Si uno contempla el mar peruano desde la superficie, como ese manto impenetrable de opacidad verde cubriéndolo todo, apenas se podría imaginar el color y la vitalidad que se encuentran a unos metros bajo el nivel del agua. Sucede que de la vida marina conocemos muy bien a las tortugas, los delfines, los lobos marinos y, con suerte, algunas ballenas que salen a respirar, pero debajo ocurre otra historia. A 20 metros bajo el agua, cuando la luz solar escasea, todo adquiere un color verde oscuro, como si alguien hubiera reducido el contraste y el tono a una TV. Es solo cuando se encienden luces artificiales en este lugar que todo un mundo vibrante aparece en su forma exacta. Es la vida que se oculta.
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Dependiendo de en qué parte del país están, los buzos privilegiados que se adentran con cámaras hasta el fondo pueden ver desde frondosos bosques de algas hasta praderas enteras que bullen de diversidad: peces de colores que protegen celosamente sus huevos de los intrusos, multitudes de moluscos y cangrejos luchando por cada centímetro de espacio submarino, hermosas anémonas despeinadas por la corriente, corales de mar frío, caracoles e incluso caballitos de mar que parece que se aferraran a las algas para que no los arrastre el correr del agua.
“Es sorprendente lo que se ve. No hay un centímetro del mar peruano que no esté cubierto por un ser vivo. Este océano que uno ve siempre desde la playa como una masa uniforme es, en verdad, una jungla. Todas estas especies vivientes conviven abajo, no exactamente en armonía, porque unas se comen a otras, pero así es la vida en la naturaleza”, cuenta Juan Carlos Riveros, director científico de Oceana, la ONG internacional especializada en ecosistemas marinos con presencia en nuestro país desde 2015.
Conversamos con Riveros porque tenía algo preparado para nosotros. Es el resultado fotográfico de dos expediciones científicas hechas recientemente por su institución con la misión de aumentar el conocimiento que existe sobre la fauna marina que se esconde en el fondo del mar. Estas misiones se realizaron en diciembre de 2022 y julio de este año en Máncora y en Paracas. Los hallazgos que obtuvieron fueron sorprendentes.
La comisión de estas fotografías le fue encargada al abogado, buzo y fotógrafo chileno Eduardo Sorensen, quien estuvo varios días con sus cámaras, sumergido en Máncora y en Paracas, con todo el equipo de Oceana. En la última expedición estuvo acompañado por el biólogo marino Yuri Hooker, que los llevó varios metros más abajo incluso, hasta la línea de 30 metros, para apreciar los corales marinos de agua fría que había descubierto algunos años antes.
Cada diez metros bajo el mar la presión aumenta, por lo que hay que ser cuidadosos de no descender mucho y no ascender muy rápido, pues podría generar una descompresión en la sangre. “Te diré que ambos lugares me encantaron pero el norte peruano me gustó un poco más porque es diferente. Paracas, en cierto sentido, se parece un poco a lo que ves en Chile, pero en Máncora ves corales suaves, peces ángel, y también están los ecosistemas que se han creado alrededor de las plataformas marinas. Es maravilloso eso, y una real pena que las quieran sacar”.
Uno de sus momentos favoritos fue cuando hallaron los caballitos de mar. Encontrarlos fue toda una empresa. “Lo que pasa es que se esconden bien. Si los buscamos nosotros, gastamos mucho oxígeno de los tanques. Tenemos que quedarnos en el bote y mandar a un guía que se puede demorar hasta media hora para ubicarlos. Recién ahí, bajamos rápido para retratarlos antes de que se vayan”.
Ecosistemas amenazados por el Niño
Además de la belleza de la diversidad subacuática, se ha observado desplazamientos de peces tropicales que han migrado al sur por El Niño costero. “Todo está cambiando bajo el agua, y hay que destacar que esto es como el tráiler, un adelanto de película de lo que ocurrirá en los próximos años con el cambio climático”, afirma Riveros. Algunos aspectos que llamaron la atención de los científicos fueron los bosques de algas muertas en el área de Paracas, como consecuencia del calentamiento de las aguas. “El debilitamiento de la corriente de Humboldt ha provocado el desplazamiento de la anchoveta. Uno podría pensar que la llegada de especies del norte es positiva, dirás: ‘ahora voy a comer langostinos’; pero si la anchoveta se va o no se reproduce, esto afecta a tres cuartas partes de la pesca en el Perú. Esa es la importancia cuando la composición de las aguas cambia”.
Solo el 8% de nuestro mar peruano está bajo el amparo de áreas naturales protegidas, y aún estamos lejos de alcanzar el objetivo nacional declarado del 10%. Esta es la verdadera importancia de asegurar una protección efectiva. En Oceana, consideran que este aspecto es fundamental para la conservación de la biodiversidad. Estas áreas son refugio para especies amenazadas o en peligro de extinción, como el pingüino de Humboldt, la nutria marina y las aves guaneras. También desempeñan un papel crucial en la preservación de la salud de los ecosistemas marinos, los cuales son esenciales para la pesca, el turismo y la recreación.
Si alguien siente que el clima está loco en la superficie o que nos robaron el invierno, con este cambio de temperaturas, hay que pensar en cómo estará de alterado el mar. Con un fenómeno de El Niño a puertas, es un motivo de reflexión para las autoridades. Así como las cosechas y las viviendas pueden ser dañadas, los ecosistemas marinos también están amenazados. “Se estima que El Niño va a ser mas frecuente y más largo en un contexto de cambio climático. Habrá más lluvias y sequías”, dice Riveros. Concluye que algunos modelos climáticos sugieren que, de acá a 20 años, estos cambios serían nuestra nueva realidad. El Perú tendría un clima tropical y se despediría para siempre de su estación fría. ¿Estamos preparados para ello? //
(Ingeniera y docente Universidad de Piura)
Desde el siglo XIX, las actividades humanas han sido el principal motor del cambio climático, debido a la quema de combustibles fósiles como el carbón, el petróleo y el gas. Esto es una realidad y todos nosotros debemos tratar de tomar conciencia del daño que le estamos haciendo al planeta, a nuestra casa. El cambio climático ya está afectando el mar. Se está produciendo un aumento en su nivel, que afecta sobre todo a pequeñas naciones insulares. Comunidades enteras han tenido que reubicarse. Por la venida de El Niño y la presencia actual de El Niño costero, las temperaturas se mantendrán más altas en la costa del país. Sumado a las lluvias e inundaciones, se generará un escenario propicio para la propagación de infecciones por los vectores del dengue, chikungunya, zika y malaria. También pueden aparecer enfermedades gastrointestinales, como diarrea o cólera, o leptospirosis, que se contrae tras beber o tener contacto con agua contaminada por la orina o líquidos corporales de animales enfermos, entre ellos los roedores. En Piura, lamentablemente, tenemos el afloramiento o desborde de los desagües. De otro lado, la pesca, no será la misma. Las especies comunes de nuestra costa buscarán aguas más frías y vendrán otras especies de aguas más calientes.