A comienzos de la pandemia de COVID-19 los noticieros de Lima estaban llenos de noticias sobre "los caminantes”. Estos no eran sino personas humildes del interior del país que habían llegado a la capital en el pasado y que ahora regresaban a sus regiones, muchas veces a pie, para escapar de la muerte; la del virus y la del hambre. Fue una cobertura de semanas pero pocos medios hicieron seguimiento al impacto que supuso esta “migración interna” o el drama que significó para esta gente su llegada y readaptación a un entorno a veces hostil.
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“La verdad es que hubo un rechazo a estas personas que llegaban, al menos en Puno que entonces era uno de los lugares del país que tenía menos contagios. Se había hablado mucho de que la altura nos protegía y se tejieron varias teorías que resultaron no ser ciertas”, recuerda Yovani Manrique, administrador general de Radio Onda Azul, una sintonizada emisora puneña que pertenece al arzobispado de allá. Cuando Manrique y los periodistas de Onda Azul salieron a cubrir las historias de estas personas estigmatizadas por venir de lugares en los que el COVID-19 había campeado, comprendieron que un reportaje no iba a ser suficiente.
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“Hace años en Onda Azul hacíamos radionovelas que eran muy escuchadas en todo Puno, así que esta vez dijimos que era la oportunidad para rescatar el formato, y así nace Esperanza de Vida, que es una historia basada en hechos reales, de personas que hemos entrevistado. Estas historias que recogíamos en la calle han sido guionizadas por Grober Cutipa”, anota Manrique. El proyecto fue co financiado por Innovate Perú, quienes hace meses lanzaron el reto InnovaCovid-19 para premiar a piezas comunicacionales que ayuden a la prevención del coronavirus. Con este incentivo económicos pudieron grabar los catorce capítulos en los idiomas quechua y aymara.
En Esperanza de Vida conocemos la historia de Gladys, una joven puneña que viaja primero a Lima para buscar trabajo y acaba vendiendo comida en la calle. Ella tiene un hijo y un esposo que no es muy afecto al trabajo. Cuando la pandemia de COVID-19 llega, esta golpea a su familia con severidad, así que debe volver a Puno, ya separada de su esposo, pero el recibimiento que se le da al llegar allá está lejos de ser amable. Gladys debe luchar y además reencontrarse con su primer amor allá, porque no hay que olvidar que, como en todo melodrama, los tópicos románticos son insoslayables. Es lo que pega en la gente.
En Onda Azul afirman que la acogida de su radionovela superó todas sus expectativas. Aunque se transmitía en horarios de madrugada, para las audiencias quechua y aymara, la gente empezó a conectarse y a pasarse la voz. Viendo que estaban ante un éxito, se animaron a sacar primero una versión tipo historieta en video, como la que se ve en el párrafo de abajo, que se puede seguir en sus redes sociales. Y como los 14 capítulos les quedaron chicos, ya alistan una segunda temporada, esta vez con financiamiento propio y los necesarios auspicios. Además de ello, están poniendo punto final a la versión en castellano de Esperanza de Vida, con la que esperan llegar más lejos entre su público hispanoparlante, que son sus principales oyentes.
“La gente nos está pidiendo mucho nuevos capítulos, o una repetición. Pensamos que en nuestra segunda temporada se podrá hablar de lo que significa la reactivación económica para Puno, siempre desde el punto de vista de nuestros personajes. También quizás contemos qué fue del esposo de Gladys, el gringo, que se quedó en Lima. Podría ser que él llegue a buscarla”; dice Manrique
Onda Azul es una radio que tiene 62 años de existencia y pertenece a la diócesis de Puno aunque su administrador asegura que en temas de contenidos se consideran una radio laica que promueve los buenos valores que buscan hacer realidad la doctrina social de la iglesia. //
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