó con el pie derecho. El prestigioso fotógrafo David LaChapelle fue el encargado de retratarla para la portada de la revista Rolling Stone.

“Escuchando decenas de ‘no’, pero siempre diciendo ‘sí’”, contó cuando se enteró de que fue la artista más nominada en los American Music Awards del 2019. Parte de ese rechazo no se justificaba en su potente voz cargada de profundo soul. La razón era que un cuerpo voluptuoso no tenía cabida en una industria que considera mujeres grandes a Beyoncé, Jennifer López o Kim Kardashian. Lizzo es una joven negra que hace pop y viste ropa sexy. Era una figura incómoda para la aún conservadora mirada norteamericana.

Pero si la rebelión ya se daba con su sola presencia, sus letras y sus discursos en conciertos y redes sociales sellaron a la que sería la representante de una nueva generación que buscaba un lugar en un universo que las excluía. “Es difícil amarse en un mundo que no te ama de vuelta”, gritaba Lizzo en medio de su presentación en los MTV Music Awards, una de las más emotivas, que hizo levantar de sus sillas a Taylor Swift, Beyoncé y Rihanna. En el escenario la acompañaban bailarinas negras de distintos tamaños que reivindicaban lo genuino en espacios tan prefabricados como la industria musical. La sacerdotisa que habla de algo tan revolucionario como el amor propio lo predicaba con el ejemplo.

Entre los reconocimientos que recibió en el 2019, la revista Time la escogió como Artista del año. Además, los esposos Barack y Michelle Obama la ubicaron en sus listas de lo mejor del año.
Entre los reconocimientos que recibió en el 2019, la revista Time la escogió como Artista del año. Además, los esposos Barack y Michelle Obama la ubicaron en sus listas de lo mejor del año.

Su oportunidad de brillar llegó con la película Someone Great, producida por Netflix, y donde aparecía Truth Hurts, una canción que había lanzado en el 2017. Las búsquedas en Google, las fonomímicas en Tik Tok y el uso de sus letras como lemas de empoderamiento femenino llenaron el espectro pop. Pero ella pide solo que no la llamen ‘valiente’ por estar contenta en su cuerpo. “Amarte no debe ser un actor radical, sino una necesidad”, dice.

UNA REALIDAD PERUANA

En el caso de las cantantes nacionales Susan Prieto (26) y Anaís Quispe (30), esa necesidad de amor propio nació cuando en los escenarios les repetían que no existían. “Me pasó más de una vez que me veían en castings y me descartaban. Tenía que pedirles una oportunidad para demostrar mi canto y recién se interesaban”, cuenta Susan. Aunque creció con una madre que le daba el valor para hacer lo que quisiera, cuando llegó en el 2012 al reality de canto Perú tiene talento, empezó a recibir grandes críticas no por su voz, sino por su cuerpo. “Ahora he bajado un poco de peso, pero sigo queriendo mis curvas porque son parte de mi identidad”, agrega.

Susan Prieto es una de las figuras jóvenes de la música peruana que desafían la mirada juzgadora de la sociedad. Foto: Karen Zárate.
Susan Prieto es una de las figuras jóvenes de la música peruana que desafían la mirada juzgadora de la sociedad. Foto: Karen Zárate.
/ SOMOS > KAREN ZARATE

La ‘Torita’ –como se le conoce a Anaís Quispe en la escena del hip hop– también dice que hacerse respetar en un espacio lleno de hombres grandes fue retador. “Al inicio me negaban subir al estrado en las noches de micro libre, aunque me haya inscrito con anticipación. Pensaban que porque no usaba pantalones deportivos y era pequeña no sabía cantar”, recuerda. Lo que no sabían es que sus 1,45 metros se magnifican cuando empieza a rapear.

“La industria musical y en general la sociedad te va a exigir que te parezcas al arquetipo que tienen ellos de mujer para que tengas más oportunidades, pero es una herramienta para someternos”, añade la cantautora Giovanna Núñez ‘La Lá’ (37). Ella, que escribe sobre ser mujer en una sociedad que juzga constantemente, ha vivido momentos en los que le han cuestionado desde su vestir –“no te pongas minifaldas porque tienes piernas muy anchas”– o su edad –“ya no eres veinteañera”–. “Pero así somos y así existimos”, dice. Acaso uno de los actos más subversivos de una mujer.

Con 1.45 metros, Anaís 'La Torita' Quispe pudo imponerse en el escenario profundamente machista del hip hop. Foto: Fidel Carrillo
Con 1.45 metros, Anaís 'La Torita' Quispe pudo imponerse en el escenario profundamente machista del hip hop. Foto: Fidel Carrillo

Contenido Sugerido

Contenido GEC