Era tan grande que se podía avizorar su cabeza cuando uno, a varios metros, transitaba por la avenida La Marina. No era un monstruo, pero así parecía. Se trataba de Camila, una muñeca tan grande como King Kong en cuyo interior se había construido “un teatro interactivo compuesto por distintos escenarios que, mediante efectos especiales, simulan los procesos que ocurren dentro del organismo humano”, según decía la publicidad de la época. La atracción se instaló en 1999 en la Feria del Hogar y fue visitada por miles de escolares limeños, gracias a convenios con los colegios que establecían tarifas especiales para los estudiantes.
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