Hace pocos días, escenas de violencia y terror llegaron desde una escuela de Brasil. Eso, sumado a los recuerdos de balaceras similares ocurridas en instituciones educativas de Estados Unidos, generó sensaciones estremecedoras esta semana en la capital peruana, cuando se supo que un estudiante de un colegio en Villa El Salvador había muerto por recibir un disparo en pleno salón de clase. Lo que se sabía al cierre de esta edición fue que esto se dio como consecuencia de la imprudencia de otro adolescente, quien cogió el arma que su padre tenía guardada en casa y la llevó al recinto para alardear con los amigos. Una bala perdida, pues, terminó en tragedia. Y con otro compañero herido, además, aunque sin graves consecuencias.
Son varias las reflexiones y acciones que se pueden desarrollar a partir de este lamentable hecho desde distintos espacios: el familiar, el educativo, el social. Somos buscó a especialistas que nos dieran algunas luces. “En primer lugar, los padres tienen que involucrarse y hablar con sus hijos. Conversar sobre los riesgos que hay en la sociedad, sobre las conductas que deben tener”, dice Matilde Coveña, adjunta para la Niñez y la Adolescencia de la Defensoría del Pueblo. Y añade: “La escuela, por su parte, tiene que promover una cultura de prevención de la violencia en la que participe toda la comunidad educativa”.
La vocera, asimismo, invoca a los padres que tengan objetos peligrosos o armas en casa a conversar sobre ello con sus hijos, explicarles el daño que pueden hacer, decirles por qué no deben cogerlas y, por supuesto, guardarlas debidamente. “La comunicación es importante para el desarrollo de un niño o un adolescente. Saber que su padre lo quiere, que le da confianza, que le habla de los riesgos que hay en la sociedad, va a hacerlo sentir seguro y podrá manifestar sus preocupaciones. Llevar la pistola del padre para mostrarla en el colegio puede reflejar una carencia de afecto, ganas de llamar la atención de sus compañeros. Es vital comunicarse en familia”, explica.
FATALIDAD EVITABLE
“Tener un arma implica un nivel de responsabilidad muy alto porque genera una situación de riesgo. La recomendación para la familia en cuyo hogar se produzca esta situación es que vea, primero, su correcto almacenamiento. Siempre hay que separar las municiones, no guardarla cargada. El arma siempre tiene que estar bajo llave”, comenta Fiorella Oscanoa, jefa de Seguridad de Instalaciones y Seguridad de Operaciones de Prosegur. La especialista acota que es muy importante que los más jóvenes de la casa tengan claro que las armas no son un juego ni sirven para ser exhibidas, y que su mala manipulación puede poner en riesgo la vida de sus familiares o de terceros.
Cabe mencionar que en las últimas horas circuló en redes sociales un video del colegio Fermín Tangüis, de San Juan de Lurigancho, en el que se veía cómo las mochilas y loncheras de los alumnos eran revisadas exhaustivamente. Ellos, incluso, auscultados con escáners. Todo a propósito del terrible hecho ocurrido en Villa El Salvador. Las opiniones están divididas. Para algunos, esa sería una medida excesiva. Para Oscanoa, no necesariamente: “Cualquier método que utilicen los colegios para evitar estas situaciones será óptimo. Los métodos son necesarios en casa, en el colegio, en instituciones y también en las empresas”.
En las últimas horas, las autoridades confirmaron que el autor del disparo, de 15 años, será internado por dos meses en el Centro Juvenil de Diagnóstico y Rehabilitación de Maranga, a la espera de una pena que podría llegar a los 4 años de internamiento. Su padre, el empresario dueño del arma, que hasta el cierre de esta edición estaba no habido, también sería alcanzado por la ley, al tener vencido el permiso y no tomar las medidas de seguridad adecuadas para guardar un arma en el hogar. Mientras las investigaciones continúan, la Defensoría del Pueblo rechazó esa medida y la consideró desproporcionada. “La atención psicológica y socioeducativa debería ser la prioridad. Se ha tomado la medida más extrema”, sostuvo la vocera. Sin embargo, del otro lado, hay una familia que pide justicia. //