Fue gracias a lo que vieron en su infancia lo que marcó los caminos de Ximena (42) y Pamela (39) Ceballos: el constante contacto con la naturaleza y el ejemplo emprendedor de sus padres. Desde niñas, solían visitar todos los fines de semana a sus abuelos, en su granja, a las afueras de Lima. Durante la semana, mientras su papá iba a la empresa que con esfuerzo fundó, ayudaban a su mamá con la repostería. Les gustaba las manualidades.
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