Tres años antes de fallecer, Don Jaime Guardia, el gran difusor del charango peruano, le contaba a Somos lo mucho que había cambiado su instrumento favorito desde que comenzó a tocarlo de niño en su natal Ayacucho, allá por la década del 30. “En esa época, el charango era visto como un juguete, algo a lo que nadie le daba importancia”, comentaba el octogenario con su característico vozarrón que se ajustaba a la perfección a sus dimensiones humanas y artísticas. “Lo fabricaban de manera rústica, con trastes de madera. El mío tenía cuerdas de tripa de chivo y madera de sauce, el más sencillo de todos. Y yo lo tocaba a escondidas, en la chacra, porque mi familia no quería que me convirtiera en un bohemio, es decir, en un borracho, algo muy común en esa época”.
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Guardia desafió estos prejuicios con talento y trabajo. Desde los años 50, con su conjunto La Lira Pausina, ofreció al público capitalino la mejor demostración de lo sofisticado y versátil que podía sonar este instrumento de cuerdas. Nada volvería a ser igual.
Guardia, para hacer juego con su apellido, era un guardián de la tradición; pero el charango con los años ha ido innovando tanto en su estructura como en sus estilos de ejecución y sonidos. El mejor ejemplo reciente de esto es “Augurio”, el emocionante disco que acaba de lanzar la cantautora peruana Danitse. Para su cuarto trabajo, la compositora se propuso hacer un homenaje al instrumento que la tiene obsesionada desde hace varios años. “Como yo lo veo, el charango siempre ha estado asociado a grupos subalternos. Por ejemplo, viene del mundo campesino, que ha sido siempre un gran marginado. Y en el mundo andino, también ha estado asociado a la figura de lo bohemio y lo joven. Y lo que más me llamó la atención es que casi no se conocían a las charanguistas mujeres, que también, de algún modo, somos un grupo subalterno”, comenta.
Danitse, que además de ser música es historiadora, se puso a investigar durante años sobre el tema, y el resultado de sus pesquisas son estas nueve canciones en las que el sonido del charango ha sido repensado desde varias ópticas no necesariamente tradicionalistas. Para ello, contó con la ayuda de mujeres charanguistas como la argentina Adriana Lubiz y la chilena Valentina Soto, quienes, en- teradas de la naturaleza del proyecto, se animaron a aportar con toques y arreglos.
La prueba de que el charanguito ha mutado con el tiempo la tiene Danitse justo en sus manos, durante la entrevista. Se trata de un charango bajo, un instru- mento relativamente nuevo, cuyo desa- rrollo no tiene ni diez años. El charango bajo es el que usa, por ejemplo, el músico Lucho Quequezana, otro gran difusor del instrumento, y fue conceptualizado por el eximio charanguista Pedro Arriola, quien buscaba lograr un instrumento que sonara más grave y permitiese acompañar mejor las voces de los cantantes. “Así como se ha reivindicado la gastronomía peruana, lo mismo ha pasado con el charango. Forma parte de esta oleada de orgullo por lo nuestro que se ha dado en los últimos años, y es por eso que ahora lo ves cada vez en manos de muchos artistas de distinta índole”, sostiene Arriola por teléfono.
En sus últimos años, al maestro Jaime Guardia se lo veía tocando un pequeño charanguito de la marca Mena, que lo había cautivado. En Puente Piedra, en la zona de Copacabana, encontramos al lutier responsable. Se llama Christian Mena, nació en Abancay y desde hace más de 20 años fabrica estos instrumentos al estilo antiguo, en un taller acompañado por ayudantes y algunos perros. Los puede hacer de un solo tronco o también laminados, con tapa, como es el modelo peruano. Cuando era niño, recuerda, solía hacer cucharas de madera como su padre y eso le dio cierta base para trabajar troncos y tablas. Cuando se volvió lutier, su nombre se volvió famoso, por sus grandes clientes, como Guardia. “Charangos me han comprado de todas partes del mundo, Estados Unidos, Francia, España, Alemania, Japón... En Bolivia no. Allá son bien nacionalistas”, dice y se ríe. A Mena le encantaría que muchos de los jóvenes que abrazaron la moda del ukulele hawaiano hace unos años se volcaran a aprender a tocar charango. Objetivamente suena mejor, menos apagado. Y es nuestro. //
Charango pop
Naysha
Hasta ahora se recuerda la ovación que esta cantante y compositora peruana recibió en la ceremonia de clausura de los Juegos Panamericanos de Lima, gracias al sonido de su charango. Ella publicó el año pasado su disco “Despertar” y este año ha presentado un single al lado de sus colegas Wendy Sulca y Renata Flores.
GianMarco
El músico peruano empezó su romance con el instrumento andino desde su disco “Resucitar” (2004), con el que ganó su primer Latin Grammy en la categoría de mejor álbum cantautor. El músico ha dicho que no se considera un folclorista pero le gusta poner colores peruanos a sus canciones y trata de mostrar los sonidos de su tierra en otras latitudes.
Lucho Quequezana
El músico nacional es de los pocos ‘frontmen’ actuales cuyo instrumento principal es el charango. Aprendió a tocar en su adolescencia. Reconoce el talento de muchos charanguistas, entre ellos José Meza, que le dio un sonido nuevo a los Gaitán Castro en la década del 90. Actualmente, es profesor de charango en su escuela de música Hanan.
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