Como si fuera un espejo de feria que nos devuelve un reflejo extraño, uno contempla las películas extranjeras hechas en el Perú con una mirada especial, entre fascinado por ver nuestro país con los ojos de un foráneo y el pudor de quien se siente inspeccionado. El cine es una gran vitrina y el Perú un escenario de polendas, sin ninguna duda. De ahí la emoción, sobre todo de los servicios de turismo, cada vez que se anuncia una película extranjera en nuestro país.
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Esta vez ha sido el turno de “Transformers: El Despertar de las Bestias”, que llevará a los populares robots a Machu Picchu y a la selva de Tarapoto, un rodaje previsto para el último cuarto de este año. Las autoridades de turismo ven esto con los mejores ojos. En el pasado superproducciones de Hollywood han motivado el llamado “turismo fílmico”, como sucedió con El Señor de los Anillos y los destinos de Nueva Zelandia en la década del 2000.
Lo cierto es que no es la primera vez que nuestro país cobija a un equipo de cineastas de otros países. El critico, docente e historiador de cine Ricardo Bedoya cuenta que esto se remonta a las tiempos en que las películas eran silenciosas. “En esos tiempos del cine mudo se hicieron muchísimas películas documentales en Perú, grandes y pequeñas. Era lo que se llamaban los travelogs, que eran películas de viaje donde un equipo llegaba y filmaban territorios desconocidos que los descubrían para el cine”.
Hubo películas filmadas en Perú que Bedoya llama “míticas”, porque se habla mucho de ellas pero no se pudieron conservar y no se conocen como The Yagua, sobre la etnia amazónica, del cineasta de origen húngaro Paul Fejos. “Él fue director de varias películas que fueron muy importantes en la época muda, como Lonesome (1928) que es una obra maestra del cine.
Otra película citada por Bedoya en su libro El Cine Sonoro en el Perú (Universidad de Lima, 2016) es El Imperio del Sol, de los italianos Enrico Gras y Mario Craveri. Escribe el docente que “la influencia no provino tanto de su calidad, pues se trataba de un documental vistoso pero limitado por una visión deslumbrada y admirativa del mundo mostrado, sino de la difusión internacional y el reconocimiento que alcanzó (...). El imperio del sol se exhibió con éxito en Italia y otros países de Europa. En 1957 ganó el premio David de Donatello a la “mejor producción” italiana, empatando con Las noches de Cabiria, de Federico Fellini”.
Esa misma década el Perú se convirtió en escenario ideal de diversas producciones televisivas foráneas, que venían a filmar parajes exóticos para sus relatos de aventuras. Por su cuenta, el escritor Ernest Hemingway y su troupé de cineastas filmarían en Cabo Blanco algunas escenas para su proyecto de El Viejo y el Mar, que abortó al no encontrar los deseados merlines gigantes en la zona.
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Películas extranjeras filmadas en Perú
El Secreto de los Incas (1953)
En 1953 Charlton Heston, una joven estrella que aún no había encarnado a sus emblemáticos Ben Hur ni Moisés, se paseaba por Lima y por Cusco. Había venido a rodar exteriores de esta película de aventuras que fue tomada como modelo por Spielberg para Indiana Jones (hasta tomó prestado el look de casaca de cuero y sombrero para el personaje). Con todo el peso de la Paramount Pictures se llegó a filmar en el mismo Machu Picchu, con centenares de extras. Lo que más ha trascendido de la cinta con el tiempo es la participación de la cantante Yma Sumac, que filmó todas sus partes en Estados Unidos. Sus clips se pueden ver en YouTube.
La Última Película (1971)
Luego del éxito universal de Easy Rider, ese canto de rebeldía de motociclistas para la generación de los sesenta, Universal Pictures le dio a su director, un joven Dennis Hopper, un millón de dólares y la carta blanca para que haga su siguiente proyecto a su antojo. Hopper decidió que este sería filmado en el Perú. La película se llamó The Last Movie y es famosa entre otras cosas por el fracaso de taquilla que supuso. Filmada de forma distendida y sin mayor norte en la zona de Chincheros (Cusco), es más conocida por las múltiples anécdotas que su bullicioso equipo angloparlante generó en las noches cusqueñas.
Aguirre, la Ira de Dios (1972)
El apasionado romance del director alemán Werner Herzog con nuestro país -grabó cuatro películas acá- empezó a inicios de los setenta, cuando arribó con su equipo a la selva peruana para filmar Aguirre, La Ira De Dios, inspirada en el conquistador español que buscaba El Dorado. La producción fue titánica y caótica, como se ha documentado largamente. Se escalaron montañas, talaron árboles y montaron ríos rápidos en balsas endebles. El director y su estrella, Klaus Kinski, sostuvieron un drama fuera de cámaras, al punto que el primero, harto de los ataques de ira del segundo, amenazó con matarlo si abandonaba el set.
Fitzcarraldo (1980)
El segundo largometraje de Herzog en Perú se inspiró en Brian Sweeney Fitzgerald, el irlandés que se propuso llevar la ópera a Iquitos a inicios de siglo XX. Al no estar conectada la ciudad con el resto del país, “Fitzcarraldo” se propuso demostrar que se podía encontrar una nueva ruta hacia Iquitos por río, una ruta que implicaba hacer cruzar un barco por el monte. La épica anécdota es recreada por un Herzog en estado febril de forma literal. Su equipo llegó al limite, agotado por la exigencia técnicas y las tediosas peleas entre el director y el actor principal, Klaus Kinski. Herzog rodaría dos películas más en nuestro país: el documental sobre Juliane Koepcke y algunas escenas de My Son, My Son, What Have Ye Done (2009)
Diarios de Motocicleta (2004)
El director Walter Salles llevó a las pantallas grandes está película biográfica sobre el viajes iniciático del revolucionarios Ernesto “Che” Guevara y su amigo Alberto Granado por las venas de América del Sur. Algunas de estas secuencias se grabaron en Cusco, con Gael García en el papel principal recorriendo sus calles, admirando los muros incas y la magnífica arquitectura de Machu Picchu.
Co-producciones extranjeras con director peruano
The Hour of The Assassin (Misión en los Andes, 1987)
Se considera que una película es de la nacionalidad de quien financia el proyecto. En ese caso, Misión en los Andes, dirigida por el peruano Lucho Llosa, es considerada una cinta estadounidense. Fue producida por el padre de la serie B, Roger Corman, fue hablada enteramente en inglés, con actores protagónicos foráneos (Erik Estrada, Robert Vaughn) y hasta con guionista de ese país. La cinta fue un taquillazo de acción en el Perú de los 80s, con los escenarios del Perú como telón de fondo. Bajo el mismo sistema de co producción llegarían después Calles Peligrosas (1989) y Fuego en el Amazonas (1993), con Sandra Bullock a punto de conocer la fama junto a Keanu Reeves en Speed, que llegaría un año después.
Ultra Warrior (1990)
A Roger Corman le debemos haber descubierto y dado una primera oportunidad a talentos desconocidos en su época como Francis Ford Coppola, Martin Scorsese, Ron Howard, Peter Bogdanovich, James Cameron y Peter Bogdanovich, entre muchos otros. Les daba un presupuesto mínimo y una pequeña historia y los dejaba foguearse. El productor intentó algo parecido en el Perú en los 80s. Trabajó con Lucho Llosa y luego con Augusto Tamayo. A este último contrató para que filme Welcome To Oblivion, fantasía apocalíptica a lo Mad Max pero más barata aún. A Corman no le gustó el acabado final de la cinta y la mandó remontar, añadiéndole metraje de cinco películas. El resultado fue un verdadero “frankenstein”, universalmente vapuleado por la crítica, y del que se puede rescatar, si se quiere, su mirada del país nada turística, con las ladrilleras de Conchan, las canteras de Carabayllo y hasta el Coliseo Amauta convertidos en escenarios de pesadilla.
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